La semana pasada, Eduardo Rucci abandonó en la puerta de la Comisaría de la Mujer y la Familia de Bahía Blanca a dos niños de 6 años, nacidos en Guinea Bissau. La adopción la había realizado junto a su esposa, Natacha Perring. "El hombre refirió razones personales que dificultan su vinculación y sostenimiento de la vida familiar”, decía el expediente. En varios medios de comunicación titularon el hecho como una “devolución”, dándole el carácter de objeto a las personas abandonadas. La exotización y objetivación de los cuerpos de niños negros es una dimensión entre muchas otras del aberrante racismo estructural que existe en nuestro país.

En 2006, Madonna creó una fundación llamada Raising Malawi (Elevando Malaui) que hasta el día de hoy lleva a cabo proyectos vinculados con la salud, la educación y el apoyo comunitario en el país africano. Ese mismo año hizo efectiva la primera de tres adopciones en uno de los países con mayores índices de pobreza de todo el continente. Joyce Banda fue la primera mujer en asumir el cargo de presidenta de Malaui en 2012 y la segunda en la historia de África. Durante su mandato le reprochó a Madonna un comportamiento “conquistador” y la acusó de jactarse excesivamente de su generosidad hacia Malaui.

Nicole Neumann, al enterarse de lo sucedido con los niños abandonados en la comisaría, se mostró compungida y dispuesta a hacer lo que haya que hacer para contener el desgraciado destino de esos niños negros y desplegar una supremacía blanca que tiene larga data. En la edición de la revista Caras del 23 de agosto de 2005, aseguraba que al igual que Angelina Jolie, viajaría a Sudáfrica con su marido "para adoptar un bebé africano”. La operación nunca sucedió, sin embargo, quince años más tarde, la propuesta es la misma: Nicole se puso a “disposición” para adoptar a los dos niños. Pero no fue la única. Apenas trascendió la noticia, en la Municipalidad de Bahía Blanca recibieron 500 llamados de gente dispuesta a adoptar y ayudar, verbos que trazan algunas preguntas respecto de actitudes que no son individuales, sino que son parte de un entramado que mantiene a determinados grupos étnico-raciales en situación de marginalidad: “Las instituciones, las prácticas culturales, los medios de comunicación se sintonizan para mantener esta estructura que finalmente es una estructura de poder y de opresión”, señala Patricia Gomes, afroargentina y asesora de la Secretaría de Políticas de Igualdad y Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. 

“Hay prejuicios que rondan en torno de las personas negras, que tienen relación con la exotización: las mujeres negras como calientes, siempre dispuestas a sexo, y los varones con miembros grandes. Las ideas exotizantes tienen que ver con la inferiorización, el objetivo es catalogarnos en estereotipos de los cuales no podemos salir, eso limita nuestras experiencias y capacidades porque siempre se espera de nosotres que ocupemos esos lugares. Dos niños negros, traídos de África, alimentando este mito de que África es una masa uniforme y homogénea de tierra llena de guerras y niños muertos de hambre, son parte de un exotismo que, además, hace que haya 500 familias queriendo adoptarlos. Lo que deja ver esto es una clara concepción de los cuerpos negros como objetos de observación y exhibición, que se relaciona con la visión exotista de nuestros cuerpos”. La exhibición se ve exacerbada a través de las redes sociales, donde una foto con niñes negrxs funciona como vidriera que describe el afán por su salvación y protección. Sin embargo la cuestión de la “devolución” es algo mucho más frecuente de lo que se piensa. La activista afrodescendiente y mapuche Alma Velasquez Huichulef, afirma respecto de la exhibición que “salieron las fotos de cuando los adoptaron, pero no salió nada de cuando los abandonaron en la comisaría. La cosificación de las infancias negras es más común de lo que imaginamos, se ve en una persona que tiene el privilegio de viajar al continente africano, se les expone en fotografías como si fuera una atracción turística”

“El complejo del salvador blanco“ es una frase acuñada por el historiador nigeriano Teju Cole, para referirse a personas blancas que brindan ayudas desmedidas a personas racializadas para llenar un vacío existencial: “Sienten que quieren salvar a poblaciones mucho más desdichadas que ellxs. En el cine, por ejemplo, puede verse muy claramente ese proceso, incluso en una película como Black Panther, completamente afrocentrada,  donde el noventa por ciento de las personas que actúan son negras, termina siendo la persona blanca la que “saca las papas del fuego”, explica Patricia Gomes.

La magnitud del racismo estructural en Argentina es expansiva, puede advertirse en una dinámica social de racismo internalizado, que da por hecho que la mayoría de las personas en nuestro país son blancas y descendientes de europeos. “El mestizaje vino a justificar la imposibilidad de definir una pertenencia racial en los ciudadanos del país, y se empezaron a crear imaginarios colectivos donde se asocia lo negro con lo malo, lo feo, lo sucio y lo salvaje; por otro lado se asocia lo blanco con lo refinado y lo civilizado, para que las personas que son mestizas -yo prefiero decir “mezcladas”- reconozcan más su parte blanca y nieguen su origen afro u originario”, concluye Alma.

La estructura racista y discriminatoria niega la existencia de personas negras en la conformación étnico racial de nuestro país: “Es fundamental reconocer que toda la organización social, los espacios institucionales, las academias, son campos de poder de tradición blanca, clasistas y heteronormativos. El saber -así como los territorios y nuestras identidades- también fue colonizado. La educación ha sido entendida como un espacio de autoridad, de disciplinamiento, de creación, de transmisión de conocimiento y de creación de estos conceptos como el del “mestizaje”, que fueron conocimientos legitimados por el Estado y por sus instituciones”, expone Alma, integrante del Área de Género de la Comisión Organizadora del Día 8 de Noviembre, espacio que difundió un repudio hacia una nota publicada por el diario Infobae el 15 de noviembre , donde se afirma que el racismo estructural se utiliza para justificar la creación de una Comisión Nacional para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad Afroargentina.

Desde el Área de Género expresan que “una vez más, los argumentos son enunciados por voces blancas que niegan el pasado histórico de los grupos sociales subalternos, y su participación en la construcción de Argentina como país. Las personas con nuestro fenotipo negro, indígena o no blanco, buscan narrar desde otros lugares de pertenencia e identidad – como los movimientos sociales y los feminismos negrxs – las otras versiones sobre los procesos históricos y cómo estos han intervenido en la construcción de la sociedad argentina actual. No obstante, las corporalidades "no modernas" desde la perspectiva racista, suelen ser percibidxs como "intrusxs", "subordinadxs", "el otro", "el que está fuera de su lugar" y obviamente "quien no tiene derecho a hablar"." 

Las infancias negras pasan de ser preciadas y objetizadas para familias blancas, a ser adultes que al habitar el espacio público en la venta ambulante o el espacio privado dentro del servicio doméstico, pierden el carácter de exotismo y se convierten en objetos de hostigamiento y discriminación. Tres jugadores de Los Pumas, Pablo Matera, Guido Petti y Santiago Socino, fueron suspendidos por tiempo indeterminado por los posteos racistas que realizaron hace algunos años en sus cuentas de Twitter. El repudio fue generalizado por el alto contenido racista y xenófobo que contenían los tuits. “Los dichos de los jugadores de los Pumas no son algo extraño en la sociedad argentina, esa construcción de mentes racistas sigue vigente y hay gente que efectivamente piensa así. Lo que quizás ha cambiado es la manera en la que sale a la luz. Necesitamos esa revisión que no es individual sino colectiva e histórica”, dice Julia Cohen Ribeiro, integrante del Colectivo Artístico Afrofeminista Kukily, y agrega: “la discusión pública es el ámbito para poder reestructurar una vida antirracista”.

El racismo en Argentina se expresa en muchos planos, detectar esa internalización con la que se desarrollan los mecanismos vinculares parece ser una de las claves. “Las personas blancas o las personas que se identifican como blancas no saben cómo acercarse a una persona racializada viéndola como una persona completa, siempre desde la extranjerización o la exotización, o directamente desde la violencia racista”, comenta Julia. El exotismo es el sentido común del racismo, es lo que circula en los medios de comunicación, en las escuelas, en el lenguaje y en la historia oficial que reproduce que no hay negrxs en la Argentina.

“Es un racismo creativo, diría, que se tiñe de exotismo y hasta puede pasar por mera curiosidad por algún aspecto de nuestros cuerpos”, explica Patricia Gomes. La curiosidad es una de las maneras de encubrir este racismo estructural, se desprende del exotismo pero va incluso más allá. Cuando la curiosidad se agota, el objeto se descarta. ¿Por qué cuando se abandona a dos niños adoptados en una comisaría se habla de devolución en un sentido tan evidentemente mercantilista? Eduardo Rucci, al dejar al los dos niños en la comisaría, también dejó por escrito -como acompañando el paquete- algunas de las razones que argumentan la decisión familiar: “No poder sostener el vínculo, problemas de convivencia, dificultades para poner límites porque había algunas costumbres totalmente diferentes, cosas que vienen arraigadas culturalmente y que no se pudieron sobrellevar".

¿Es la supremacía blanca la que produce ese dolor desgarrador de la opinión púbica frente al abandono de los dos niños negros? ¿Es el mismo mecanismo por el que se siente ese deseo salvador y protector por adoptarles? ¿Las historias de salvadores y salvadorxs no son fuertes insignias colonizadoras? Algunas de las respuestas podrían estar en ese reproche que la mandataria malaui le hacía a la reina del pop acerca de su comportamiento conquistador.