La mamá de la segunda denunciante contra Lautaro Teruel por abuso sexual y en cuya causa están como coimputados Gonzalo Farfán y Silvio Rodríguez relató ayer que se enteró de este hecho mediante una publicación en redes sociales en 2018, señaló que entonces comprendió los cambios de comportamiento de su hija. 

Cuando la joven publicó en facebook que había sido abusada, y señaló a sus agresores, estaba viviendo en Buenos Aires. La madre dijo que cuando leyó el posteo le costó creerlo, se descompuso y su marido llamó a la joven para consultarle si era verdad lo que había publicado, ella dijo que sí y que contaría más cuando viajara a la provincia. La madre también reconoció a Farfán en la audiencia, contó que era amigo de su hija y solía ir a buscarla a su casa.

Todos estábamos quebrándonos (…) Yo como mujer entendí su sufrimiento. Antes la vi sufrir con una tristeza total, dolor en el alma. Ella no me contaba”, relató la madre. Indicó que su hija había cambiado de comportamiento tiempo antes de irse a vivir a Buenos Aires y al enterarse del abuso entendió por qué quería mudarse de provincia; de estudiar “dos carreras a la vez en la Universidad Católica de Salta”, de trabajar al menos para “dos o tres instituciones”, de ser “activa” y “feliz” pasó a no poder levantarse de la cama, recordó su mamá.

La testiga dijo su hija no podía dormir porque tenía pesadillas, decía que veía gente que se le metía en la cama, “veo hombres que entran en mi pieza”. “Estaba atacada psicológicamente y corporalmente”, señaló y refirió que la joven también empezó a tener problemas con su período menstrual y a no alimentarse bien, “no tenía apetito” y “estaba amarilla”, describió.

La madre sostuvo que trató de ayudarla llevándola a distintxs médicxs, sin saber del abuso, que pensó que podía tener algún problema de tiroides, y la llevó para que la revisaran, también a ginecólogxs, y a una psicóloga con quien la joven no quiso continuar la terapia, hasta que decidió irse a vivir a Buenos Aires.

Consultado sobre si su hija le había explicado por qué no les contó del abuso en su momento, la madre aseguró: “No lo contaba por vergüenza, Por miedo a que no le creyeran”.

Tras aquella comunicación, en un viaje a Salta la joven contó del abuso a su familia. La madre ratificó en este sentido todo lo contado por su hija en su declaración en este debate, que había salido con un amigo y se encontraron con Teruel, Farfán y Rodríguez, el amigo se retiró y quedó con ellos, a quienes conocía de antes. “Ahí dijo que a ella la invitaron a una fiesta. De ahí pasaron a la casa de Teruel. A ella le gustó el chico que vino de Córdoba (…), estuvo con él en una habitación. No se percató de que habían entrado otros dos. Ella dijo que fue abusada por uno de ellos y al otro se lo impidió”, contó la madre. 

El abogado Pablo Del Pino, defensor de Rodríguez, insistió preguntando sobre el encuentro de su defendido con la denunciante. La mujer dijo que se enteró de esto en el marco de la causa penal y que le reprochó a su hija porque era un hombre que consideró que le hizo daño, y ella le explicó que buscaba una explicación, “tal vez un perdón”. “Por respeto a la hija sufriente”, la madre pidió que no la siguieran interrogando sobre la intimidad de la joven.

Sobre las consecuencias del hecho, indicó que ella misma está “en tratamiento” por la situación que ha afectado a su familia, expresó que se sentía culpable como madre. Señaló que su marido enfermó de cáncer, y lo atribuyó también al dolor generado por el abuso que se cometió contra su hija. Además, sostuvo que los acusados demostraron “semejante desprecio por las mujeres” y que hicieron daño a su hija “por el solo hecho de ser mujercita”, en ese marco consultó al Tribunal si esto no era también violencia de género.

Exiliada para "escapar"

La actual pareja de la denunciante, con el que emigró a Canadá, contó que ella se fue a ese país para “escapar”.

El joven indicó que ella tiene depresión, ataques de pánico, “no le gusta el mundo”, “no quería seguir viviendo”. Uno de los últimos ataques de pánico fue al saber que faltaba poco para la audiencia de juicio, “no podía respirar, le dolía la cabeza”, contó y precisó que tuvo que llamar una ambulancia para que fuera asistida. Dijo que ella “siempre tuvo miedo de que la juzguen (…), de sentarse acá y que la cuestionen durante horas”.

El testigo dijo que la primera vez que su pareja le contó sobre el abuso fue a principios de 2017 en el marco de una discusión. Él refirió a que veía en ella desconfianza en los hombres e inseguridad. Ella le relató que una vez en la casa de Teruel tuvo relaciones íntimas con Rodríguez y que “entró el hijo de uno de Los Nocheros y abusó de ella”

El joven recordó que en octubre de 2018 en un viaje a Salta, cuando fueron a ver una obra de teatro, entró Farfán con su pareja. La denunciante se sintió incómoda y tuvieron que cambiarse de lugar. El testigo señaló que después de ese viaje la joven decidió publicar en redes sociales lo que le pasó con los ahora imputados, recordó que antes se había juntado con una amiga.

Teruel está acusado en dos causas diferentes. En el primer expediente llegó a juicio imputado por los delitos de abuso sexual con acceso carnal continuado, agravado por el daño en la salud de la víctima, en concurso ideal con corrupción de menores doblemente agravada por tratarse de menor de 13 años y por mediar engaño. La denuncia fe radicada por la madre de la víctima el 13 de marzo de 2019. Los abusos se habrían cometido en la casa de Teruel.

En la causa acumulada, Teruel está acusado, junto a Rodríguez y  Farfán, por abuso sexual con acceso carnal agravado en perjuicio de una joven cuando tenía 19 años.  La causa se inició por una denuncia del 24 de mayo de 2019 y el hecho se habría cometido en enero o febrero de 2014, también en el vivienda de Teruel.

En el marco de la primera causa, la de la niña, ayer declaró un perito de la Policía Federal, por videollamada. El especialista analizó los audios, grabados por la chica, en los que Teruel asume que cometió los abusos. 

El perito dijo que dos archivos no se podían considerar íntegros porque mostraban evidencias de discontinuidad y de estar compuestos por fragmentos. En el resto de los archivos no había indicios de adulteración, manipulación o edición. No obstante, indicó que no se podía confirmar o descartar si correspondían a una grabación íntegra. “La ausencia de evidencia para demostrar la edición no significa que no exista dicha edición. Significa solamente que no se pudo comprobar”, sostuvo. Y tampoco brindó mayores precisiones sobre las otras consultas realizadas. 

El Tribunal de Juicio, integrado por las juezas Carolina Sanguedolce y María Gabriela González y el juez Pablo Farah, tiene previsto recibir testimonios hasta mañana jueves. La sentencia está prevista para la semana próxima.