“Esta pandemia nos hizo retroceder por lo menos dos años en todo lo relacionado con el trabajo social que veníamos haciendo”, aseguró a Rosario/12 el padre Fabián Belay, titular de la pastoral de Drogadependencia del Arzobispado de Rosario. El cura señaló que el aislamiento social –“que es necesario y entendible”, aclaró- produjo “un vaciamiento institucional en las barriadas con las escuelas y los clubes cerrados y las actividades parroquiales restringidas”. Belay advirtió también sobre el verano que se viene: “Las piletas públicas son casi el único elemento de contención para los jóvenes en época estival. ¿Qué va a pasar si tienen que estar cerradas?”, se preguntó con preocupación.

Es sabido que la pandemia puso en suspenso y pausó muchas actividades tan vitales como la salud misma. En las barriadas populares de Rosario se notó particularmente en la contención a muchos jóvenes en relación a los consumos problemáticos, la violencia y el trabajo intenso que hacen muchas instituciones y especialmente vastos sectores de la iglesia que esperan poder volver pronto, con la intensidad que tenían, a estas actividades inclusivas. Pero por ahora, las emergencias sanitaria y alimentaria marcan el paso. “Están los dos extremos: los que se cuidan mucho y prácticamente no salen de sus casas y aquellos que ni se ponen un barbijo y a lo mejor salen contagiados a diseminar el virus sin darse cuenta ni hacerse responsables por lo que generan”, le dijo el cura Claudio Castricone con años de experiencia pastoral en Tablada.

Para el sacerdote, con todo, el clima social está aplacado. “Hay contención con los comedores comunitarios y también con las ayudas formales del Estado nacional y provincial que hacen que las cosas sean un poco más previsibles en medio de tanta angustia”, apunta. Pero señala que por ejemplo en su parroquia “tenemos habilitadas las misas para 30 personas y a veces no viene ni la mitad, cuando antes sí lo hacían. Hay temor a los contagios en muchos sectores”. También explica que muchos comedores debieron restringir sus actividades y hasta cerrar “por los contagios y a veces por falta de recursos”.

Castricone integra junto a otros sacerdotes como el padre Belay y muchos otros, un grupo conocido como el Equipo de Sacerdotes de Barrios Populares que desarrollan sus actividades en Las Flores, La Granada, Santa Lucía, Tío Rolo, San Martín A y San Martín Sur, La Lata y Tablada.

Además de la pandemia y las necesidades alimentarias, estos curas están preocupados y ocupados por la violencia creciente en estos sectores. “En su momento nos reunimos con el gobernador (Omar) Perotti y con el ministro (de Seguridad, Marcelo) Sain y le planteamos nuestro punto de vista sobre el tema que no es sólo policial sino que tiene
que ver con las oportunidades que sobre todo los jóvenes encuentran en estos barrios”, dice Castricone y apunta a planes provinciales como el Incluir y el Santa Fe Más; una especie de continuidad pero con objetivos que deben profundizarse respecto de los planes Abre y Nueva Oportunidad que había puesto en marcha el gobierno anterior. “Hay que avanzar mucho en ese sentido con la fuerza que puede tener el Estado
para lograrlo”, apunta el sacerdote responsable de la capilla San Pablo de Necochea y Ameghino. 

El padre Belay por su parte indicó que “el vaciamiento de instituciones barriales alteró el vínculo entre muchos sectores. Por eso ahora nuestro trabajo primordial es ver cómo recuperamos ese vínculo”. Y calculó que la pandemia fue “un retroceso de por lo menos
dos años en todo lo que veníamos haciendo en las barriadas. Acá no sirve la virtualidad, que además es imposible en muchos sectores, nuestro trabajo es con presencialidad, con redes, con contención a través de la parroquia, de la escuela, del club”, sintetizó.

Para Belay hay que “ponerse a planificar ya cómo será este verano porque en las barriadas populares las piletas públicas son casi la única contención para los jóvenes” y se preguntó qué es lo que puede pasar si las piletas tienen que permanecer cerradas. “Vemos además con preocupación que en estos meses muchos jóvenes que estaban contenidos han caído en el delito y el consumo y eso es realmente preocupante”,
dijo y agregó que con la llegada de las altas temperaturas “aumenta mucho el consumo de alcohol y la circulación de gente en las calles hasta altas horas de la noche. Son todas cosas que hay que empezar a prever en este verano tan especial”.

“Ahora lo que queremos es que los jóvenes puedan volver a tener sus espacios de contención”, dijo a este diario Irina Gaggioli referente de los centros de vida nucleados en Padre Misericordioso, que desarrolla sus actividades en siete barrios de Rosario. “La pandemia y la crisis social nos obligó a concentrarnos en lo sanitario y en lo alimentario pero estamos volviendo de a poco a recuperar el contacto con los jóvenes que tienen problemas de consumo y que están expuestos a la violencia en los distintos barrios populares de la ciudad”, afirmó. Gaggioli explicó además que las distintas parroquias que conforman una amplia red se sumaron a un proyecto impulsado por el senador del departamento Rosario Marcelo Lewandowski (PJ) que impulsa el programa de Escuelas Deportivas en los distintos barrios y que cuenta con la coordinación de profesores de educación física y psicólogos deportivos y que fue lanzado este viernes. “Creemos que el deporte es un formidable elemento de inclusión para jóvenes y por eso celebramos y participamos de este proyecto”, concluyó Gaggioli.