La noticia que la Fórmula Uno puede dar este domingo es que Romain Grosjean, uno de sus 20 pilotos, está vivo. Aún cuando sea una noticia poco verosímil, porque la pantalla hiela la sangre por lo que llega y no llega desde el circuito de Bahrein, en la primera vuelta de la fecha 15 del calendario de la Fórmula Uno: un accidente del que inmediatamente sale mucho fuego, una televisación que deja en suspenso las imágenes de lo que sucedió, un auto partido literalmente al medio, un piloto que cruza el guardrail que pudo haberlo matado cual escena milagrosa de una película de acción: desde las llamas, Romain Grosjean logra salir vivo, puede caminar, aún cuando se le ve el estremecimiento en el rostro tras sacarse el casco derretido por el calor del fuego.

El Gran Premio del país del Golfo Pérsico comenzó de la peor manera: en la vuelta inicial, el francés Grosjean protagonizó un accidente brutal, en una de las primeras curvas que abrían el circuito. Aunque seguramente con el correr de las horas pueda llegar más información sobre una maniobra en la que el auto del piloto de la escudería HAAS toca el del ruso Daniil Kvyat, lo cierto es que tras ese impacto el monoplaza del francés salió disparado contra un guardrail sin protección de neumáticos a esa altura del trazado.

Inmediatamente, el auto comenzó a incendiarse, en una escena de fuego propia de otras épocas de menor seguridad en la máxima categoría. La calma recién volvió cuando se vio salir caminando por sus propios medios al piloto, conmocionado, en una escena que parece milagrosa tras ver el estado en el que quedaron los restos del auto que conducía y aquel guardrail, que se abrió y pudo ser un arma mortal para el hombre de la escudería estadounidense.

El piloto de 34 años, por lo informado hasta este momento, apenas sufrió quemaduras leves en las manos y los tobillos. "Se liberó por sí mismo y estuvo consciente en todo momento. Fue llevado al centro médico antes de ser trasladado en helicóptero al Hospital de las Fuerzas de Defensa de Bahrein (BDF), donde está siendo sometido a una evaluación adicional", expresó en un informe la FIA, durante la continuidad de una carrera que quedó completamente en un segundo plano.

Y es que el Gran Premio estuvo detenido por más de una hora tras el accidente y ni siquiera hubo paz tras la reanudación. Tras el relanzamiento, otro accidente: esta vez fue Lance Stroll, piloto de Racing Point, quien colisionó increíblemente al tocarse (¡otra vez!) con el monoplaza del ruso Kvyat, provocando una volcada que afortunadamente no tuvo mayores consecuencias.

Con los abandonos de Grosjean y Stroll, se pensó que ya no habría más sobresaltos en Bahrein, en una carrera que lideró ya desde la largada el británico Lewis Hamilton, campeón hace dos semanas con su Mercedes. Pero no: la fecha 15 todavía tenía más dramatismo en su haber.

A tres vueltas del final y con Sergio "Checo" Pérez logrando una valiosísima tercera posición detrás del inglés y del Red Bull de Max Verstappen, el auto del mexicano empezó a humear hasta prenderse fuego y lo obligó a detenerse y a forzar la bandera amarilla.

El que ingresó entonces fue el auto de seguridad, que cerró una carrera dramática de principio a fin, metáfora de un Gran Premio que ganó Hamilton y que motivó un deseo poco común entre fierreros y fierreras: que, con todos los pilotos y empleados del circuito a salvo, se termine de una vez.