Hater  6 Puntos

Sala samobójców. Hejter, Polonia, 2020

Dirección: Jan Komasa

Guion: Mateusz Pacewicz

Duración: 135 minutos

Intérpretes: Maciej Musialowski, Vanessa Alexander, Jacek Koman, Danuta Stenka, Agata Kulesza

Estreno en Netflix.


De origen polaco --una cinematografía que después de las obras de Andrezj Wajda, Krystof Zanussi y Kristof Kieslowski ha dado a conocer sólo la de Pavel Pawlikowski--, Hater incorpora en su discurso varias de las lacras de la sociedad contemporánea. Desde la invasión de la privacidad hasta el auge de los movimientos ultraderechistas europeos, pasando por las fake news, la política desleal y el “troleo” difamatorio. Todo eso está hilado por la escalada de un personaje dispuesto a todo con tal de triunfar. Reflejo tal vez de una sociedad que, como todas las del ex bloque soviético, pasó sin escalas del comunismo al capitalismo salvaje.

Tomas (Maciej Musialowski) es un cretino, como podría serlo un personaje de Dostoievski o Roberto Arlt. Con la diferencia de que en su caso no hay tortura interior o conciencia de la abyección. Hater no es, de hecho, la historia de un descenso al subsuelo moral sino la del ascenso de un cínico. Después de haber sido expulsado por plagio de la Facultad de Derecho, Tomas logra ser contratado en una agencia de Relaciones Públicas, gracias a su proyecto de difamación de una figura televisiva. Su nueva jefa, que se llama Beata y tiene por libro de cabecera el despiadado El arte de la guerra, de Sun Tzu, pone en sus manos una campaña de desprestigio del candidato socialdemócrata a la intendencia de Varsovia, por los medios que fueren. Ducho en el manejo de redes sociales y siguiendo las preceptivas de ese libro en relación con la manipulación del adversario y la utilización de espías, Tomas inventa calumnias, se relaciona con movimientos racistas y se infiltra en el equipo de campaña del target elegido, para demolerlo por dentro.

Con algo de Taxi Driver (el “entrismo” en el cuartel político) y el planteo moral de los films de Zanussi y Kieslowski, Hater despliega subtramas a la manera de una serie (¿pensando tal vez en su explotación en Netflix?). Una chica bonita y extraordinariamente voluble, representantes de un progresismo europeo más bien tilingo, el ocultamiento de una condición gay, el chantaje a una mujer poderosa, una compleja maniobra a varias puntas que Tomas instrumenta para llegar más lejos que el encargo de sus jefes. Es en este terreno que debe hacerse la vista gorda para pasar por alto decisiones implausibles de alguno de los personajes, ingenuidades inconcebibles en políticos experimentados, caricaturas gruesas en otros casos y el éxito improbable de una retorcida operación maquiavélica (o suntzuniana).

El guionista Mateusz Pacewicz y el realizador Jan Komasa (que ya se habían asociado en la inmediatamente anterior Corpus Christi, nominada al Oscar al Mejor Film en Lengua No Inglesa) dejan ver a mensajeros del odio no muy distintos de los que suscriben comentarios de lectores de grandes medios argentinos, hincan el diente en la inescrupulosidad política y de los especialistas en marketing y ridiculizan a los equivalentes polacos de los “bobos” (burgueses bohemios) franceses, repartiendo sopapos en todas las direcciones. Una fotografía que en ocasiones se solaza con tonos saturados puede verse como esteticista, o como expresión de una contemporaneidad tecno. Lo mejor de Hater es el progresivo empalidecimiento del “héroe”, que a medida que se degrada moralmente parece vampirizarse.