El último maldito de la literatura francesa, cronista despiadado de la decadencia de la sociedad occidental del siglo XXI, no tiene ninguna esperanza en el futuro. La pandemia de Covid-19 –que en Francia supera los 25.000 mil muertos- no será una oportunidad para transformar el mundo. “Hay que admitirlo: la mayoría de los correos electrónicos intercambiados en las últimas semanas tenían como objetivo principal comprobar que el interlocutor no estaba muerto, o a punto de estarlo”, escribe con un humor áspero Michel Houllebecq en una carta titulada “Un poco peor”. A los 64 años, el autor de Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, Plataforma y El mapa y el territorio, novela con la que ganó el Premio Goncourt, el máximo galardón en Francia, recuerda que el efecto del confinamiento lo exploró en la novela La posibilidad de una isla, con el espectáculo insípido de una humanidad que se extingue, “con individuos que viven aislados en sus celdas, sin contacto físico con sus pares, solo unos pocos intercambios por computadora, y que van disminuyendo”.

Houllebecq confiesa que no cree “medio segundo” en declaraciones como “ya nada volverá a ser igual”. “Por el contrario, todo permanecerá exactamente igual. El curso de esta epidemia es incluso notablemente normal. Occidente no será eternamente el área más rica y desarrollada del mundo; se acabó, todo esto, desde hace un tiempo, no es una primicia. Si miramos incluso en detalle, Francia está un poco mejor que España e Italia, pero menos que Alemania; de nuevo, esto no es una gran sorpresa”, subraya el escritor francés y advierte que “ese virus banal” está acelerando ciertas transformaciones en curso. “Durante muchos años, todas las evoluciones tecnológicas, ya sean menores (video on demand, pago sin contacto) o mayores (teletrabajo, compras por Internet, redes sociales) han tenido como principal consecuencia (¿objetivo principal?) la reducción de los contactos materiales, y sobre todo humanos. La epidemia de coronavirus ofrece una razón magnífica para esta fuerte tendencia: cierta obsolescencia que parece afectar las relaciones humanas”, explica el escritor y precisa otra cuestión que se agravó por la pandemia: “la muerte nunca ha sido tan discreta como en las últimas semanas”. El autor de Serotonina, la última novela que publicó en 2019, agrega: “Las personas mueren solas en el hospital o en las habitaciones de los hogares de ancianos, son enterradas de inmediato (¿o incineradas? La cremación está más con el espíritu de los tiempos), sin invitar a nadie, en secreto (…) Las víctimas se reducen a un número más en las estadísticas de muertes diarias, y la angustia que se extiende en la población a medida que aumenta el total tiene algo extrañamente abstracto”.

Escritor incómodo y polémico, Houellebecq concluye la carta con una frase que lo coloca en el ojo de la tormenta: “No despertaremos, después del confinamiento, en un mundo nuevo; será lo mismo, solo que un poco peor”.