A un año de las explosiones en el puerto de Beirut que dejaron más de 200 muertos, 6.500 heridos y 300 mil desplazados, y que menos de una semana después llevaron a la renuncia del primer ministro del Líbano, Hassan Diab, organizaciones internacionales denuncian el bloqueo de la investigación sobre lo ocurrido.

Este martes la ONG Human Rights Watch (HRW) acusó a las autoridades libanesas de negligencia criminal, violación del derecho a la vida y de bloquear la investigación local sobre la explosión en el puerto de Beirut. La organización además recomendó la creación de una misión de investigación independiente de la ONU, así como sanciones internacionales contra los altos mandos responsables de la tragedia. A un año de las fatales explosiones ningún responsable ha sido llevado ante la justicia.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, reiteró la necesidad de una investigación transparente de las explosiones en Beirut. A través de un comunicado de su oficina también pidió garantizar el derecho de las víctimas a una indemnización por las explosiones que “destrozaron la ciudad, provocando una terrible devastación y cambiando para siempre la vida de miles de personas”. La expresidenta chilena también lamentó que tras un año de la fatal tragedia todavía no se esclareció lo que ocurrió en el puerto de Beirut. “12 meses después, las víctimas y sus prójimos siguen luchando por la justicia y la verdad, las investigaciones están estancadas en medio de una preocupante falta de transparencia y responsabilidad", denunció.

Las secuelas del desastre también impactaron a los niños y niñas. Según una encuesta realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) a 1.200 grupos de hogar, una de cada tres familias (34 por ciento) tiene niños que todavía muestran signos de angustia psicológica. "Un año después de los trágicos acontecimientos, la vida de los niños sigue estando profundamente afectada", lamentó Yukie Mokuo, representante de Unicef en el Líbano. "Estas familias tienen dificultades para recuperarse de las consecuencias de la explosión ocurrida en el peor momento posible -en medio de una crisis económica devastadora y de una pandemia importante-", añadió.

Las explosiones

El cuatro de agosto de 2020 se produjo la explosión de una reserva de nitrato de amonio almacenadas en el puerto de la capital. Un temblor se sintió en toda la ciudad de Beirut, donde viven unos 2,2 millones de personas. El impacto se sintió incluso en Chipre, a 200 kilómetros de la capital libanesa. Mientras en el mundo rápidamente circulaban las imágenes de la destrucción. Según estimaciones de la ONU, unos 9.700 edificios sufrieron daños o fueron destruidos tras la explosión.

Según el informe publicado en febrero del Sector Humanitario de Refugio, encabezado por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y ONU-Hábitat, el proceso de reconstrucción de las residencias que sufrieron daños estructurales “severos” ha sido “muy lento”. El jefe de la Unidad de Planificación Urbana y Diseño de ONU-Hábitat en el Líbano, Elie Mansour, indicó que sólo un 10 por ciento de los más de mil edificios con este tipo de daños fue rehabilitado. Mansour también se refirió a los daños al sistema de alcantarillado provocados por la onda expansiva de la explosión.

"Fue bajo tierra e hizo salirse todas las pesadas tapas de las alcantarillas, así que te puedes imaginar lo que pasó con las tuberías. Desde entonces nadie ha llevado a cabo ningún sondeo, ninguna evaluación, nadie ha abierto las alcantarillas para ver qué pasó en la red", afirmó el jefe de la unidad de ONU-Hábitat.