El psicoanalista Jorge Alemán analiza la “radical catástrofe” generada por la covid-19 en Pandemónium, notas sobre el desastre, publicado en ebook por Ned Ediciones. “El capitalismo ha mostrado ya, y lo puede volver a repetir, que es capaz de rearmarse y seguir su movimiento sin fin, a no ser que países emergentes reinventen una posible vía de emancipación, que conllevase una ‘radicalización de la democracia’ frente a las derivas neofascistas tan activas en estos momentos por todo el mundo”, plantea Alemán en uno de los capítulos de su nuevo libro, cuya tapa es la reproducción del cuadro del pintor inglés John Martin (1789-1854), inspirado en El paraíso perdido, poema narrativo de John Milton (1608-1674). “No creo que se produzca ningún colapso cuando se controle la pandemia sanitaria, de hecho la mayoría de los gobiernos de países occidentales quieren salir de la crisis sanitaria, no como dicen por salvar vidas, sino para salvar al propio capitalismo (FMI, Fondo europeo, grandes financieras, bancos, etc) y que la máquina siga funcionando, una vez más, aunque sea generando mayor pobreza e injusticia social”, agrega el psicoanalista argentino.

En la entrevista con Página/12, el autor de libros fundamentales como Lacán en la razón posmoderna, Derivas del discurso capitalista y Capitalismo: crimen perfecto o emancipación, entre otros, explica desde Madrid, la ciudad que eligió para exiliarse en 1976, que “esta pandemia está derrumbando todas las ficciones que en los últimos años sostuvieron al neoliberalismo”.

-Si es difícil pensar que a partir de la pandemia se vaya a producir un colapso del capitalismo, ¿hacia dónde va el capitalismo? ¿Cómo se adaptará en un mundo post covid-19?

-El capitalismo tiene como cualidad esencial que tiende a su reproducción ilimitada; se puede valer de las propias contradicciones internas, de las tensiones que lo atraviesan, del colapso general, y siempre está en condiciones de rehacerse. No estoy muy seguro de que pueda atravesar la pandemia; pero digamos que estructuralmente tiene todas las posibilidades para hacerlo. El capitalismo podría vivir en el paisaje de Mad Max porque puede reproducirse ilimitadamente; cuenta con muchos dispositivos para hacerlo y también cuenta con algo constitutivo del ser humano, que es cierta imposibilidad de afrontar lo igualitario. ¿Cómo se adaptará en el mundo de la post pandemia…? es más bien la pandemia la que se va a adaptar al capitalismo. Y ahí tal vez veamos surgir ciertas manifestaciones de la sociedad de control y del biopoder, que aunque al principio hayan sido muy necesarias desde un punto de vista terapéutico y político, tarde o temprano, precisamente por esta característica de reproducción del capital, se van a terminar imponiendo.

-La pandemia llegó para demostrar algo que ya se sabía: las profundas desigualdades en los países europeos como en los de América Latina. ¿Esta es una oportunidad para debatir acerca de la igualdad? ¿El siglo XXI será el siglo de la igualdad?

-Sí, el gran debate será entre la igualdad y la desigualdad; es verdad que la muerte es para todos porque todos somos mortales, pero también es absolutamente cierto que hay que concebir la igualdad desde la vida, no desde la muerte. Si concebimos la igualdad desde la vida, evidentemente esta pandemia está derrumbando todas las ficciones que en los últimos años sostuvieron al neoliberalismo. Por ejemplo, el mantra ese de que el empresariado es el que crea la riqueza se está viniendo abajo. Si los trabajadores, los que venden su fuerza de trabajo, no vuelven a los lugares de la producción, este mundo no se sostiene. Si no vuelven los que prenden la luz, si no vuelven los que limpian, todo esto se cae. Lo interesante aquí es que sería un momento marxista de la humanidad, pero por ahora no hay noticias de que emerja un sujeto histórico igualitario.

-¿Cómo imaginás un nuevo proyecto de soberanía popular de izquierda? ¿Qué rol tendría el Estado y los movimientos sociales en este proyecto?

-La posibilidad de que haya movimientos soberanos debe conducir a una Federación Internacional de Países Soberanos; por supuesto el Estado debe tener un rol central, pero teniendo en cuenta que el neoliberalismo se apropió previamente del Estado. El Estado nunca es nuestro; siempre que estamos con el Estado estamos jugando una partida en donde también está el enemigo presente. Por lo tanto, la alianza con los movimientos sociales es determinante e imprescindible. Y diría más: no solamente con los movimientos sociales. Un proyecto emancipatorio hoy en día tiene que pensar, imaginar o inventar un nuevo modo de concebir la relación entre estado, sociedad, comunidad y fuerzas armadas. Cuando hablo de las Fuerzas Armadas, se trata de las Fuerzas Armadas que han pasado el examen riguroso de los derechos humanos en Argentina, y la gran criba histórica que supo hacer el país con la memoria, la verdad y la justicia.

-El 25 de mayo se realizó una marcha a plaza de Mayo de manifestantes contrarios a la cuarentena. Algunos gritaban “¡libertad!”; otros, “Queremos trabajar”. Una marcha similar se dio hace unos días en Madrid, con el líder de Vox a la cabeza, para pedir “libertad” y la renuncia de todo el Ejecutivo. ¿Por qué los sectores de derecha intentan sacar ventajas del cansancio que genera la situación de cuarentena?

-Hay una tendencia de la derecha mundial en percibir que la única manera que tienen los sectores progresistas en Europa o los movimientos populares y nacionales en América Latina (los pocos que hay) es introducir una planificación en la sanidad, como es la cuarentena, y ciertas determinaciones con respecto al modo de distribución del ingreso. Por lo tanto, han extraído el término libertad -que ya tenía un lugar central en el liberalismo y que el neoliberalismo empleó de modo perverso- para tratar de mostrar que todos estos proyectos en donde el Estado se hace cargo de la comunidad son proyectos “totalitarios”. No es nada nuevo; en cierta forma todo el desmontaje que hubo del Estado de bienestar después de la Segunda Guerra Mundial también se hizo en nombre de la libertad. Lo que pasa es que ahora se ha comenzado a agudizar porque la derecha ha introducido una nueva novedad, que es su ruptura con la verdad y con la ética. Si las derechas conservadoras y liberales aún mantenían cierto hilo (delgado, pero lo mantenían) en relación con la verdad y con la ética, las derechas actuales practican una violencia que casi pertenece al estado de excepción. No guardan relación alguna, respeto alguno, con la verdad y la ética.