Paraíso     7 puntos

Argentina, 2020

Dirección y guión: Pablo Falá.

Duración: 65 minutos

Intérpretes: Marina Arnaudo, Fabio Camino, Sofía Lanaro y Ernesto D’Agostino.

Estreno: Disponible en las plataformas Cinear Play y Teilú.

Una joven camina sola a través de un bosque al atardecer. Se la ve de espalda mientras se aleja, pero cuando se detiene a mirar el paisaje la cámara la toma de frente y en primer plano, de modo que el espectador puede ver su rostro de gesto serio, pero no lo que está mirando. Enseguida, una sucesión de planos breves montados de forma más intensa muestran a la misma mujer bailando, divirtiéndose y tomando algo con amigos en un boliche. La secuencia termina con un paneo sobre una mesa repleta de botellas de bebidas alcohólicas a medio llenar y vasos sucios, y luego se la ve a la mujer en la cama, durmiendo mientras el teléfono suena una y otra vez, hasta que ella al fin se despierta. Concisa en lo narrativo y virtuosa en el trabajo visual y sonoro, desde sus primeras escenas Paraíso trabaja su relato a partir de las tensiones entre diferentes pares de opuestos.

Por un lado, a la tranquilidad del paisaje natural, con su alfombra de sonidos y sus colores templados, se le oponen la oscuridad de la discoteca, el ritmo mecánico y acelerado de su música y el parpadeo brillante de los reflectores. Como si se tratara de un oxímoron, las actitudes de la mujer también son contrarias: tensa y angustiada frente a un paisaje que debería ser relajante; distendida, animada y aparentemente feliz en el ámbito claustrofóbico del boliche. El recorrido posterior sobre la mesa del comedor no solo tiene como objeto completar el ciclo de las acciones realizadas ese día por Sofía, la protagonista, sino que en él se sintetiza la colisión de esas dos fuerzas que se enfrentan. Estas imágenes invertidas y contrapuestas se mantendrán en tensión durante toda la película y es difícil evitar la tentación de interpretar el título bajo esa misma lógica. Tal vez un Paraíso sea justamente lo que Sofía anda buscando sin poderlo encontrar.

Quien llamaba por teléfono era Lautaro, un amigo de Sofía, que viene a pasar unos días en la casa que ella alquiló en las sierras cordobesas para disfrutar el verano. Aunque es obvio que no se ven hace mucho, no tardará en hacerse evidente que entre ellos hay una historia previa que de algún modo ha quedado inconclusa. Como un fuego que parece haberse apagado, pero al que la brisa más leve alcanza para empezar a arrancarle chispazos, entre Sofía y Lautaro hay además una tensión que pronto se manifestará de forma física. Pero en la casa también está Clara, una amiga de ella, con quien también hay una atracción. Ambos vínculos vuelven a expresar ese tironeo que tiene lugar en el interior de Sofía y que el director cordobés Pablo Falá consigue extender dramáticamente sobre su película.

Pero en ese juego de opuestos, los chispazos sexuales de Sofía y Lautaro tienen una contracara que no tardará en hacerse notar. Será esa misma noche durante un asado al que también está invitado Franco, un chico que Clara conoció en la fiesta del día anterior. Sentados en torno a la mesa, una simple charla sobre la posibilidad de vivir en otro país altera sensiblemente la actitud de Sofía, cuyas luchas internas son también (y quizá sobre todo) consigo misma.

Desde el comienzo la cámara permanece junto a la protagonista y así se mantiene a lo largo de toda la película. A veces observándola a cierta distancia, permitiéndole algo de intimidad, pero en general manteniéndose muy cerca de ella. Esos planos cortos, en los que los gestos de la mujer ocupan casi toda la pantalla, exponen de forma contundente los distintos estados emocionales que el personaje atraviesa, evidenciando los cambios en su estado de ánimo. La actriz Marina Arnaudo logra dotar a Sofía de una expresividad de rango muy alto, consiguiendo que sus conflictos internos se manifiesten sin necesidad de grandes ostentaciones dramáticas. Sin embargo, como en una figura de Escher, en sus últimas secuencias Paraíso asume cierta circularidad, volviendo a dejar a su protagonista sola, pero esta vez permitiendo que el espectador comparta su punto de vista.