El hombre llega a su casa después del trabajo, como todos los días a la misma hora, se sienta en la pequeña mesa de la cocina y comparte la cena con su esposa. Así viene haciéndolo desde hace tantos años que ya ha perdido la cuenta. Una copa de vino extra para la sobremesa y un libro en el pequeño estudio, el momento de descanso –y, tal vez, de reflexión– cotidiano. Pero esa noche todo cambia, para siempre: un ruido fuerte y luego otro, las balas que atraviesan el vidrio de la ventana y pasan zumbando cerca de la cabeza de Boris. Primero el desconcierto, luego el miedo, finalmente la inquebrantable duda. ¿Quién o quiénes intentaron asesinarlo? ¿Con qué motivo? ¿Qué ha hecho Boris, un hombre de mediana edad, esposo y padre de un hijo adulto, que siempre se ha considerado un buen ciudadano, trabajador y vecino, amable y tranquilo, generoso y lleno de bondad, para que el deseo de acabar con su vida haya tenido lugar de manera tan cruenta? El punto de partida en la ópera prima del realizador esloveno Darko Sinko, que pasó hace escasas semanas por la sección competitiva New Directors del Festival de San Sebastián, parece anticipar un thriller paranoico de ley y, si bien algo de eso hay, el tono filosófico bañado en ironía de Inventory está más cerca del de cierto cine rumano contemporáneo que de los placeres genéricos al uso.

Y es que, más allá de la participación de la policía en la pesquisa por descubrir y atrapar al francotirador, la película –que este miércoles tiene una proyección presencial como punta de lanza del nuevo Encuentro de Cine Europeo, que se desarrollará hasta fines de este mes de manera online– se centra de allí en más en la lenta pero inexorable descomposición de la vida cotidiana del protagonista, cuya estructura psicológica comienza a tambalear a partir de las sospechas de colegas y familiares (¿acaso Boris anda en algo raro?) y la férrea decisión de obtener respuestas a los quién y a los porqué del hecho. “La inspiración del guion de Inventory viene de una novela corta del famoso escritor checo Karel Čapek, que comienza exactamente igual que la película”. En comunicación exclusiva con Página/12 desde Ljubljana, Darko Sinko detalla los pasos que lo llevaron a adaptar libremente esa idea, dejando de lado la crítica social y política para centrarse en los aspectos más personales ligados a cuestiones como la confianza (y todo lo contrario) que suele depositarse en las personas más cercanas. “El protagonista del texto es un político encumbrado, pero me interesaba que el Boris de la película fuera un hombre común y corriente, origen de muchas dudas sobre la familia, las amistades y, en definitiva, sobre la vida misma”.

Para Sinko, la construcción de Boris, interpretado por el actor Rados Bolcina, era uno de los elementos cruciales a la hora de darle forma a la historia. “Boris es tan común que podría describírselo como un hombre aburrido. Es como si hubiera pasado toda la existencia intentando ser un buen muchacho, por eso no puede comprender la idea de tener un enemigo. Todo el mundo, en algún momento, llega a la conclusión de que la imagen que se tiene de uno mismo es diferente a cómo lo ve el resto. Supongo que eso tiene que ver con el hecho de crecer, resultado de esa suerte de inventario de cosas y hechos que señalan hacia una dirección en la vida”. El título del film, entonces, es polisémico, ya que a ese inventario vital el protagonista le suma otro, cuando el detective de la policía le pide que confeccione una lista de amigos, familiares y conocidos que podrían tener alguna clase de encono. “Vivimos en tiempos en los cuales algunas cosas que dábamos por sentadas, que nos parecían evidentes, han cambiado. Especialmente para la clase media. No sólo en Eslovenia sino en Europa en general. Ciertos ideales y estadios organizativos en la sociedad que han cambiado, que parecen escurrirse de nuestras manos. La pandemia no hizo más que potenciar esa sensación”.

-¿Fue difícil equilibrar los distintos elementos tonales de la película, que gravita entre el relato de investigación, la comedia oscura y la descripción irónica de tipos sociales?

-La cuestión del tono fue algo que tuvimos que equilibrar todo el tiempo. La estructura de thriller es realmente muy básica, casi una excusa, pero que al mismo tiempo nos permitía jugar con el suspenso. Lo más importante era sostener el concepto de relato existencial, cuidando que hubiera siempre una capa de humor, de ironía. Sin ese elemento, no hubiera tenido sentido hacer el film. Era algo realmente crucial. Hablamos mucho con los actores en ese sentido: sin ese humor perdíamos la película. Incluso en varias tomas probamos distintos tonos –más serio, más gracioso– y la decisión de cuál quedó finalmente en la película se tomó durante el montaje, que fue el proceso durante el cual la sintonía fina terminó dándole forma a Inventory.

Inventory 

-También parece esencial la elección de Rados Bolcina para el rol protagónico. ¿Es un actor muy conocido en Eslovenia?

-Es un actor de teatro muy famoso, en particular por su carácter un tanto excéntrico. Es muy histriónico, expansivo. Pero casi nunca actúa en películas y, de hecho, el de Inventory es su primer papel central en el cine. Es gracioso, porque muchos directores lo han llamado, pero él ni siquiera se presenta a las audiciones. Cuando aceptó participar del proyecto me puse muy contento, aunque no sabía cómo iban a resultar las cosas, por el tono histriónico con el que suele trabajar. Pero es tan inteligente y sensible que comprendió de inmediato que Boris debía interpretarse de otra manera, más hacia adentro que hacia afuera.

-La idea del hombre corriente…

-Exacto. Hace un par de años dirigí un cortometraje que también transcurría en ambientes cotidianos y con personajes corrientes. Pero en este caso era importante que el protagonista lo fuera al punto de resultar aburrido para los demás. Un tipo al que te cruzás en la calle y ni siquiera lo notás. En el trabajo puede ser tu colega desde hace diez años y apenas si le has dicho hola un par de veces. Boris es una persona que no quiere causarle problemas a nadie, que se cuida de no pisar mierda de perro en la calle para no provocar conflictos. Y eso debía reflejarse en su esposa, en la casa, en el edificio. Un ambiente típico de la pequeña burguesía eslovena donde todo es normal, sin problemas. ¡Hasta el clima es bueno! La idea era que esa estilización, que incluye a la dirección de fotografía y el diseño de vestuario, no fuera evidente para el espectador. Y entonces aparece el conflicto. Creo que en la vida real tendemos a racionalizarlo todo. Y todo lo que tiene que ver con el amor y la confianza en los demás suele estar basado en una suerte de búsqueda en términos de beneficios, aquello que se obtiene a cambio de formar parte de un vínculo. Así, el amor y la amistad pierden su verdadero sentido. Tampoco quería entrar en el terreno del psicoanálisis: siempre supe que si la historia lo explicaba todo entonces perdería su sentido.

Encuentro de Cine Europeo 

Organizado por la Delegación de la Unión Europea y una docena de embajadas, además de otras instituciones culturales del viejo continente, la nueva entrega del Encuentro de Cine Europeo en Argentina tendrá una edición totalmente gratuita y virtual, con la excepción de la exhibición presencial de apertura del film esloveno Inventory, dirigido por Darko Sinko (ver entrevista). El resto de la programación, integrada por doce largometrajes y dos cortos, incluye títulos de países como Alemania, Bélgica, Dinamarca, Austria, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Francia, Polonia y Portugal. Como viene ocurriendo con este evento anual desde su primera edición, el concepto de curaduría se centra en la divulgación de la diversidad del cine europeo contemporáneo, incluyendo ficciones, documentales y algún relato híbrido. El documental danés Journey to Utopia, dirigido por Erlend E. Mo, registra los ideales, problemas y conflictos de una familia noruega dispuesta a cambiar su forma de vida en pos de aportar su grano de arena en la mejora de las condiciones ambientales de nuestro planeta, mudándose a una finca rural en Dinamarca. En el otro extremo formal, Oleg, dirigida por el letón Juris Kursietis pero rodada en Bélgica, un joven trabajador de una planta procesadora de carne queda desempleado y comienza una vida de pequeños crímenes bajo la sombra de un mafioso polaco. El retrato social y personal de Kursietis, a pesar de lo dramático de las situaciones, no está exento de humor hierático y una pizca de esperanza. Otro de los títulos destacados del Encuentro de Cine Europeo cosecha 2021 es el largo español Los europeos, en el cual el realizador Víctor García León adapta la novela homónima de Rafael Azcona para construir una especie de La dolce vita en Ibiza. Protagonizado por Juan Diego Botto, el film describe las vacaciones de un par de jóvenes que prometen libertades y aventuras para terminar en un romance de esos que cambian la vida. El resto de la programación incluye títulos de los cineastas alemanes Fatih Akin (En la sombra) y Maria Schrader (Stefan Zweig: Adiós a Europa), la irlandesa Katrina Costello (The Silver Branch), el suizo-portugués Basil da Cunha (El fin del mundo), la polaca Urszula Antoniak (Más allá de las palabras) y el griego Marinos Sklavounakis (Go for Broke).

Journey to Utopia