“Este premio hay que compartirlo con todas las mujeres que están luchando”, dice Eva Giberti a PáginaI12. Se refiere al Konex de Platino que recibió anoche y que la distinguió entre las trayectorias más significativas de la última década de las Humanidades Argentinas. En su caso, en el campo de los Estudios de Género. “Es simbólico”, dice a los 87 años, y reconoce a las que la precedieron en el activismo por los derechos de las mujeres, entre ellas dos históricas feministas, Lucrecia Oller y Blanquita Ibarlucía, quien falleció el año pasado, y a su gran maestra, Alicia Moreau de Justo. “Ella merecería todos los premios por las luchas que tuvo”, apunta, con emoción y es toda una declaración de principios. Doctora en Psicología, trabajadora social, psicoanalista, Giberti fue pionera en la divulgación a grandes públicos de los temas de género y se convirtió en maestra de generaciones de mujeres: “Empecé a escribir en el ‘56, con artículos sobre educación de las niñas en distintas revistas”, recuerda. En 1961 iniciaría esa colección emblemática que fue Escuela para Padres, que llegó a publicar 30 ediciones. Sus textos rompían moldes, abrían cabezas. Y lo siguen haciendo. Uno de sus artículos, publicado en los años ‘60 bajo el título “La virginidad es un estado del alma” en la revista femenina Damas y damitas, incomodó tanto a ciertas mentes retrógradas que fue censurado: “El intendente de entonces mandó a secuestrar todos los ejemplares de los kioscos”, cuenta, casi divertida. Lo inconveniente era que daba argumentos sobre el derecho a la sexualidad de las jóvenes. Entre sus orgullos, se destaca la creación de la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las personas damnificadas por el delito de trata en el año 2008, en el ámbito de la Secretaría de Derechos Humanos, pocos meses después de la tipificación de ese delito por el Congreso.
–¿Qué la empujó a escribir sobre temáticas de género? –le preguntó ayer este diario.
–La injusticia, el autoritarismo, el machismo. Escuela para Padres está inspirado en el autoritarismo de los padres, después me motivó el autoritarismo de los varones –cuenta Giberti, autora de numerosos libros y artículos en distintos medios, entre ellos, PáginaI12, donde se reeditó y actualizó su Escuela para Padres.
Durante la última dictadura militar, Giberti coordinó en su casa grupos de estudio, lectura y reflexión. En la gestión alfonsinista, fue convocada junto a otras referentes de distintos ámbitos, como asesora por la reconocida Zita Montes de Oca, entonces subsecretaria de la Mujer. Fue su primera aproximación a la función pública. Más tarde la desempeñaría durante la gestión de Aníbal Ibarra como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, cuando María Elena Naddeo, entonces al frente del Consejo de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la llamó como consultora y a la vez, para que se hiciera cargo del Registro Unico de Aspirantes a Guardas con fines adoptivos. La adopción ha sido otro de sus grandes temas. Entre otros recorridos, Giberti fue docente de la UBA en la Especialización de Posgrado en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología. Y en los últimos años capacitó y formó a efectivos de fuerzas de seguridad en la temática, además de dar charlas y conferencias en ámbitos académicos y comunitarios.
Su primer acercamiento a víctimas de violencia machista, recuerda, fue a poco de recibirse de asistente social. No tenía 30 años. “Yo trabajaba en el Ministerio de Asistencia Social, era el gobierno de Frondizi. A las mujeres se las seguía, para ver cómo estaban, qué necesitaban. Eso se tendría que hacer ahora. Vemos todos los días cómo retiran las denuncias, retroceden, porque no se sienten seguras con el después”, dice con mirada critica.
–¿Qué más habría que hacer?
–Más difusión, más marchas, más fuerza entre nosotras.
–Parecieran imparables los femicidios. Hay quienes hablan de un efecto de imitación. 
–Los vimos con el caso de Wanda Taddei: después de que muriera como consecuencia de las quemaduras que le causó su esposo, aparecieron nuevos incineramientos, otros sujetos se inspiraron. Creo que los femicidas se inspiran. Cuanto más marchas, más crecidas nosotras, hay una exacerbación del deseo de matar que está en cada persona –como decía Freud– y está fogoneado culturalmente. 


Los otros premiados con el Platino

La Fundación Konex entregó ayer 21 premios Platino, elegidos ente los quintetos en veinte disciplinas, que distinguieron a 100 personalidades más destacadas de la última década en las Humanidades Argentinas. Fue la primera vez que se incluyeron los Estudios de Género. El Konex de Brillante fue compartido por la jurista mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci y José Emilio Burucúa, de las academias nacionales de Bellas Artes y de Historia.
Además de Eva Giberti y Kemelmajer, también fueron distinguidas otras mujeres: Ana María Fernández en Psicología: Mónica Pinto, decana de la Facultad de Derecho de la UBA, en Derecho Procesal, Internacional y de la Integración, que lo compartió con Roland Arazi; Maristella Svampa en Sociología, Rosana Guber en Arqueología y Antropología; en Teoría Lingüística y Literaria, Josefina Ludmer; Virgina Ungar en Psicoanálisis, y Diana Cohen Agrest, en Ética. 
Los demás ganadores fueron: en Filosofía, Mario Caimi; en Lógica y Filosofía de la Ciencia, Ricardo Gómez y Oscar Nudler; en Estética, Teoría e Historia del Arte, José Emilio Burucúa; en Educación, Juan Carlos Tedesco; en Ciencias Políticas, Vicente Palermo; en Teoría y Filosofía del Derecho, Eugenio Bulygin; en Derecho Comercial y Laboral, Héctor Alegría; en Derecho Constitucional, Horacio Rosatti, en  Derecho Administrativo, Tributario y Penal, Carlos F. Balbín; en Teoría Económica, Pablo Andrés Neumeyer; en Análisis Económico Aplicado, Fernando H. Navajas; en Desarrollo Económico, Leonardo Gasparini y Pablo Gerchunoff.