Llevamos arriba de 130 días desde que se dictó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Atravesamos angustias, depresiones, desazón, ansiedad e infinidad de somatizaciones, hasta concluir que de algún modo necesitamos rearmarnos y continuar. En esta nueva normalidad de cuidado colectivo, cuarentena intermitente y cultura en streaming, encontrar métodos de subsistencia, en especial en el ámbito artístico y autogestivo, es un desafío impostergable.

Plataformas como Patreon o Cafecito, que permiten hacer un aporte monetario (único o regular) a cambio de algún producto o simplemente como forma de apoyar el trabajo de proyectos o artistas, se volvieron posibilidades que pueden llegar a contribuir de modo más o menos significativo.

Al momento, la transferencia online de dinero se ve monopolizada por Mercado Pago y, en menor medida, por Tienda Nube. La falta de opciones confiables y masificadas hace que la mayoría deba caer en comisiones de hasta el 5,99% + IVA por operación, si quieren cobrar en el momento. O en demoras de hasta 30 días si se elige el valor más bajo, de 1,99% + IVA.

Así las cosas, el NO convocó cuatro proyectos independientes y autogestivos para sondear las diferencias del actual modo de trabajo frente al del mundo pre-covid, con tácticas repensadas y formas de lograr hacerlas viables.

La ropa unisex vs las comisiones de pagos

Toy Pop, de Toya Melián, e Incorrecta Taller, a cargo de Nachi Rodríguez, son dos de los proyectos de diseño de indumentaria que hasta el 19 de marzo tenían sede en Club Sum. Toya hace carteras y accesorios kawaii, donde el peluche, los brillos y las caritas de animalitos son un golpe irresistible. Nachi trabaja la técnica de serigrafía, enfocada hace dos años en la confección de remeras y buzos estampados "unisex, sin encasillar".

Pre-covid, en el espacio de venta de indumentaria de Club Sum, llamado ShopSum, se hacía la Feria Paraíso: "Invitábamos proyectos que nos gustaran, había djs y bebiditas", cuenta Toya. Pensar ahora en ese tipo de actividades es imposible, y las ferias, recis y muestras ya no son parte de la ecuación para pagar el alquiler. "En Sum tuvimos que repensar los espacios y sumamos la mensajería, que trabaja hoy con las marcas del showroom y con más colegas. Y el probador se convirtió en un taller de bicicletas que atiende rappitenderos en horario extendido, hasta la medianoche."

 

En el plano virtual, Toya reconoce que la digitalización de la venta ya venía bastante armada en las redes. "No viví un gran cambio de cómo trabajar en la venta, pero sí a la hora de comprar o conseguir materiales, porque ahora muchos proveedores entregan a diez días", dice. Ella usa Mercado Libre y Mercado Pago como plataformas de venta: "Tienen comisiones altísimas y pagan a catorce días, pero por ahora es la única opción de cobro digital", dice. "Hay alguna más, pero las personas ya conocen Mercado Pago y con alguna plataforma más nueva y chica les cuesta más concretar la compra".

A contramano de la crisis económica, las ventas de ToyPop crecieron en cuarentena: "Calculo que en parte porque todas esas ventas presenciales pasaron a ser online, y también quedó todo un público que no tiene dónde gastar la plata porque no está saliendo".

Para Nachi, meterse de lleno en la venta virtual la hizo optar por Tienda Nube, que a su vez contacta empresas privadas de mensajería para las entregas. "Los plazos de entregas eran muy largos y sacaban un porcentaje significativo de la venta, así que decidimos tener comunicación directa con lxs clientes y trasladar las entregas a les amigues de Sum." Nachi concuerda en que la venta online llega a más personas, pero destaca el beneficio que existía en que la gente pudiera ver y probarse las prendas antes de comprarlas.

Un Sukermercado lleno de stickers

Paula Boffo es Sukermercado: ilustradora, animadora, artista gráfica. Sube dibujos y viñetas a las redes desde adolescente: "Tuve Blogspot, migré a Tumblr y después a Facebook", repasa. En 2015 se largó a hacer sus propios zines: desfachatados, frescos, tiernos, rupturistas, honestos, muchas veces autorreferenciales, y en los que las disidencias, las luchas y las conquistas se entrelazan con dinámicas cotidianas de las relaciones humanas. Sus títulos más recientes son Ansietrash, Si mojás me enciendo, Cinturongas, Las copadas y La sombra del Altiplano, por el que el año pasado recibió premios a mejor guión y mejor zine de autorx integral en Dibujadxs.

Siendo freelance, la pandemia modificó sus quehaceres en los baches entre trabajos de animación y audiovisuales. "Cada tanto tengo un proyecto que paga bien, pero después pasa tiempo hasta que sale otro. Esos huecos solía utilizarlos para moverme mucho con toda mi pata personal: vender zines en ferias, sumarme a charlas." En ese aspecto, Paula aprovecha para avanzar en una novela gráfica, la "segunda parte de La sombra del Altiplano, ¡otra cosa más que se suma a sentarse y trabajar!".

 

En un contexto en el que mucha gente optó por tiendas online y plataformas como Cafecito, Patreon y demás, Paula reconoce que le cuesta mantener un sistema "on demand" de producción como para que signifique un ingreso. "Lleva tiempo, cabeza y organización, y siempre me encuentro en situación de elegir dónde apuesto: si a armar una tienda que funcione bien y que la gente pueda aprovechar, o si produzco material comercial para seguir consiguiendo trabajo freelance. Unx piensa que puede hacer las dos juntas y resulta que no, porque por ejemplo lo de la tienda implica producir para que la gente compre: imprimir zines, stickers y otras piezas, empaquetarlas, despacharlos." Ante la disyuntiva, Paula termina inclinándose por producir obra propia.

Paula reflexiona que hoy no se trata sólo de una modificación en la forma de trabajo: "La pandemia arrastra muchas situaciónes de las que tenemos que hacernos cargo, que exceden lo laboral y que llevan un montón de tiempo y exigencias... y tampoco somos una máquina de trabajo. Yo tuve que aprender que tener tiempo para mirar una película, sólo por el disfrute, es necesario y está bien".

#QuedateEnCasa como Paula Boffo, que dibuja y trabaja pero le da tiempo al disfrute | Foto: Cecilia Salas

Artistas haciendo ruido

El Streaming Fest es un festival online que convoca diversos estilos y géneros de música experimental de todo el mundo y que surge de la unión de fuerzas del sello TVL (de la cellista Violeta García y el bajista Carlos Quebrada) y el ciclo RUIDO (coordinado por Javier Areal Vélez). Y es la manera de repensar la actividad artística y explorar las nuevas posibilidades que emergen a partir de las limitaciones. El festival aborda estilos que van del noise a la improvisación libre, el free jazz, la electrónica, la canción experimental y otros mundos inclasificables. Y ya tuvo más de 80 artistas de Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Perú, Cuba, México, Estados Unidos, países de Europa, Australia, China, Corea y Japón.

Pre-covid, entre 2017 y 2019 tanto TVL como RUIDO produjeron conciertos de figuras fundamentales de la escena experimental actual, local e internacional. Las actividades de TVL se enfocaron en mantener un ciclo regular, mensual y de carácter independiente en Roseti Espacio y en Otra Historia. Por su parte, RUIDO realizó menos conciertos pero de mayor escala en salas del Centro Cultural Kirchner y el CC San Martín, producidos junto a instituciones culturales argentinas y del exterior. "Una vez superada la desazón y depresión amorfa que provocó este cambio, decidimos aliarnos para llevar adelante un ciclo/festival online como una manera de retomar el movimiento", cuenta Javier.

El Streaming Fest tiene, de hecho, mayor frecuencia que sus ciclos pre-pandemia: va cada dos semanas vía Tvlrec.com. "En apenas un par de días podemos planear una programación con artistas de varios continentes y combinar la participación de referentes junto a nombres nuevos", escriben. Y ese tipo de cruces, incluso entre espectadores, no deja de sorprenderles. "Nos parece muy potente esta manera de exponer a distintos públicos a escenas que les son desconocidas. Es una suerte de federalismo planetario extremo", resuelven.

 

 

El Streaming Fest es gratuito, pero hay un sistema de recaudación voluntaria, con PayPal para gente del exterior y Mercado Pago para locales. "Los pagos son relativamente inmediatos, si bien existen algunas demoras y posibles pérdidas por impuestos, según de donde venga cada donación", aclaran. "Una parte dona en dólares o euros, por lo que la recaudación por artista puede llegar a ser mejor que en una típica fecha independiente relativamente 'exitosa'", destaca Javier.

El formato virtual les permitió realizar coproducciones con festivales y ciclos de otros países, como hicieron junto a Nameless Sound, de Estados Unidos. "Estamos preparando otra edición especial junto al ciclo Indexical, de California, en la cual armaremos un ensamble con músiques de ambos países, estrenando obras que encargamos a varies compositores".

Les tres ven al Streaming Fest como un espacio de resistencia para este tipo de prácticas musicales. "Extrañamos enormemente los escenarios y el golpe acústico contra el cuerpo de un sistema de sonido gigante, y sería imposible reemplazarlo."