La activista Violeta Osorio brindó una charla el viernes último en Salta junto al Observatorio de Violencia Obstétrica, en el que destacó la falta de sanciones para la violencia obstétrica, señaló que existe responsabilidad del Estado y marcó la necesidad de instrumentar políticas públicas para prevenirla.

La ley de 26.485 incluye a la violencia obstétrica como una de las modalidades de la violencia de género y la define como aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929, de parto humanizado.

La violencia obstétrica no es considerada un delito. "La figura que tenemos las mujeres para reclamar es administrativa, la ley 25.929 habla de quejas administrativas. Sin embargo, no existen sanciones para este tipo de violencia. No hay sanciones concretas para la institución, ni para los y las profesionales involucrados, no hay sanción económica, ni se les retira la matrícula", reseñó Osorio en diálogo con Salta/12.

Si bien se podría intentar judicializar estos casos como amenaza, coacción, mala praxis, abandono de pacientes, Osorio advirtió que son procesos muy largos y muy difíciles de probar. El sistema en este sentido "da pocas herramientas para resarcir esas vulneraciones".

Para la activista, debe haber sanciones efectivas para estas violencias, "lo que necesitamos es entender las raíces culturales y políticas". La violencia obstétrica "habla de un lugar en que todos pueden apropiarse de nuestros cuerpos, tomar decisiones, se nos invisibiliza en nuestros deseos y decisiones". Añadió que lxs profesionales "tienen solo dos maneras" de brindar atención a las mujeres en el embarazo y el proceso de parto: "O garantizan derechos o vulneran derechos, no hay punto medio", por eso "necesitamos que haya tolerancia cero porque nos está costando la vida a la mujeres y a los hijos e hijas".

La violencia obstétrica puede implicar la muerte materna, "en términos médicos y clínicos, se leen como error, hay muertes evitables pero existen otros casos aterradores, para las mujeres y las familias que se han originado en el destrato, desprecio o ninguneo", precisó Osorio. "Las mujeres que han atravesado la muerte de sus hijxs, en el marco de violencia obstétrica, y que pidieron a gritos asistencia, sienten el desprecio a lo que estaban manifestando".

Osorio indicó que las mujeres padecen abusos, torturas y violaciones. "Exigimos que se tome magnitud de este flagelo", enfatizó. Detalló que en Argentina cada 60 segundos nace un o una bebé y una mujer pare. Nueve de cada diez procesos van a atravesados por un tipo de violencia.

Consecuencias

Osorio explicó que la violencia obstétrica es ejercida mediante maltrato verbal o físico, internaciones innecesarias, episiotomías, conductas aleccionadoras, castigos, cuando hay negativas de las mujeres a aceptar las propuestas del equipo obstétrico. Es una forma de violencia de carácter sexual que supone una violación a los derechos humanos y es ejercida para controlar a las mujeres y mantenerlas en la sumisión.

En la situación de violencia obstétrica las mujeres no tienen posibilidad de decidir sobre los procedimientos que se llevan a cabo sobre sus cuerpos ni el bienestar de sus hijxs. Osorio contó que, como la mayoría de las mujeres, llegó a esta militancia luego de haber vivido una vulneración de derechos cuando tuvo a su primera hija, en la que le practicaron una "cesárea innecesaria" y su hija pasó una instancia en neonatología también innecesaria. "Sentía culpa (...). Es una experiencia que nos atraviesa en nuestras vidas y es de carácter sexual", afirmó.

Esta violencia conlleva consecuencias, dificultades para vincularse con el hijo o la hija, depresión post parto, sentimientos de culpa, vergüenza por las cicatrices en el cuerpo, circunstancias que también pueden afectar la vida sexual de las mujeres y tiene un impacto directo en su salud mental y en la percepción de sus vínculos. "Se la suele leer fuera de contexto como puramente médica o clínica, es un tipo de violencia machista", precisó la activista. 

Osorio milita en Las Casildas, una organización multidisciplinaria fundado por Julieta Saulo que aborda todo tipo de violencias de género y que creó el Primer Observatorio de Violencia Obstétrica de Argentina. Este espacio realizó un relevamiento que da cuenta de la vulneración de derechos que implica la violencia obstétrica a nivel nacional. 

Los resultados arrojaron que se llega a un 47% de partos por cesáreas, cuando la OMS señala que son médicamente necesarias solo entre 10 y 15%. A su vez, hubo un 67% de episiotomías, cuando cuando el promedio de necesarias es del 10%. "Tenemos la certeza de que 9 de cada 10 mujeres sufren violencia obstétrica y sobre sus hijos e hijas". Además, el 90% de las mujeres se sentía incapaz; el 40% veía afectados sus vínculos. Ahora se está haciendo un relevamiento para recabar datos de la violencia obstétrica en la pandemia. 

Parto y pandemia 

La activista indicó que durante el período de aislamiento se suspendieron turnos de consultas para las embarazadas, lo que generó un "nivel de angustia importante". "Las cesáreas se elevaron y también las inducciones, que consisten en apurar los tiempos de los nacimientos". También se impidieron los acompañamientos y dijo que en el sector privado comenzaron a aparecer situaciones de cobro extra para garantizar algunos derechos de las mujeres  "nuestros derechos se convirtieron en mercancía".  

Aunque la violencia obstétrica se puede dar tanto en el sistema público de salud como en el privado, Osorio sostuvo que en el sistema de salud pública se registra "mayor violencia verbal y física: comentarios, chirlos, sacudidas". También es cuestionada la posición en que la mujer deber parir, que es cómoda para obstetras pero no para las mujeres ni los nacimientos. "Nos atan las piernas, desde la idea de que nos estamos portando mal. En las cesáreas se suele atar los brazos de las mujeres… sigue siendo una práctica normalizada".

A esto se añade que ahora se debe parir con barbijo. El proceso de parto es muy intenso, "las mujeres solemos jadear, es un proceso sexual, hay gemidos, gritos, el barbijo implica una sensación de represión", señaló Osorio. "No se discute la necesidad de tomar recaudos, pero no puede ser a costa del bienestar físico y psiquíco de las mujeres", puntualizó y lamentó que "La variable de ajuste siempre somos las mujeres". 

Aborto y violencia obstétrica

La activista señaló por otra parte que la violencia obstétrica recrudece frente a la diversidad sexual, en los procesos de aborto, post aborto o parto.

Indicó que la Ley de Interrupción Legal y Voluntaria del Embarazo (IVE) representa un avance y una conquista de las mujeres en las calles. "La realidad es que no ha cambiado mucho la posibilidad de que las mujeres decidamos sobre nuestros cuerpos. El aborto o el parto, parecen realidades distintas pero nos estamos jugando lo mismo, poder decidir libremente", aseguró.

Enfatizó que el aborto sigue estando penado "moralmente", y continúa teniendo un carga social y política negativa. Las que deciden abortar "siguen siendo condenadas por el sistema". Sin embargo, para Osorio la ley "nos da la posibilidad de generar otros procesos políticos y culturales".

Parto en casa

La violencia obstétrica no se puede prevenir, y lo que se puede hacer es "generar estrategias de resistencia", ir acompañadas por alguien que sabe lo que ellas quieren y que pueda hablar por ellas, asesorarse respecto a lxs profesionales que trabajan en modelos de respeto a los derechos humanos, tratar de pasar la mayor parte del tiempo en la casa y luego ir al hospital, aconsejó Osorio. 

Una alternativa son los partos domiciliarios, Osorio indicó que es legal y siendo planificado es un método de asistencia reconocido y avalado por la OMS. Aunque advirtió que debe hacerse en condiciones obstétricas, y con acompañamiento idóneo, dijo que "son más seguros que los partos en instituciones" y hay "mayor bienestar materno fetal". Aclaró que este modelo de atención "no reniega de la ciencia ni de la institución", sino que se apoya en ellas. 

Para Osorio, las mujeres deben poder elegir cómo, dónde y con quién parir, y en ese contexto el modelo de atención domiciliario "es una mejor opción siempre y cuando se lo desee, es ideológico y político". Sin embargo, Osorio aclaró que, si bien los índices son más bajos, también aquí puede haber violencia obstétrica.

El parto domiciliario no está cubierto por obras sociales ni las prepagas, es un servicio que se costea de forma particular. "Está atravesado por la variable económica", pero "ante todo, por la variable sociocultural, se necesita un capital cultural, tienen que saber que es posible parir en casas", indicó Osorio.

Osorio llegó a Salta en el marco de las capacitaciones que dicta Gaia Doulas Salta, "son mujeres que acompañan a otras en procesos sexuales reproductivos y no reproductivos", explicó.