Las ciudades están asistiendo a una época donde los actores sociales comienzan a pensar cómo avanzar hacia “una nueva normalidad”, considerando que los momentos más complicados de la pandemia del covid-19 están quedando atrás, gracias a la vacunación. 

Pero el futuro que nos espera en las ciudades, según los expertos que piensan este problema, está lleno de incertidumbre. La actividad económica del turismo urbano en San Fernando del Valle de Catamarca, necesita cobrar impulso, obviamente, con muchos cambios; algunos favorables, para ciudades medianas como la nuestra.

Publicaciones especializadas en el análisis de la realidad que atravesamos, con el aporte de algunos investigadores y académicos de prestigio, ya son visibles en las redes; compartiendo su postura sobre el futuro que nos espera. Salvador Rueda, por caso, uno de los impulsores del concepto de “la ciudad como ecosistema” y director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, es un referente. Él afirma que “el turismo no es bueno para la ecología, ya que la gente al llevar, traer, comprar y dejar residuos, etc., plantea un panorama complicado en un sistema capitalista al que no le importa ni las persona, ni la naturaleza”.

Para Rueda, la ciudad es un sistema de proporción en si mismo, “la ciudad es como si fuera una paella, en la que puedes tener buenos ingredientes, pero si te pasas de sal, no la puedes comer; con el turismo es lo mismo si se pasa de su proporción”, dice el catalán. Podemos inferir en su mirada que la escala de Barcelona, donde él vive, no es el caso de ciudades con escalas como la nuestra. Quizás, aquí está la gran ventaja que tendríamos que aprovechar para plantear un turismo urbano sostenible, diverso e inclusivo, en el mundo que nos toca.

Podemos leer en estos tiempos en los medios digitales anglosajones “predicciones” para las ciudades en materia económica, política y social; traducidas y replicadas por publicaciones latinoamericanas. Más allá de la incertidumbre y el miedo que generan en la gente estos pronósticos, teñidos por una determinada ideología, nos dan ventaja, en ciudades como las nuestras, para imaginar creativamente alternativas al turismo urbano, como una posibilidad de generación de empleo para los vecinos con actitud emprendedora.

Entre las predicciones mencionadas, la primera, señala que desaparecerán en gran parte los hoteles de convenciones, ya que nunca regresarán los viajes, congresos o reuniones de trabajo como eran, producto de la virtualidad y, por lo tanto, el turismo de trabajo presencial prácticamente desaparecerá. La segunda, que el turismo de entretenimiento regresará totalmente fortalecido, siempre acompañado con mucha tecnología en su operación, desde la compra, la operación y las experiencias a recibir. Por lo tanto, la gente apreciará más que nunca visitar lo natural, en lugares más remotos, con experiencias más auténticas, pero con soluciones altamente tecnológicas.

El oráculo, quizás, podría no llegar a cumplirse en el primer pronóstico, pero, en el segundo, estamos en clara ventaja. Las ciudades intermedias, como la nuestra, tienen la fortaleza de proponer vivir la experiencia de la naturaleza a quienes nos visitan; de ser parte y apreciar algo auténtico. Muchos compatriotas argentinos no saben nada de Catamarca.

La gente apuesta a las plataformas digitales para generar contenidos, pero, también, para buscar información cada vez que decide viajar. Antes de la pandemia, en un Taller de Medios, en el que participó Carolina Bertoni, de Youtube Argentina, puso el ejemplo que, a la hora de requerir información de Catamarca, sobre turismo, ciudad, provincia, etc., lo que mostraba la red era una ciudad sin conexión, que no había nada para hacer después del mediodía cuando todo cerraba y ¡qué no había naturaleza cerca de la ciudad en función de lo que se mostraba!

Es probable que algo haya mejorado con respecto a todo lo mencionado anteriormente; pero, si buscamos comentarios en internet, muchos viajeros y viajeras que no conocen nuestras tierras, tienen problemas a la hora de querer ingresar a la ciudad y a la provincia, así como con el hospedaje y la movilidad, la falta de un servicio de bus asegurado en el horario de los vuelos, desde el aeropuerto a la plaza principal de nuestra ciudad Capital y viceversa. Ni hablar de la posibilidad de conectar la ciudad de Catamarca (todos los días de la semana, ida y vuelta, así se traslade un solo pasajero) con las ciudades de Belén, Andalgalá, Santa María, Tinogasta, Fiambalá, donde están naturaleza y cultura en su máximo esplendor.

Es un buen momento, en esta idea de construcción de una nueva normalidad pos pandemia, para repensar el turismo urbano, además del religioso, al que la curia considera a sus visitantes como peregrinos y no como turistas. Se podría aprovechar (ahora que el municipio de la Ciudad Capital acaba de lanzar una nueva marca), para apostar a la experiencia de la naturaleza del Valle Central. Las simples caminatas por los senderos de las montañas próximas al centro, con bicicletas que permitan llegar a sus bases, constituyen “un tesoro no revelado”.

*Arquitecto