Es el club de David Beckham. Es desde el 18 de septiembre el equipo de Gonzalo Higuain. Pero también es la franquicia de los hermanos Mas Santos, cubanoamericanos e hijos de Jorge Mas Canosa, uno de los más recalcitrantes anticastristas que dio la diáspora de Miami. El Inter de esta ciudad es una sociedad para hacer negocios en el fútbol. La MLS (Major League Soccer) de Estados Unidos en la que participa esta SA exige disponer de una billetera millonaria. No cualquiera tiene espaldas para asumir el costo de jugar un torneo que aumentó su precio de entrada hasta un 3.250 por ciento en doce años -entre 2007 y 2019-, según el diario Marca. O sea, el pago de la cuota de expansión (expansion fee en inglés) que se le cobra por participar a cada competidor.

Fundada oficialmente el 28 de enero de 2018, la empresa del Inter de Miami fue creada por el exfutbolista inglés y requirió de poderosos socios privados porque estaba destinada al fracaso. Esta temporada contrató al ex delantero de la Juventus como figura estelar, pero además sumó al campeón mundial francés Blaise Matuidi. También juegan para la franquicia cuatro argentinos más: Leandro González Pirez, Matías Pellegrini, Jorge Figal y Julián Carranza.


La historia del Inter es la historia de una Liga en expansión que todavía busca su propia identidad y donde se cree que la inyección de dinero puede inocular la pasión por el juego. En EE.UU. los clubes son marcas. Están en las antípodas de la concepción futbolística, social y deportiva que domina en la Argentina hace más de un siglo. Beckham fue jugador en la MLS donde se hizo más millonario de lo que ya era. Como las exfiguras de la NBA Magic Johnson o Steve Nash, el ex boxeador Oscar de la Hoya o hasta la familia real de los Emiratos Árabes, dueña del New York City FC y el Manchester City entre otros clubes de varios continentes, el inglés compró la franquicia en 25 millones de dólares después de que se retiró.

Quienes conocen bien este mercado dicen que la pagó barata. Hoy su valor rondaría casi el doble, aunque ya no es el único dueño. Lo acompañan desde el principio el británico Simón Fuller, el boliviano Marcelo Claure y el japonés Masayoshi Son. A los tres se sumaron los hermanos Jorge y José Mas Santos, hijos del creador de la Fundación Nacional Cubano Americana, la organización contrarrevolucionaria con sede en Miami desde 1981. Mas Canosa, un furioso anticomunista que participó de la invasión a Playa Girón en 1961, se transformó en un empresario acaudalado gracias a MasTec, una compañía de telecomunicaciones que pasó de cavar zanjas y tender cables a ser un emporio familiar. Nació de la fusión de Church and Tower –propiedad del cubano americano- y su principal competidor Burnup & Sims. Se la consideró en su momento la empresa más importante de capitales hispanos en Estados Unidos.

En un artículo de la periodista Nancy Dahlberg publicado en el diario Miami Herald el 28 de julio de 2017, se explica cómo Mas Canosa multiplicó su fortuna: “Después que el huracán Andrew destrozó buena parte del sur de la Florida en 1992, la compañía tomó un fuerte impulso con la reconstrucción. Hoy, MasTec construye sistemas de distribución de petróleo y gas, de transmisión de electricidad y megasistemas de comunicaciones inalámbricas”.

Creada en 1994, tuvo serios problemas con el fisco español por el desguazamiento de la compañía Sintel que Telefónica le había vendido a Mas Canosa en 1996. Un año después éste falleció y sus hijos siguieron manejando la empresa, además de que asumieron la responsabilidad por el manejo de la quiebra de Sintel que la justicia española consideró un fraude. El juicio que se prolongó desde 2001 hasta 2013 terminó en un acuerdo judicial por el cual los hermanos Mas Santos y sus socios tuvieron que pagar 35 millones de euros al personal y acreedores de la fundida Sintel, en total unas 3 mil personas damnificadas. En 2007, Jorge, el mayor de los hermanos y presidente de la compañía había acusado a Telefónica y a los sindicatos de haber arruinado la SA. Seis años después cuando abonó aquella indemnización quedó probado que no era así.

Beckham se asoció con estos empresarios en el manejo del Inter de Miami después de que en 2019 se informara lo contrario. Se dijo que él les había vendido su participación en la franquicia a los Mas Santos y quedaría sólo como la cara del proyecto futbolístico. El inglés tuvo demasiados problemas para lograr que el equipo debutara en la MLS. Durante los últimos años no consiguió suficiente apoyo financiero para poner en marcha la franquicia. Tampoco contaba con un estadio adecuado donde jugar como demanda la Liga. Al año pasado, ésta les exigía a las SA para integrarse a la competencia unos 200 millones de dólares, además de planos para la construcción de un estadio, accionistas, patrocinadores, su compromiso con la comunidad donde ejercen la localía y un plan de negocios.

Al Inter que acaba de llegar Higuain con un contrato por dos temporadas y un salario que se estima entre 7 y 8 millones de dólares anuales –será el mejor pago de la MLS- , hasta ahora le ha ido muy mal en su primer torneo. Integrado a la Conferencia Este, va último en la tabla con una marca de tres partidos ganados, dos empatados y ocho derrotas. La última fue por goleada (4 a 1) ante New York Red Bulls. El equipo que dirige el uruguayo Diego Alonso apenas suma 11 puntos y comparte ubicación con el DC United. Orlando, la otra franquicia del estado de Florida, va segundo en la misma zona y ya le ganó el que podría ser un futuro clásico. Hasta ahora y en plena pandemia, la experiencia deportiva es poco estimulante. Además, Higuain todavía no debutó en su nuevo club porque EE.UU. no le entregó su visa de trabajo.


La apuesta comercial tampoco se presentó favorable para Beckham y sus socios ya que perdieron de embolsar las ganancias previstas por la pandemia. Igual estarían muy por detrás de las que reciben el básquetbol de la NBA, el fútbol americano de la NFL y el béisbol de la MLB. En junio pasado, Don Garber, el comisionado de la MLS, informó que la organización “recibirá un golpe en sus ingresos de 1.000 millones de dólares debido a la pandemia”.

La Liga cuenta con 26 franquicias a las cuales se sumaron el Nashville y el Inter Miami este año. La historia de este club según contó uno de sus socios, el boliviano Claure, “comenzó en una cena en la casa de Jennifer López y Marc Anthony en Los Angeles”. Ahí se conoció con Fuller, el antigüo socio de Beckham. Los dos coincidieron en abrir la franquicia en Miami. Hasta que la relación comercial se amplió a los hermanos Mas Santos. Así nacen los clubes en Estados Unidos. Son empresas manejadas con criterio rentístico. La MLS cumple 25 años en 2020 y ya tiene en su cuenta unos cuantos equipos que cambiaron de nombre o desaparecieron porque iban a pérdida.

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