Traficantes de agua bendita, al pie de siete cruces que rememoran un fratricidio, cantan en ronda:

“Nigromancia con cáliz.

Antes de ayer en algún momento fue pasado mañana.

¿Alguien, aparte de nosotros, ha usado del yo?

¿La fantasía le es inherente a la imagen?”

Misa ofrecida a la licuación.

Códices erosionados por creyentes que talan el árbol de la sabiduría.

Dogmáticos usureros, fraguando posibles razones, basan su devoción en un sincretismo entre el monocultivo y la brutalidad conceptual.

El pensamiento crítico es denostado.

La enfermedad se declara en estado de fiesta.

Las ánimas, a tarascones, son envilecidas por la advocación.

Plegarias elevadas a deidades que entran por la cuantía.

Calendarios forzados en julio a actuar tal que si febrero corriese.

El amanecer acontece cada media hora.

La atmósfera arde si las limosnas merman.

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Un escozor dañino se enseñorea en quiénes, un poco por descuido y otro poco por costumbre, buscan reparo bajo paraísos atrofiados.

La frondosidad no dura ni un día.

El quebranto de las plantas sea acaso el son más triste de la época.

Los ceibos sangran flores tan intensas que Cristo se vuelve a compadecer.

Sombras ya casi no hay.

La bajante rumia en la osamenta de una vaca.

Baba que deja la devastación, lengua de cinc con gula incandescente.

Si el viento sopla es indecible la desesperación por escapar.

Proto-fuego que no es bello ni épico. Un infierno sin poesía.

El brazo medio del río se ha tornado tan ígneo que hasta el sol rehúye a su cauce.

Montadas a las llamas, sobre el llano, reinan rayas y yararás.

Anocheceres amarillos.

Tierra filosa. Estrepitosa demolición.

Caen casas, caen cines, brotan templos que celebran liturgias de segundo orden.

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Pájaro símil tal le trina al alambre del fundamento.

Luciérnagas hernias del pasto. Lechuzas buscan refugio en cabezas de niños que todavía no han aprendido a hablar.

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Jamás correremos con la suerte de San Juan a quién el ángel le manifestó que un corazón triangular, no muy lejos del trono del Cordero a la vera del río de la vida, refulge iluminado por rayos provenientes de una paloma.

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Trinidad de potencias.

Figura, alma y substancia, en equilibrio perfecto, dan origen a un corazón triangular.

 

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