Hacer los mandados. Elegir qué cocinar. Acariciar una mascota. Maquillarse, adornarse. Cuidar las plantas del jardín. Disponer del propio tiempo. Celebrar las fiestas. Elegir qué ropa ponerse. "Cosas que damos por sentadas y que ellos pierden en el encierro, las recuperan al vivir en su casa", dice Isis Milanese sobre su ensayo fotográfico La vida después, una selección del cual puede verse hasta fin de mes, de lunes a viernes de 15 a 19, en el espacio de muestras Rincón Tucuy de Casa Arijón (Arijón 84 bis), la centenaria mansión de Barrio Saladillo donde funcionan oficinas de Santa Fe Cultura (y a la que se llega perfectamente bien desde el centro en la línea 142).

"Ellos" son los pacientes externados de la Colonia Oliveros, quienes viven en el Dispositivo de Viviendas Asistidas, que la fotógrafa documentó yendo semanalmente al pueblo de Oliveros durante dos años. "Viven en el pueblo, no son peligrosos, tienen vecinos", les explicaba durante la inauguración a personas del público. "Carolina Garbosa es la psicóloga que lleva adelante el equipo terapéutico de las Viviendas asistidas --contó a Rosario/12--. Mi trabajo allí fue posible por la confianza que me tuvo cuando le propuse hacerlo".

Egresada de la Universidad Nacional de Rosario, Isis Milanese es psicóloga desde hace 11 años y estudia fotografía desde hace siete. Estudió foto con Andrea Ostera "hace siete años, cuando Andrea tenía el taller en su casa" (todavía no enseñaba en la Musto, recordó) y con Héctor Rio, miembro de la Aargra y discípulo de Adriana Lestido. Para realizar este ensayo fotográfico, que documenta la vida cotidiana en las Viviendas asistidas o Casas de convivencia, Isis fue a visitar las tres casas todas las semanas, de 2014 a 2016. Editó este trabajo en clínica de obra con Adriana Lestido, en Buenos Aires. De miles de fotos hizo una selección de cien; de allí eligió también la muestra en el Centro Cultural Cine Lumière en 2016. Las imprimió todas y se las dio a los fotografiados. "Cada uno de ellos tiene su álbum", dice.

El título de la muestra conlleva implícita la pregunta de si estar en un manicomio es verdadera vida o si la vida empieza al salir. La institución manicomial, cuenta Isis, produce arrasamiento en los sujetos. Sólo al habitar una casa recuperan algo de singularidad, identidad o anclaje. La expresión de la mirada de Gregorio, su luminosa sonrisa al tomar en su mano los frutos de un árbol que él mismo plantó en su terreno, contrasta con el rostro curtido que esa sonrisa ilumina. "Vivió como un fantasma toda su vida, internado desde los 20 años hasta los 63 --cuenta Isis--. Tiene 65. Antes de la internación trabajaba en un vivero, sabe mucho de plantas y ahora plantarlas en su terreno le permite recobrar algo de su identidad".

Gregorio, fotografiado junto a uno de los árboles de su patio.

Las fotos de Isis testimonian por defecto, por fuera de campo, el crimen contra la humanidad que es el encierro de las personas con padecimiento psíquico. Su contundencia viene de su rasgo más sutil. "La lógica del manicomio conlleva un borramiento del sujeto", escribe Milanese.

Las viviendas asistidas vienen desmontando la lógica manicomial en el marco del proceso de desmanicomialización que exigen las Leyes Provincial y Nacional de Salud Mental, cuya aplicación peligra bajo el gobierno del PRO. Por esta ley luchan la Asamblea Permanente de Usuarios y un Movimiento de Usuarios y Trabajadores.