Nancy Rojas: -Yo no me considero performer en el sentido disciplinario. Soy una performer amateur. Me considero una escritora, y trabajo con la escritura y la curaduría y veo cómo se pueden activar los textos o las curadurías desde la acción en vivo. Ese sería el eje de mi trabajo. Por eso agradezco las invitaciones de este tipo porque son para mi invitaciones a pensar desde qué lugar voy a trabajar. Y, curiosamente, siempre aparece algo que tiene que ver con el contexto, con el presente, con algo puntual que hace que para mí el trabajo se vuelva necesario. En general mis performances tienen que ver con lecturas. Gracias al trabajo que hago hace años con Mauro Guzmán, aprendí a desarrollar proyectos en conjunto. No se puede hacer la lectura sin la acción. Hay textos que se pueden completar con determinadas acciones, que tienen mucho más sentido si se los trabaja desde ese lugar performativo.

Federico Baeza: -Empecemos la charla desde el comienzo, desde lo escénico, desde el trabajo con Mauro Guzmán. Ustedes fueron desarrollando un trabajo hace bastante tiempo, si bien después la Bienal de Performance y la performance empezó a ser un género que vuelve muy fuertemente a instalarse en los modos de producir contemporáneos. Ustedes empezaron a desarrollar una actividad que se anticipó unos años a otras cosas que sucedieron, además de tener una perspectiva queer, que después fue tomando también más agenda no solo en el mundo del arte sino en la agenda pública en general. ¿Qué recuerdo tenés de esa etapa inicial?

N.R.:- Tengo por ejemplo el recuerdo de aquella inauguración en el Macro. Yo siempre trabajé interviniendo en la escena más allá del papel, con acciones. Desde que estaba en la facultad siempre me interesó ir más allá de la escritura. En el 2004, cuando se inauguró el Macro, yo formaba parte del equipo de trabajo, era la coordinadora del departamento de investigación. Aquel era “el” evento, a nivel nacional. Y yo decidí, sin consultar a los curadores de la muestra, hacer una acción en la inauguración. Y convoqué a Claudia del Río, a Lujan Castelani, a Alejandra Tavolini, a Eugenia Calvo. Era hacer una remera igual a la de Roberto Jacoby, “Yo tengo sida”, que era una pieza de la colección. Como era parte del equipo, yo sabía que esa obra se iba a exhibir, que iba a haber tres modelos posando y dando vueltas por el museo con esas remeras. Entonces hice mi propia remera, que decía “El plagio es el mejor delito”, en lugar de “Yo tengo sida”, con los mismo colores. E hice seis remeras que decían “Yo hago plagio”, “Tú haces plagio”, “Él hace plagio”, y así. Las invité a las chicas, nos reunimos en casa. Y me dí cuenta que eso generaba algo en les otres. Cuando sos chico no sabés por dónde va la cosa. Pero evidentemente esa inauguración en el Museo me daba un lugar interesante para hacer una acción personal, para hablar del plagio, que era lo que yo estaba trabajando como proyecto alternativo. Estar en la escena no era algo que yo hubiera pensado. Hasta ese momento llegaba hasta el texto: escribía manifiestos, diálogos, ideas de programas de televisión, de radio. Los escribía, pero nunca llegaba a concretar la escena. Yo sentía que había algo que estaba pasando con la obra de Mauro que me parecía que no la iban a trabajar teóricamente en ese momento (2005, 2006, 2007), y que necesitaba ese respaldo. Esos escritos de estudio quedaron ahí pero tenían mucho que ver con los que yo estaba pensando alrededor de la obra de Mauro Guzmán, alrededor de proyectos colaborativos como Studio Brócoli y Roberto Vanguardia. Se trataba de cómo hacer teoría pero no solo desde una construcción historiográfica y académica, sino de otra manera, también accionando, activando y poniendo en juego los conceptos, aunque fuera errático. A la par de lo que estaba pensando sobre un trabajo de Mauro Guzmán, que tenía que ver con error como estrategia, que era el proyecto Linda Bler, yo trabajaba en el Museo Castagnino Macro, cumpliendo una tarea que tenía que ver con lo institucional, con la perspectiva de una colección pública. Tenía muy claro mi función de agente institucional. Mis proyectos personales, más de estudio, más experimentales, iban por otro lado. Pero a la vez todas las cosas que uno hace se terminan retroalimentando. Todo decanta.

F.B.:- ¿Y cómo fue el paso por el taller de Vivi Tellas, con ese trabajo alrededor del habla en la vida cotidiana, para tu desarrollo en la escena?

N.R: -Mauro fue quien hizo el taller con Vivi y me propuso participar de un biodrama, con él como director. Mi primera respuesta fue “NO”. Pero después me interesó la idea, quise estar y participar del proceso de cómo se construye una escena a partir de lo que pasa en la vida o de una situación puntual, porque admiraba el trabajo de Vivi Tellas. Finalmente acepté: me sumerjo en el teatro, trabajando codo a codo con Mauro y eso terminó en el biodrama que presentamos dos años después en el Museo de Arte Moderno. Eso me vinculó con gente del teatro y la performance. Gracias a esas vinculaciones y a esas experiencias empiezo a tener nuevas respuestas. Y por trabajar desde la escritura y la investigación, comienza una instancia de búsqueda de más herramientas. Con esa experiencia, entre la escritura y el teatro, aparece el “desdoblamiento” de une misme: trabajar sobre un texto alrededor de cuestiones propias, que después termina siendo escenificado. Ahí se opera algo muy interesante entre lo personal y lo social. Ese trabajo generó una conciencia del desdoblamiento. Une termina siendo un medium de une misme, de ese personaje que aparece o de eso que va a suceder. Es decir que ahí no solo estoy yo, sino que está mi otro yo. Y eso me interesa experimentarlo.

* Fragmento de la entrevista que puede verse completa en Instagram (@palaisdeglacear). Federico Baeza es doctor en Historia y Teoría de las Artes (UBA), se dedica a la investigación, a la crítica y a la curaduría. Asumió la dirección del Palais de Glace en abril. Nancy Rojas, curadora, docente y ensayista, trabaja alrededor de la historia del arte, la escritura y la perfomance. 


Contenidos del ciclo

El ciclo Futura, manifiestos y profecías de otra humanidad parte de las preguntas:

¿Cómo imaginar la formación de nuevas comunidades del porvenir en un horizonte en ruinas? ¿Qué fragmentos de nuestra cultura, vestigios y despojos seremos capaces de implementar en este presente marcado por la pandemia global? Estos interrogantes son abordados por artistas, escritorxs, activistas, curadorxs y performers. Se trata de un ciclo de lecturas y performances que se viene realizando desde el mes pasado y se trasmiten cada 15 días en Instagram desde el perfil del Palais de Glace (@palaisdeglacear – instagram.com/palaisdeglacear">instagram.com/palaisdeglacear). Los primeros encuentros tuvieron como protagonistas a Diego de Aduriz, El pelele y Nancy Rojas. Los próximos serán los de Naty Menstrual (25 de junio) y Mabel (8 de julio).