Detente, instante, eres tan bello es el hipnótico título con el que acaba de salir en Argentina la obra poética reunida de Cristina Peri Rossi. Casi un verso que promete imágenes repentinas, diálogos amorosos efímeros, el tiempo convertido en palabras. Es la primera vez que los poemas de esta enorme escritora uruguaya radicada en Barcelona se editan en nuestro país. Para leerla, había que buscar ediciones españolas, como si sus poemas no se hubieran originado aquí nomas, del otro lado del río --aunque lo cierto es que nadie sabe dónde se originan las palabras de un poeta. Por muchas razones Peri Rossi es una autora fundamental de la literatura rioplatense, con una obra premiada y traducida a más de veinte lenguas, integrada por libros de cuentos, ensayos, novelas y poesía. El volumen editado por Caballo negro incluye dieciséis poemarios, más una yapa de poemas no incluidos en libros, que permite ver un arco que va de 1971 hasta la actualidad.

Escritora, traductora y activista política nacida en Montevideo en 1941, su filiación con la izquierda, más la participación como periodista en medios como la revista Marcha y el diario comunista El Popular, le valieron el exilio. Desde 1972 reside en Barcelona, de donde decidió no moverse, incluso después del retorno democrático a su país. En varias oportunidades explicó que esa incomodidad fue fundamental para su escritura. “Para recordar tuve que partir”, escribió, y también “Regresar es morir un poco”. Desde esa rabia, esa carencia, esa difícil posición que la volvió aún más contestataria –sus libros estuvieron décadas prohibidos en Uruguay-- Peri Rossi fue construyendo, incansablemente, su poesía.

Sus primeros libros de narrativa publicados en los años 60 fueron reconocidos de inmediato y es considerada la única mujer del llamado Boom latinoamericano. No conforme con eso ni con nada, su trabajo se plantó siempre a contrapelo, con piezas muy distintas entre sí, saltando entre géneros –del cuento a la novela y de ahí a la poesía. De todo esto testimonia Detente, instante, eres tan bello: dieciséis libros de poemas que testimonian una vida para la literatura, como piezas de un gran tapiz vibrante y de dolores diversos, aun con continuidades, aun con resistencias.

Se abre con Evohé (1971), imponente desde su nombre en griego que alude al clamor de las bacantes para llamar a Dioniso. Un conjunto de gran contenido erótico, lésbico, de una elegancia y una precisión, como escritas a golpe de cincel. Hay que tener en cuenta que esa asunción, desde el comienzo la colocó en un lugar controversial. ¿Cuántos poemas de amor de mujeres a mujeres había a inicios de los años 70? Pocos. El movimiento se estaba iniciando. Y muchos menos escritos con esa gracia desfachatada y una pluma que no se quedaba solamente ahí, sino que se volvía repliegue literario y también político. En el primer texto de la serie imagina una mujer enhebrando en el aire las letras de un poema bello y no termina de describirlo cuando en los mismos versos ella, la voz poética, destroza con un hacha el piano que la estaba acompañando. De esto hablamos: el juego metaliterario, el poema y una mujer hermosa como parte de una misma sustancia, y el final inesperado, una nota altisonante, que electrifica hacia atrás todo el recorrido, grabándolo para siempre en nuestra retina. Género y sexualidad van a ser la ética para su poesía. Como escribió más adelante: “Colocar sobre la mujer todas las banderas.”

En los libros que siguieron, Descripción de un naufragio, Diáspora y Estado de exilio, escritos en la misma década, Peri Rossi suma a su universo lírico –sin abandonar nada de lo anterior- la experiencia del destierro. Quien escribe es alguien que tuvo que partir con una maleta vieja en la que, dice, había mucho papel en blanco. Navegaciones y naufragios vinculan aquellos primeros viajeros de Europa a las Indias, con este viaje que como muchxs otrxs ella hizo, pero en un forzoso sentido contrario. Playas oscuras y peregrinaciones en barcos que figuran un destino: “Navegamos por el húmedo mar de los sargazos/en ruta sin derrota, perecedera,/ hasta el fondo del mar, donde,/ yace la sombra de los justos.” El mar es la gran metáfora a la que siempre vuelve: devorador y madre, vehículo y fin, movimiento continuo. Lingüística general, su último libro del 70, entrega hermosos poemas: Mujer, exilio, mar y palabra se mixturan en meditaciones literarias, con ecos a Elizabeth Bishop y contactos con Susana Thénon. Peri Rossi toca realidades dolorosas con sus versos, pero hace una distinción que la eleva. Escribe: “El poeta no escribe sobre las cosas, sino sobre el nombre de las cosas.”

FOTO DE GLAUCO CAPOZZOLLI

Publicado en 1987 –dos años después de la vuelta a la democracia en Uruguay—Europa después de la lluvia se abre a evocaciones, recuerdos, citas y homenajea una pintura de Max Ernst. Babel bárbara en 1991, indaga sobre su ya asumida condición de extrajera en una ciudad que decide bautizar precisamente Babel. Significativamente Otra vez Eros, de 1994, se abre con una cita de Safo, que podría introducir varios de los libros que siguen, como Aquella noche, La inmovilidad de los barcos o Estrategias del deseo: “Otra vez Eros que desata los miembros/ me tortura/ dulce y amargo/ monstruo invencible”. Los libros se vinculan con variaciones, porque los temas se mezclan, como en cualquier vida. Una nota diferente en el conjunto marca Las musas inquietantes, compuesto íntegramente de poemas pinturas.

Promediando el libro, en Habitación de hotel, del 2007, Peri Rossi escribe un poema que podría ser un himno y también una declaración de principios que la atraviesa de atrás para adelante, que resuena en los libros siguientes: Playstation, La noche y su artificio y Las replicantes. “Mi casa es la escritura”. Y no hay más que darle la razón. A una mujer que cada etapa de su vida la selló con textos en los que delimitó su campo de batalla. Se rio de los convencionalismos, inventó una lengua en la que muchas y muchos otros pudieron no solo reconocerse, sino también, escribir. En esa casa.


>Un poema de Cristina Peri Rossi

Terraza en Barcelona

A la noche
en la pequeña terraza nocturna
de lejos de muy lejos el mar oscuro
la montaña escondida
el cielo despejado
de pronto
como Venus
la luz de un avión
el mismo avión de cada noche
con su fosforescencia aérea
cruza mi soledad nocturna
fogonazo de eros
cuando no estás
y en el calor del verano
vibra el canto de los grillos
soliloquio de solteros
en busca de pareja

como yo te busco a ti.