Marcelo Katz fundó con Gerardo Hochman la companía de nuevo circo La Trup, que renovó la escena local con espectáculos muy recordados. Luego se volcó al clown, armó una compañía de payasos y actores y produjo obras cuidadas y conmovedoras. Conoció a Marín Joab hace casi veinte años: actuaron juntos en Cyrano, la adaptación del clásico de Rostand dirigida por Claudio Hochman (el hermano de Gerardo), un éxito que se presentó durante tres años en la sala Casacuberta del Teatro San Martín. Allí nació esta unión de amigos-artistas, que no dejó de generar proyectos. Katz suele convocarlo para sus puestas, más allá de los trabajos que encaran juntos desde el comienzo. Lo hizo en Elemental, en Ilusos, en el anterior unipersonal Top, top, top. “Su mirada de la estructura dramática me ayuda a ordenar la dramaturgia”, cuenta el actor, que dirige y enseña en su propia escuela de clown, donde asisten desde niños hasta adultos mayores. Joab se formó en actuación, dramaturgia, dirección y cine. Trabajó con compañías como Choque urbano, Falsa Escuadra y Caracachumba. En junio de este año dirigirá en el Teatro Cervantes el infantil Deseos inquietos, con un elenco de actores, músicos, titiriteros, clowns y compositores.