Grotesco criollo

El acto convocado por los triunviros de la CGT el martes 7 de marzo fue una clara muestra de como actuaron siempre los jerarcas sindicales. Sobre todo partir de 1943.

El gran dramaturgo anarquista Armando Discépolo definía al grotesco criollo como una mezcla de comedia y tragedia. El evento del 7 de marzo reúne todos esos elementos.

En medio de las supensiones; despidos masivos y cierres definitivos; en medio de las maniobras empresarias para seguir acumulando a costa del sufrimiento de decenas de miles de mujeres; hombres; niñas y niños acosados por el desamparo; la violencia capitalista y estatal. Con ancianos a los que priva de acceder a los medicamentos; las prótesis dentales; etc.

Los burócratas triunviros de la CGT rodeados de tenebrosos personajes punteros que medran con la pobreza y sórdidos matones tomaron el micrófono para entretener a los asistentes. El guión de sus parlamentos el de siempre retórica demagógica. Indefiniciones, ambigüedad, gatopardismo.

No pudieron disimular que ya habían acordado con el astuto ministro de trabajo; hijo también de burócrata cómplice de la dictadura, que todo iba a ser simulacro. ¿Confundidos los oradores? Para nada. Una vez más mostraron lo que son y huyeron como ratas.

Grotesco criollo. Las oprimidas y oprimidos; excluidas y excluidos y explotados nada debemos esperar de estos esbirros del capital. Vampiros y sanguijuelas bien adiestrados en frenar toda transformación social de sentido emancipatorio.

Carlos A. Solero