Hoy, que los “movimientos feministas”, la “lucha de las mujeres”, la “igualdad de género” son palabras en boca de toda la población y ocupan un lugar en la agenda política (a nivel mundial). Hoy, que es común escuchar que las mujeres están “empoderadas”, o que “las cosas cambiaron porque los hombres de ahora ya no son los machistas de antes”, que una mujer puede llegar a Presidenta, que un varón puede limpiar la casa o cocinarle a sus hijos. Hoy, cuando se pretende argumentar que las mujeres avanzaron y que, aunque se suele admitir que todavía falta, la igualdad ya comenzó a ser una realidad y las mujeres no están en el mismo lugar que tiempo atrás. Hoy, los perversos argumentos del fiscal Fernando Rivarola, en relación con la violación “en manada” contra una adolescente de 16 años en la provincia de Chubut, por su carácter torpe, impune y grosero, ponen de relieve la fuerza del sistema de organización social patriarcal en el que vivimos, y lo lejos que aún estamos de alcanzar la mentada equidad de géneros, de la que tanto se habla.

A las/os profesionales que trabajamos en el Programa Las Víctimas Contra Las Violencias (1), desde el año 2006 en el Ministerio de Justicia y DDHH de la Nación, estos argumentos esgrimidos por el fiscal Fernando Rivarola no nos sorprenden; nos avergüenzan, nos enojan, pero no nos sorprenden porque los seguimos escuchando. En ocasiones, como ocurrió con el fiscal Rivarola, sus palabras tomaron estado público, y se generalizó la sanción social sobre su persona. Pero hay muchos más profesionales trabajando en el sistema de... ¿justicia?

En los años de recorrido del Programa, los/as profesionales hemos escuchado a las víctimas de violencia familiar y sexual, sus relatos desgarradores, su sufrimiento, a veces sus historias de reiterados abusos, a veces, incluso, la indiferencia o minimización de sus referentes afectivos, y la historia de inacción y revictimización de las instituciones que deberían protegerla, si cumplieran con su deber de impartir justicia.

Para que la justicia esté a la altura de las circunstancias, se hace necesario que quienes la integran y ocupan lugares de decisión asuman seriamente la tarea de emanciparse de preconceptos y se atrevan a escuchar a las víctimas de manera desprejuiciada.

Es urgente y necesario que los jueces, en su formación académica, incorporen estudios en perspectiva de género, para calibrar la balanza de la justicia. Los jueces son hijos del patriarcado como la sociedad misma, Como en todos los roles de poder, están en la frontera de caer fácilmente en la lectura errónea de la realidad sin reconocer los derechos de las mujeres y minimizar o silenciar los abusos a las que se las somete. Existe una naturalización de las violencias en las que queda silenciadas las victimizaciones que sufren las mujeres y los niños. Desde el Programa las Víctimas contra las violencias, nos encontramos a diario con intervenciones fallidas donde se niega, se cancela, se minimiza, se obtura, se evita el relato de la víctima; desde la mirada patriarcal no hay posibilidad de creer ese relato, y cuando se le da lugar porque la víctima en un intento de empoderamiento logra concretar la denuncia, molesta, perturba y enoja a quienes tienen que escucharla, contenerla, y aceptar las denuncias de violencias padecidas por la víctima.

El caso de Chubut fue tomado por los medios frente a los decires de un fiscal que haciendo abuso de su poder como fiscal, se permitió disfrazar como desahogo viril una violación grupal. Es importante aclarar que este caso torna visible una serie de otros que quedan silenciados impunemente sin lograr la publicidad que otorgan los medios.

Los jueces deben capacitarse y estar actualizados sobre la problemática y sobre las investigaciones que dan cuenta del accionar de los violadores y comprobar como estos sujetos reinciden repetidamente en estos delitos. No hay antecedentes de tratamientos eficaces para estos agresores. Y a futuro, trabajar desde la niñez la construcción de un mundo social con perspectiva de género que no produzca varones violentos con la vigencia e implementación de la Educación Sexual Integral en todas las escuelas y una orientación familiar para acompañar estos episodios con la denuncia impostergable y la comprensión hacia la victima que ha sido atacada y reclama el acompañamiento de su familia.

(1) El Programa Las Víctimas contra las Violencias es creado y coordinado por la Dra. Giberti desde el año 2006. Los equipos profesionales brindan contención, orientación y acompañamiento a víctimas de violencia familiar y sexual que piden ayuda a través de la Línea 137 o por mensaje escrito al número de WhatsApp +54 9 11 3133-1000, que funcionan 24 horas todos los días del año, en todo el país. En CABA y algunas ciudades del interior del país, hay equipos móviles (dos profesionales Trabajadoras sociales y Psicólogas/os junto con personal policial de civil) que se desplazan hasta el lugar donde la víctima se encuentre para asesorarla y acompañarla al hospital si fuera necesario, a radicar la denuncia y solicitar medidas de protección, a retirarlas y hacerlas efectivas, a buscar patrocinio jurídico, a buscar un lugar seguro en casa de familiares o amigos que puedan brindarle contención y alojamiento hasta tanto se efectivicen las medidas de protección, etc.

*Equipo del Programa Las Víctimas Contra las Violencias. Coordinación Eva Giberti