"Shiva jñani jiva seva"

("Sirve a cada ser sabiendo que es Dios")

Sri Ramakrishna

"Hace unos años atrás, cuando fue el 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (en ese momento, que luego se tornó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos), que se gestó al poco tiempo de haber culminado la Segunda Guerra Mundial, nosotros hicimos un ciclo donde hablábamos de los derechos no pensados, y en ese sentido nos permitiamos, aún valorando lo que significó ese pronunciamiento en el año '48, repensar una declaración que era netamente eurocéntrica, que dejaba afuera a los pueblos afro, a los pueblos originarios, pero que también dejaba afuera a las mujeres, porque era totalmente androcéntrica, y en el marco de esta problemática ambiental que hoy estamos trabajando, totalmente antropocéntrica. Por lo tanto los derechos de la Madre Tierra, de la Madre Naturaleza, esto que hoy llamamos Derechos Ambientales, derechos para la vida, porque estamos nosotros dentro de ese ambiente, es una cuestión vital que demanda todavía un gran y comprometido debate. En ese sentido hubo algunas cuestiones espasmódicas, incluso en el marco de nuestra Patria Grande, nuestra Abya Yala, algunas constituciones como la ecuatoriana y la boliviana determinaron y asumieron el compromiso y lo enunciaron, el de pensar a la Pachamama, a la Madre Tierra, como sujeto de derecho. Por supuesto si esto queda solamente en el marco de lo enunciativo, de lo declaratorio, y no se plasma en acciones coherentes con esa formulación, cae en saco roto. Porque nosotros somos seres físicos, somos seres biológicos, pero también somos criaturas y creadoras de vida, particularmente las mujeres, nosotras somos creadoras de vida, somos también seres hermenéuticos que podemos construir una interpretación de lo que pasa, esa interpretación la podemos dar a conocer porque somos seres de lenguaje, por lo tanto comunicativos; somo seres metafísicos que creamos nuestra propia cosmovisión a traves de símbolos culturales que en otras culturas son clara y manifiestamente ambientales... las cosmovisiones indígenas estan plagadas de esas otras expresiones de vida desde animales como el jaguar, el conejo, los peces, los colibríes, o lo que implica el lugar de la flora en tanto selva, monte, bosques, o la vida en las montañas porque los Apus también tienen vida y todos tienen vida sagrada". Claudia Gotta (UNR), "Humedales bajo fuego". Intervención pública https://www.youtube.com/watch?v=XTPcAOSbu8U&feature=youtu.be

"Tengo las islas humeando enfrente", me escribe Hernán. "Es una tortura. Yo podría hacer una crónica especulativa de lo que veo (o no) desde mi ventana en un aislamiento preventivo que se intensifica ante la vista de los focos de incendio nocturnos y el humo por la mañana. Lo ominoso que se da entre las imágenes tan hermosas de la ciudad brumosa y lo que causa esas imágenes". Yo hallo que la palabra holocausto se compone de dos términos griegos: "holos" (todo, completamente) y "kaustos" (quemado). Charles Peirce en su semiótica distingue signo, símbolo e índice. Da un ejemplo canónico de esa tercera categoría: el humo es un índice de fuego. El humo que salía por las chimeneas de los crematorios de los campos de concentración del holocausto nazi indicaba que allí los genocidas mataban gente en masa y quemaban los cadáveres; el humo que enrojece los ojos de les rosarines encuarentenades indica el ecocidio que está siendo perpetrado en el territorio isleño entrerriano, enfrente. Hasta ahí las semejanzas, alentadas por un juego de palabras. Lo demás son diferencias. Acá no hay un ideal racial en juego. Acá se trata de economía capitalista. Es una lógica que está naturalizada y quienes cuentan con los recursos simbólicos para desmontarla no suelen comunicarse a las masas.

¿Y si en 1944 les vecines de Dachau, Auschwitz o Treblinka se hubieran quejado del humo, alegando su propio derecho a respirar aire puro? Visto retrospectivamente desde un presente posterior a 1948, nos resultaría de un reduccionismo escandaloso. ¿Habrá un futuro donde nos escandalicemos de que por estos días aciagos el Estado no haya reivindicado como sujeto o sujetos de derecho a la vida y al bienestar a la Pacha Mama, Madre Tierra, Gaia, Naturaleza, Fauna, Flora, Bio, Zoo o a todas sus criaturas deseantes, incluidos por supuesto los animales humanos de cualquier etnia o condición social? ¿Cambiaremos a tiempo nuestra noción del derecho para que pueda existir ese futuro? Si ayer nomás han tenido que salir los pueblos a las calles a explicarles a los agentes de unos Estados Unidos blancos y racistas que "Las vidas negras importan", ¿qué escucha habrá, en un Estado y en una sociedad que son cómplices activos o pasivos de una economía extractivista, para el derecho a la vida de lo viviente: el derecho del carpincho, la garza, el aguará guazú, el sauce, el junco, el agua, el aire, otras economías humanas?

Me he vuelto capaz de producir estas reflexiones luego de escuchar a Claudia Gotta, quien lleva décadas militando, investigando, enseñando y produciendo pensamiento, con otres, en la disciplina de la Historia y en el campo del pensamiento ambiental latinoamericano. Esos 50 minutos de vida inteligente en YouTube, que fueron posibles a través del ciclo de Derechos Humanos Ambientales de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (y que deberían ser eones, no minutos, ¿o para qué tenemos una Universidad pública?), me situaron ante la perspectiva abierta por el lema de Antonio Gramsci: pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad. Supongamos que ya está todo cocinado (en más de un sentido). Que ya está todo firmado, decidido, arrasado. ¿Vamos a dejar de llenar de multitudes los puentes?

Supongamos que la Ley de Humedales llega tarde, como advierte en otra charla de ese mismo ciclo el activista Jorge Bartoli. ¿Vamos por ello a desoír la invitación de Gotta a repensar el derecho? Este es el momento, con una Ley de Humedales en debate, para escuchar lo que les intelectuales del pensamiento ambiental latinoamericano tienen para decirnos. La Declaración Universal de los DDHH llegó trágicamente tarde para las víctimas del Holocausto. Pudo haber habido una tragedia peor: que no llegara nunca. 

Somos el país del tango, del canto elegiaco tardío a los arrabales que el "progreso" arrasó. Los humedales de las islas van camino de entrar en esta categoría, la de objeto perdido melancólico romántico. Pero aunque una batalla se pierda, es preciso seguir en la lucha. Son todas las vidas las que están en juego. Ya no es una raza, una etnia, sino cientos de especies, incluida la humana. La vida misma como sujeto de derecho tiene que ser el centro del debate por la Ley de Humedales. Las cosmovisiones no hegemónicas tienen que ser protagonistas; intelectuales, activistas, cientos de actores sociales y culturales vienen peleando esta lucha política por lo viviente que nos incluye.

Una vez logré que la vida de un pequeño gato colorado importe. Con una red solidaria de gente amiga (amiga mía y de mi gato, el Colo), habilitamos un puente improvisado con el que intentar traerlo de su exilio en terrazas ajenas. Le canté de lejos como un encantamiento el estribillo de la canción "Puente", de Gustavo Cerati. Y él rodaba sobre su lomo anaranjado. Con nuestro amigo Nacho no dejamos una sola noche de llamarlo, subirle agua y alimento, acompañarlo desde la vereda. El 24 de agosto de 2018, tras 39 días, me abrieron una puerta y pudo ser rescatado, con una fragilidad renal que se cobró su vidita el 8 de noviembre de 2019. Fue velado y llorado por los animales que lo queríamos. Nacho vino en bici y me dejó en el buzón un sol anaranjado de papel. 

A 9 meses, el sábado 8 de agosto de 2020, soñé que iba por un puente con un gran grupo de gente sobre los humedales de las islas. El humedal estaba vivo, había revivido. 

Escribe Nacho: "El sábado que pasó [el 8] fue un río. Las más de 5 mil personas caminaron juntas como fluyendo, su movimiento era el de un torrente, una gran masa de agua que se deslizaba por encima del puente. La particularidad fue la neblina (o la polución densa que estaba en la atmósfera por esos días) porque convertía al puente Rosario-Victoria en uno que pendía por entre las nubes. Se caminaba como a través del cielo. Y del otro lado, el humedal. Cotorras, ranas y ratones comenzaban a mezclarse. La naturaleza ganaba espacio y el entorno reverdecía. 'Cruza el amor como un puente' rezaba el evento de Facebook por el cual se convocó, oración ceratiana que en más de una oportunidad hizo su efecto. A la hora del regreso el sol naranja apareció".