¿Cómo se sobrevive, cómo se muere en el año de la pandemia? La pregunta atravesó todos los trabajos que se presentaron al concurso La vida en tiempos de la peste que lanzó la revista Caras y Caretas. Entre sus dos categorías –un concurso latinoamericano de crónicas y otro de alcance nacional de ilustraciones– se alcanzaron los 400 trabajos presentados. Los ganadores y las menciones serán publicados en un número próximo de la revista. Una serie de trabajos potentes que permiten reflexionar sobre lo tiempos que corren y también ver cuánto de parecido hay con otras regiones del país y del continente.

“Estamos muy orgullosos de haber realizado estos concursos, con la consigna de que la vida sigue y la creación también”, señala a Página/12 María Seoane, directora general de contenidos del Grupo Octubre y directora de la revista. “Fue muy impresionante la respuesta. Había una necesidad de dar testimonio desde la primera persona muy grande en los cronistas”. Seoane también destaca la importancia del concurso literario, el primero de su tipo que Caras y Caretas lanza en su larga historia, y para cuyo jurado se convocó a referentes de todo el continente: Diamela Eltit González y Javiera Olivares Mardones por Chile, Carmen Lira Saade por México, Jorge Fornet desde Cuba, Raúl Vallejo de Ecuador, y Vicente Muleiro, Telma Luzzani, Cecilia Fumagalli y la propia Seoane por Argentina. “Estamos muy agradecidos con el compromiso y profesionalismo de los jurados, una muestra de genuina solidaridad latinoamericana”, celebra Seoane.

Al final de horas de lecturas, el jurado declaró ganadora a la crónica Los desplazados, del peruano Johan Sánchez Tandaypán. “Tiene una narración muy sólida, buenos diálogos, es una historia menuda, casi una parodia de literatura de road movie, donde pasan a primer plano los apremios y angustias cotidianas de la vida de millones de personas, potenciados por el momento de la pandemia”, señala Seoane.

Cuando habla con Página/12, Sánchez Tandaypán aún parece sorprendido. Su acercamiento a la escritura, cuenta, es autodidacta, pero no puede dejar el vicio de ir para todos lados con una libretita. Padeció el virus, pero no se sentía cómodo narrando su convalescencia. Al final, celebra, conoció a Amador, un transportista, que le permitió articular todo lo que venía observando sobre estos tiempos tan particulares. El escenario, agrega, es el de la Lima que transita a diario y la que vivieron sus padres. “Era una deuda que tenía con las gentes de estas quebradas”, apunta emocionado. “Me da mucha alegría que todo este trabajo que uno hace porque ama escribir, contar las historias de esta gente, de estos hermanos de la vida, sea reconocido. Me alegra mucho. De alguna manera es una confirmación de que algo bueno estoy haciendo, de que mi pluma no sea tan inservible como uno pensaba”, dice el autor, que se formó como ingeniero ambiental y nunca pudo estudiar algo vinculado a la escritura. “Quería dejar registro de cómo se afrontaba esto en una zona periférica de Lima, cómo la gente trataba de sobrevivir a la pandemia y al encierro con el que aún estamos luchando”.

Las otras tres crónicas reconocidas por el jurado corresponden a Paco Moreno Tineo, también de Perú, a María Fernanda Cooperstein (quien escribe desde California, Estados Unidos) y a Jorge Luis Hardmeier, quien ofrece una mirada potente sobre cómo es testimoniar en este contexto en juicios de lesa humanidad.

La convocatoria de crónicas de Caras y Caretas se complementa con otro concurso, el de ilustraciones, que tiene una larga tradición dentro de la revista, como bien observa Daniel Flores, director de arte de la publicación. En este rubro resultó ganadora Julia Leske Valentic, de Chubut y se llevó una mención especial Juan Martín Fleischer (CABA). También hubo menciones de honor para Laura Adela Dattoli (Buenos Aires), Héctor Fabián Méndez (CABA) e Ian Debiase (también CABA), quienes fueron reconocidos por un jurado que integró el propio Flores junto a Hugo Horita y Ricardo Ajler. “A mí no me gusta saber nada de la persona, sólo ver su trabajo”, cuenta Flores. Una enseñanza que recibió del jefe de fotografía de AFP, cuando trabajó en Estados Unidos. “Así que para mí fue más fácil la elección”, comenta. Su sensibilidad lo llevó a apoyar el premio a “Cinco”, del que cuenta que le gustó “su acuarela, su expresión, su manera de contar, su tristeza y su alegría”. “Me parecía que reflejaba muy bien cómo pasamos todos esta cuarentena”, advierte. “Cinco” era Romina Leske Valentic, chubutense.

Cuando este diario se comunica con Leske, aún está emocionada. Por eso pide, finalmente, responder por escrito. “El concurso fue la oportunidad de transformar todo un proceso interno muy intenso con el que me encontré durante la cuarentena y expresar lo que sentía”, rememora sobre la hechura de su trabajo. “El premio me significó la culminación de una etapa de tormentos y un encuentro más amable y gentil conmigo misma”, consigna, aunque admite que la noticia de recibir el galardón la “descolocó por completo”.

“Quise transmitir ese lugar de encuentro con uno mismo, donde uno toma conciencia de que allí me reflejo con el otro, donde no existe ningún tipo de diferencia entre vos y yo, y donde si intentás calzarte cualquier careta se te cae porque llegás completamente desnudo, ese lugar solitario donde no podés agarrarte de nada más que de vos mismo”, reflexiona. Pero también advierte que “pero ese alguien que eras ya no sos vos, así que para salir tenés que reinventarte y romper con un montón de cuestiones que rigieron tu vida y no te dieron más que infelicidad y desorientación, ver esa infelicidad negada, ver dónde te perdiste, ese lugar al que uno le teme pero que está ahí esperando el momento para revelarte lo necesario para continuar y tomar las riendas de tu vida desde la sinceridad”. La ilustración de Leske condensa cantidad de actividades y sentimientos posibles (co-existibles, incluso) en la situación de cuarentena. “Quise transmitir que donde estás vos estoy yo, y que te entiendo”.

Seoane vuelve a las preguntas importantes que guiaron el concurso. “¿Podremos seguir? ¿Podremos reinventarnos? ¿Nos adaptaremos a una nueva normalidad? ¿Qué mundo sobrevivirá? Con textos e imágenes potentes, los autores premiados nos sumergen en las encrucijadas que atraviesan este tiempo de zozobra, de batallas por la vida y de esperanza”.