1 - “¿Todo eso hay en la Argentina, maestro?”- esta insólita pregunta la hace un niño de una escuela rural de Jujuy durante una clase de geografía. El niño en cuestión es Verónico Cruz, el protagonista de La deuda interna película de Miguel Pereira, protagonizada por Juan José Camero (maestro), Gonzalo Morales (Verónico Cruz) y René Olaguivel. La película, argentina y excelente, estrenada en 1988 y ganadora del Cóndor de Plata y de varios premios más en el Festival de Cine de Bogotá y el de Cine de Berlín, sondea sobre la deuda interna del estado argentino frente a los que Eduardo Galeano llamaría “los nadies”, que no son precisamente los nadies que sobreviven como pueden en las calles céntricas de Buenos Aires, cabeza de Goliat de este país, sino que son los nadies que sobreviven como pueden en las zonas rurales más remotas y más lejanas y limítrofes de este país, de este enorme país.

En los inicios de la peli en cuestión, el maestro rural (Juanjo Camero) va a la casa de un pastorcito de ovejas, ya que lo ve siempre con las ovejas y no logra que el niño vaya a la escuela. Lo atiende la abuela, en un rancho perdido del medio de la puna y la abuela le dice que ella no quiere que el nieto vaya a la escuela, porque si va a la escuela y aprende, el niño se va a ir de ahí y ella se queda sin pastor para sus ovejas.

Basada en la novela del maestro Fortunato Ramos, la historia es verídica, el niño en cuestión, al principio desertor de la escuela, se convierte en el alumno más curioso y despierto de este maestro rural en esta escuelita perdida en el medio de la puna jujeña. El niño crece y se enrola en la marina justo cuando estalla la Guerra de Malvinas. Forma parte de la tripulación del Crucero ARA General Belgrano, hundido por los ingleses durante el transcurso de la Guerra. Fue el final de la guerra y la derrota de la Argentina el hundimiento de ese crucero que llevaba tropas de refuerzo a las islas en un momento crucial del evento bélico. Casi toda la tripulación murió por el mismo bombardeo o sino ahogada; casi todos eran del interior del país y la mayoría no sabía nadar. Verónico quería conocer el mar, por eso se enroló en la marina. Muere en el mar, nunca aparece su cuerpo. Fin de la película.

Como predijo la abuela, que por analfabeta y vieja era más sabia que el maestro joven, el niño se fue de ahí la dejó sola y encima murió lejos, en una guerra y un mar que no le pertenecían.

Saco a cuenta esto en un momento en que se cumple otro doloroso aniversario de la desaparición del submarino ARA San Juan, desaparición de la cual el gobierno anterior no dio todavía ninguna explicación suficientemente cierta y verídica, y del cual nunca más se supo. Ni del submarino ni de ninguno de sus tripulantes, ahogados ya, desde hace rato…

Parece que las deudas del estado argentino no son tan sólo en carencias y vulnerabilidades socioeconómicas de las clases sociales más desfavorecidas de este país, sino que hay un estado que no da cuentas de nada, de nada, con una formidable inimputabilidad de parte de la comunidad en general…

Siempre tenemos familiares, muchos familiares, que van, golpean puertas, increpando cámaras y jueces, siempre reclamando, por lo que sea que fuere de lo que han sido víctimas, iniciamos con las Madres de Plaza de Mayo, apodadas “las locas de la plaza”, hace muchos años ha y seguimos actualmente con los familiares de Fernando Báez, los del ARA San Juan, y madres y abuelas encomiables como la mamá de Marita Verón y Estela de Carlotto que siguen, a pesar de todo, contra viento y marea, buscando familiares que no encuentran… Algunos familiares como la mamá de David Moreira y otros más se agotaron en estos trámites y emigraron al Uruguay, buscando paz y sosiego y cesaron ya en sus ansias de reclamar justicia. Una justicia que no llega y cuando llega, llega demasiado tarde…

2 – “La deuda hay que pagarla”, sostiene el Alberto frente a cámaras, autoridades judiciales y bancarias extranjeras y nacionales. “No a costa del hambre del pueblo” también sostiene el Alberto en una encrucijada salomónica.

Si bien la ilegitimidad de la deuda es calamitosa ya que fue decidida unilateralmente por el Ejecutivo pasando por encima del Congreso de la Nación, lo cual es inconstitucional (existen fallos judiciales al respecto) la deuda sigue siendo legal ya que la Argentina la suscribió como estado nacional con autoridades acreedoras de la banca internacional extranjera. Si bien la deuda externa actual la suscribió el gato (Mauricio Macri) todos sabíamos que la iba a tener que pagar alguien que no fuera él mismo. En qué se gastó el dinero, vaya uno a saber, ya pasó en el Proceso de Reorganización Nacional (léase dictadura militar del año 76 al 83 inclusive) que se hizo pública una deuda privada perteneciente a los amigotes del poder ejecutivo de ese momento (poder de facto si los hay y si los hubo en estos lares) y Martínez de Hoz y López Rega, en parte, fueron los artífices de la operación económica. Martínez de Hoz en tanto Ministro de Economía del proceso militar y López Rega en tanto primer ministro de Isabel Perón, amigo de Rodrigo, ministro de economía que dio el golpe económico apodado “el rodrigazo”, que llevó prácticamente a la quiebra al país. Luego de este golpe López Rega huyó del país como embajador argentino en España llevándose todo lo que pudo. El chiste del momento era “¿Dónde está Lopecito?” (apodo de López Rega) “se fue con los pesitos ” era la respuesta. Martínez de Hoz tenía una relación muy próxima a la banca internacional y apenas ingresa como ministro de economía en los inicios del golpe militar solicita y se lo dan un crédito de 110 millones de dólares, crédito que se siguió renovando y ampliando a lo largo del gobierno militar ya que, como hizo Mauricio, ellos no lo iban a pagar, lo pagaría el gobierno próximo.

Volviendo al punto actual, la sorpresiva quiebra de Vicentin (una empresa que siempre ganó fortunas) dirigida por amigos del ex presidente da para pensar en pesos o dólares que se fueron de forma sorpresiva y nadie sabe cómo (¿o sí?)

La forma de contracción de la deuda macrista, si fue para los amigos y parientes del poder ejecutivo, si fue ilegal o ilícita, es algo que tan sólo la historia podrá probar a lo largo de los años venideros. Qué pasó con el ARA San Juan también. Que pasó con Marita Verón o Paula Perassi también, quizá (a lo mejor) se sepa durante los años que vendrán, quizá nunca se sepa. Hay madres que siguen buscando, abuelas que buscan, padres y abuelos que no cesan en los reclamos (el papá de Paula brilla) y gracias a la tecnología (cámaras de vigilancia y de celulares) los asesinos de Fernando Baéz están presos (vamos a ver por cuánto tiempo) y los padres del adolescente tienen algo de justicia aunque nunca de paz.

Las generaciones de víctimas y sus familiares se suceden y renuevan: quedan pocas madres vivas, siguen las abuelas y sino los hermanos o los hijos y la lucha sigue, y sigue y sigue…

Las deudas internas crecen y crecen y crecen…. En parte a costa del pago de las deudas externas, en parte como sustancia de la deuda interna que en forma eterna tuvo siempre este país: la deuda para los nadies, los nadies de la periferia, los nadies de la nada, de la Patagonia, de la puna, de Misiones, de Formosa y del Chaco (están muriendo niños wichis de desnutrición en forma calamitosa en un país en donde siempre se tiró la comida), los nadies de las villas miseria de las grandes ciudades que pasan a existir para el resto cuando entran al sistema penal. En fin, los nadies de los nadies, los ninguneados desde siempre…. Palito Ortega pasó a existir porque lustraba botas en las calles céntricas de la ciudad monstruo, Olmedo también porque deambulaba por ahí. Los dos fueron artistas talentosos pero que venían de la extrema pobreza, igual que Facundo Cabral y la mejor voz de todas, la de Mercedes Sosa.

¿Cuántos nadies hay que podrían llegar a ser mucho, mucho, que están desperdigados y perdidos a lo largo de estas pampas anónimas?

 

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