Tras dos semanas de confinamiento total, fue levantado el aislamiento que impedía a los vecinos de Villa Azul salir del barrio. La flexibilización fue resuelta por la gobernación de Buenos Aires y los municipios de Quilmes y Avellaneda porque los contagios, que al inicio del operativo eran 53 casos por día, se redujeron a 5 diarios, con una tendencia que parece estable.

 La nueva etapa implica que los vecinos pueden circular con el mismo tipo de limitaciones que fija la cuarentena para el resto del Conurbano, aunque con un control más estricto de las personas que aún quedan dentro del barrio con coronavirus, así como de sus contactos estrechos, que no tienen permitido salir de sus casas.

En Villa Azul hubo 344 infectados y dos muertes desde que el brote de Covid fue detectado, el fin de semana del 23 y 24 de mayo. Los equipos de salud que trabajaron en el lugar creen que el virus se propagó en unos partidos de fútbol que se siguieron realizando en la canchita del barrio, incumpliendo con la cuarentena. Luego de que esos partidos se suspendieron y los casos positivos fueron aislados, la tasa de contagios disminuyó claramente. Los operativos para contener la expansión del virus incluyeron el rastrillaje de Villa Itatí, que tiene una extensión mayor y está separada de Villa Azul por una calle. En Itatí hasta ayer se siguieron haciendo recorridos de prevención y detección.

“Estamos contentos de que la gente pueda volver a salir a trabajar”, dijo esta mañana a PáginaI12 Laura Rodríguez, vecina de Villa Azul. Contó que vio abiertas “nada más que dos salidas” y que la policía pide los permisos de trabajo para poder pasarlas. Madre de cinco chicos, Rodríguez aseguró que estas dos semanas le resultaron muy difíciles. “Ya veníamos encerrados, sin poder salir y de repente nos levantamos y estaba todo cerrado”. Rodríguez aseguró que hubo vecinos que perdieron sus trabajos por no poder presentarse. Sobre los contagios, dijo que en su casa no tuvieron, pero que “al lado de mi casa tengo a una chica que sí y a la vuelta hay toda una familia entera”.

“Tengo una pollería dentro del barrio. La primer semana no pude abrirla, pero en la segunda hablé con las intendencias y me dieron el permiso porque se trata de una actividad esencial, de abastecimiento de alimentos”, contó Juan Manuel Rodríguez Monier. El comerciante agregó que “dentro del barrio hubo gente que apoyó el operativo y gente que estuvo en contra, porque el encierro es muy duro”. Pero aseguró que “se nota que los casos bajaron”. “Ayer llegó una ambulancia de la que bajó gente que ya está recuperada. Los estuve saludando”, contó.

La salida del aislamiento total fue resuelta en una reunión del Comité de Emergencia en la que estuvieron vecinos, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, el de Avellaneda, Jorge Ferraresi, el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense Andrés Larroque y el viceministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak.

En esta nueva etapa pueden entrar y salir del barrio quienes sean trabajadores esenciales, con un control sanitario. Agregaron que en la villa va a quedar una unidad móvil para la toma de muestras ante la aparición de casos sospechosos. Los casos confirmados que quedan en el barrio, así como sus contactos estrechos (de estos pacientes y de los que están haciendo el aislamiento en el centro de la Universidad de Quilmes) tendrán seguimiento y supervisión, de modo que terminen de atravesar el ciclo de la enfermedad sin contacto con otras personas. Estas familias seguirán recibiendo asistencia alimentaria para poder mantener el aislamiento.

Los fallecidos de Villa Azul fueron dos hombres mayores de 65 años, con enfermedades preexistentes. Uno de los pacientes tenía 69 años y antecedentes de hipertensión y diabetes; estuvo internado en el hospital Fiorito. El segundo contaba con 77 años tenía problemas hepáticos previos. Fue diagnosticado con coronavirus en el operativo Detectar y derivado al hospital Iriarte, de Quilmes.