(ATENCION: esta columna incluye SPOILERS de "Secession", primer episodio de la temporada 3 de Succession)

"Voy a moler sus putos huesos para hacerme el pan". "Le voy a meter un millón de arañas venenosas por su pitito". No son cosas que un padre ande diciéndole a un hijo, pero ya se sabe que Logan Roy no es de andar midiendo las palabras. Y la cara de Kendall lo dice todo: aunque el segundo vástago del patriarca haya tenido la audacia de patear el tablero en el final de la segunda temporada de Succession, su cara de terror ante las amenazas demuestra que esa audacia quizá no tiene un respaldo muy firme. Peor aún: que lo cree capaz de llevarlas al acto.

Esa escena, con el condimento entre naif y patético de usar a la asistente de Kendall en el juego de "decile que", fue uno de los muchos puntos altos de "Secession", el debut de la tercera temporada de una serie que viene a reforzar la sensación de que las ficciones de HBO siempre tienen un plus creativo. Tras una larga espera de dos años, la serie creada por Jesse Armstrong retomó exactamente en el explosivo punto de 2019. En los efectos del tsunami provocado por "Kenny", que se debate entre las impulsivas decisiones de un adicto y la constante búsqueda de autoafirmación que le dé valor ante el inevitable quilombo mundial que acaba de desatar. Kendall quiere asumir el poder de Waystar Royco, pero que las esquirlas no afecten al conglomerado de medios. Kendall quiere atraer a sus hermanos y a colaboradores centrales de Logan, pero sin que parezca un gesto de debilidad. Kendall quiere transmitir esa aura de poder supremo que emana el viejo sin decir palabra. Pero da la impresión de que no tiene lo que se necesita.

Como siempre, en Succession nada es lo que luce a primera vista. "¿Qué estás pensando?", le pregunta Roman a Shiv, y Shiv responde, y Roman repregunta: "OK. ¿Qué estás pensando?". Los personajes de Succession tienen mil dobleces, y por eso se los ama y se los odia, se los admira y se los desprecia con la misma intensidad según el episodio y la situación. Lo que los une es que todos quieren el poder, aunque a veces se pregunten si realmente lo quieren y para qué. Algunos parecen eternamente distraídos -hola Greg, hola Tom-, pero sería un error creer que andan con la guardia baja. Buena prueba de ello fue el mismo Tom Wambsgans, que apenas un rato después de una incómoda conversación de divorcio con Shiv escucha los planes de Logan en busca de nuevo/a CEO y corre a esconderse al baño para llamarla y ponerla al tanto. El amor se termina, los negocios no.

El tablero que presenta esta nueva temporada de Succession es bien complejo, y el primer episodio estuvo a la altura. Kendall tiró la bomba, le dijo al mundo que Logan Roy estaba al tanto de los abusos de su división de viajes y entretenimiento e hizo todo por ocultarlos, y ya se sabe lo que pasa cuando los buitres huelen sangre. Caen las acciones y las compran rivales internacionales; el Presidente de Estados Unidos, que llegó a la Casa Blanca con el apoyo de los medios de Roy, "respeta" a Logan, pero por las dudas no le atiende el teléfono. Por ahí se menciona que el escándalo quizá no llegue a tanto como "cuando tuvimos que irnos de Argentina". El patriarca tiene a mano una lista de países que no tienen acuerdo de extradición, porque no llegó adonde llegó precisamente por dejar cabos sueltos. Kenny pasa de esconderse en una bañera a sobreactuar autoridad y monitorear su "temperatura" en las redes. Roman, ese amoral encantador, parece encaminarse a la cima, hasta que mete la gamba en eso que Logan no perdona, mostrar un mínimo indicio de debilidad. Greg parece siempre por debajo de lo que se le pide, pero ya se sabe que Greg es un experto en eso de parecer un salame mientras juega bien sus fichas.

¿Y Siobhan? La colorada Sarah Snook brilla en un elenco de por sí brillante, y vuelve a comunicar con una simple mirada ese vendaval de emociones que contiene dentro de sí. En un momento parece la menos desalmada del clan, y al minuto siguiente se muestra capaz de despellejar a quien se ponga en su camino. Pero siempre hay algo que se agita dentro de ella, un debate interminable entre el amor y el rechazo por su padre, el choque entre algunas de sus ideas y la orientación derechosa del imperio mediático. Shiv sabe que está para mucho más que el rol de muñequita entre los poderosos hombres Roy; quizá no tiene claro si vale la pena demostrarlo dentro o fuera del clan, pero piensa librar esa batalla.

Y en Siobhan Roy, claro, está una de las claves de lo que vendrá, el reacomodamiento de piezas que pudo advertirse en el final de este episodio inaugural. Para Shiv no es novedad la manipulación de papá Logan, esa zalamería para tratarla como su niña mimada y con ello poder clavarle más cómodamente el puñal en la espalda. Pero la decisión de nombrar a Gerri Kellman como nueva CEO, por más que sea una figura decorativa para el viejo en las sombras, pareció colmar su paciencia. "Cambio de planes", le informa al chofer, y quizá el nuevo destino del GPS sea el refugio de Kendall en la casa de Rava, su hastiada ex. En este juego de tronos no hay dragones, pero sobra fuego. Y no caben dudas de que correrá sangre.