El gobernador jujeño Gerardo Morales nunca le respondió una carta a Ricardo Arédez. La envió el año pasado, cuando se cumplió el 40° aniversario de la Noche del Apagón y después de una represión contra los obreros del ingenio Ledesma. “Yo le contaba que haríamos igual la marcha desde Calilegua a Libertador General San Martín y que él nos conocía, que teníamos una militancia muy ética y muy limpia. También le contaba que el tema nuestro no está resuelto y que él sabe muy bien que la empresa Ledesma tiene mucho que ver en esto que nos pasó. Nunca me respondió. Me consta por el secretario privado de él”. Arédez le enviará una segunda carta este año. Dice que le va a pedir que “no ceda a las presiones de los Blaquier porque esta lucha la vamos a seguir hasta que no sepamos qué pasó con nuestra gente”. Sus expectativas son nulas, pero insistirá. Sabe que Morales –a pesar de pertenecer al mismo partido en que militaba su padre–, nada tiene que ver ni con su legado, ni con la historia de correligionarios y amigos del médico tucumano como Hipólito Solari Yrigoyen, Arturo Oñativia y Angel Pisarello.