Desde Berlín.

Mientras en la Argentina el verano hace que las medidas puedan ser más laxas, en Europa recrudece la batalla contra la covid-19, aún en países que fueron ejemplares. Así, desde que arrancó la pandemia, el mundo viene celebrando el comportamiento de las mandatarias, más humanas y empáticas. Tal fue y es el caso de la canciller alemana Angela Merkel, a la que muchos sostienen, su manejo de la pandemia, elevó su imagen, y estas últimas semanas, debido a cifras que se disparan, se la vio según el termómetro emocional alemán que sin dudas difiere del latino, aún más emocionada y usando por primera vez un lenguaje coloquial, tratando de apelar a la sensibilidad social en una época del año que resulta crítica para pedir distanciamiento.

Un pedido que terminó de reafirmar y reforzar este domingo por la mañana, reunida junto a los 16 ministros de los estados federales, anunciando en un primer borrador una cuarentena estricta desde este próximo miércoles 16 de diciembre al 10 de enero, con escuelas y jardines de infantes y comercios minoristas cerrados (sólo abrirán farmacias y supermercados) y prohibición de reunirse en Año Nuevo.

"Si de aquí a Navidad tenemos muchos contactos y finalmente esta es la última Navidad que celebramos con los abuelos, habremos fallado en algo, y eso no puede suceder, señoras y señores diputados", decía el pasado miércoles 9 de diciembre en el Bundestag cuando la cifra oficial de muertos ascendía a 590 en un día, un lamentable récord.

Mientras que hoy sumaba: “Debemos actuar con urgencia. Hemos visto que los contagios han crecido de manera exponencial en los últimos días, y eso significa que tenemos que llorar a muchos fallecidos", ha añadido, tras declarar "insuficientes" las actuales medidas de contención.

Con esta frase y nuevas medidas encamina a Alemania a un confinamiento como el que tuvo sólo al inicio de la pandemia (y algunas decisiones nada menores para esta época del año tratándose del pueblo alemán, ya que hacen a algunas de sus costumbres más arraigadas como el cierre de los mercados navideños y la prohibición de la venta de fuegos artificiales y Glühwein , vino caliente especiado, en las calles), respaldaba en la recomendación de las autoridades sanitarias y con una población que en general acuerda con todas las medidas pero salió de forma bastante masiva a la calle este último fin de semana a hacer sus últimas compras navideñas.

Con los nuevos datos, el balance de la pandemia en territorio germano asciende a 1.320.716 personas contagiadas y 21.787 decesos, dos después del récord de 598 fallecidos diarios del jueves al viernes, según el balance publicado este domingo por el Instituto Robert Koch (RKI), la agencia gubernamental alemana encargada del control de las enfermedades infecciosas.

"Entre el 20 de diciembre y el 10 de enero, tenemos prácticamente tres semanas de restricciones masivas, lo cual sin duda también generará una reducción de las incidencias", explicó el alcalde de Berlín, Michael Müller, quien también es presidente de la conferencia de ministros presidentes de los Estados federados. Para los días del 24 al 26 de diciembre, se deben permitir "reuniones de 5 personas más niños de hasta 14 años de edad en el círculo familiar más cercano". Para la víspera de Año Nuevo y el día de Año Nuevo (1 de enero), el borrador recomienda una prohibición nacional de las reuniones.

Decisiones celebradas con aplausos por la CDU, su partido, y medidas que les dejan servida en bandeja la mecha que durante todo el año vienen encendiendo en su contra los partidos de ultraderecha como Alternativa para Alemania (AfD), que encontraron en la pandemia, un blanco donde pegarle y captar nuevos adeptos. 

Muchos la definen como la última batalla de Merkel, ya que desde el inicio la canciller se tomó muy en serio la pandemia, discutiendo con los primeros ministros de los estados federados que son responsables de sus respectivos territorios. También, obligada a dejar de lado un galardón no menor de su gobierno, el déficit cero del presupuesto alemán, que este año, dicho por Ralf Brinkhaus jefe de su grupo parlamentario, se convirtió en el “presupuesto coronavirus”.

El estado federal de Alemania podrá gastar casi medio billón de euros el año que viene y volver a contraer altas deudas en la lucha contra la crisis del coronavirus. El Bundestag aprobó el presupuesto para el próximo año con los votos de la coalición gobernante. En total, el ministro de Finanzas Olaf Scholz pretende gastar un poco menos que en el año en curso. Más de un tercio de los gastos a nivel de estado federal se financiará con nuevo endeudamiento de casi 180.000 millones de euros. Están previstos subsidios de alrededor de 39.500 millones de euros para empresas afectadas por la actual crisis.

El virus usado por ultraderechistas y antivacunas

Pero esto no es todo. El virus ha sido un excelente caldo de cultivo para los grupos de ultraderecha ocupados en captar nuevos adeptos en cada manifestación anti-cuarentena o anti-vacunas y luego de cada nuevo anuncio de la canciller (basta recordar las escaleras del edificio histórico del Reichstag en Berlín que fueron escenario de una imagen sin precedente en la historia de la República Federal de Alemania el pasado 29 de agosto con unos cientos de manifestantes, entre los que había “Reichsbürger” (Ciudadanos del Reich) a los que un primer momento, a la policía le costó dominar).

Los autores de Epidemia Ultra, un blog y podcast que informa y alerta sobre lo que entienden es “un virus que crece, el virus del odio de la derecha radical” se dedica a explicar, entre otros, como en Alemania, este partido ha conseguido reinstalar un discurso xenófobo, revisionista y hasta racista en el debate público, favorecidos por circunstancias externas como el coronavirus. “Han sabido explotar el miedo y la decepción en muchos sectores de la población. Con ello consiguieron ubicarse como la fuerza más votada luego de los partidos mayoritarios a nivel federal. Y a la vez han puesto en peligro valores fundamentales para la democracia de ese país”, afirma Franco Delle Donne, uno de los periodistas fundadores. A lo que Andreu Jerez agrega que: “La crisis mundial generada por la pandemia ofrece, además, una oportunidad de oro para esa tradición ultraderechista ahora encabezada por movimientos como el Movimiento Identitario (IB, en sus siglas en alemán), publicaciones como la revista Compact o incluso partidos como Alternativa para Alemania (AfD, tercera fuerza del Bundestag que lidera la oposición parlamentaria): por una parte, para alimentar el discurso de la necesidad del cierre de las fronteras para, en este caso, cerrar el paso al virus, una lógica perfectamente aplicable a la inmigración; por otra, da munición a aquellos que blanden el discurso de que el cierre de la vida social y económica no es otra cosa que el intento de las élites globalistas de acabar con los pueblos de Europa, en este caso con el alemán – y con su homogeneidad y continuidad etnocultural, uno de los puntales de la narrativa de la nueva ultraderecha germana”, detalla Jerez.