Alberto Ure fue uno de los artistas e intelectuales argentinos fundamentales en la configuración de las tensiones históricas y los grandes núcleos del pensamiento y la cultura de nuestro país. Dirigió espectáculos memorables, entre otros, Palos y piedras (1968), Atendiendo al Sr. Sloane (1968), Telarañas (1977, prohibida por la dictadura en la segunda función), Puesta en claro (1986), El padre (1987), Antígona (1989), Los invertidos (1990), ¡Amor! ¡valor! ¡compasión! (1995) y Don Juan (1997), acontecimientos de la cultura nacional por su intensidad estética e ideológica y por la fuerza arltiana de su “cross a la mandíbula”. Pero Ure no se limitó a estrenar obras: fue además –retomando una categoría de Michel Foucault– un instaurador de discursividad teatral, es decir, el creador de todo un concepto de teatro, con el que reconocen su deuda figuras de la talla de Eduardo Pavlovsky, Ricardo Bartís, Hugo Midón, Pompeyo Audivert, Alejandra Ciurlanti y José María Muscari.

Si hay un espacio donde se despliegan las ideas teatrales de Ure es en sus dos libros, de lectura indispensable: Sacate la careta. Ensayos sobre teatro, política y cultura (2003) y Ponete el antifaz (2009). Pero además Ure llevó sus saberes a la televisión, en la que fue un renovador,  realizó dirección de actores y de casting y estuvo al frente de ciclos de calidad, como Zona de riesgo. 

El lenguaje teatral de Ure siempre se destacó por su fuerza política –involucrada en la discusión de las corrientes ideológicas más abarcadoras y raigales de la sociedad argentina– y por su valorización de las potencias de actuación, por su recuperación de los códigos populares del “actor criollo” (el sainete, el grotesco, el varieté, la comedia blanca, la comedia “canalla”, la revista) y por su voluntad de investigar en la hibridación entre “lo teatral” y lo considerado “no-teatral” (por ejemplo, la actuación televisiva). Ure es el gran antecedente de lo que más tarde Eduardo Pavlovsky y Ricardo Bartís llamarán “teatro de estados”, una de las aportaciones originales del teatro argentino al mapa de la escena mundial.              

Según Cristina Banegas, que trabajó como actriz en cuatro espectáculos de Ure (Puesta en claro, El padre, Antígona, Los invertidos), Ure inventó una técnica de improvisación y trabajo grupal y permitió a los argentinos reconocer el espesor teatral de la cultura nacional al formular la tería del “cirujeo actoral”. Para Ricardo Bartís el libro de Ure Sacate la careta es uno de los referentes fundamentales en la reflexión sobre el trabajo del actor. Fogwill decía que Ure, además de un gran director, era un escritor notable. 

Eduardo Pavlovsky fue dirigido por Ure en Atendiendo al Sr. Sloane y en Telarañas y reconocía en esas experiencias un hito en su producción teatral. “Ure era el alumno predilecto de Carlos Gandolfo –recuerda Pavlovsky en La ética del cuerpo–. Para Atendiendo al Sr. Sloane buscó actores en ese momento bastante marginados: Tacholas, Jorge Mayor, Noemí Manzano y yo. La experiencia fue alucinante. Creo que en las pausas que marcaba Ure a mi personaje Eddie descubrí las grandes pausas que luego utilicé en mi producción autoral posterior. El ser un actor bien dirigido me enseñó a escribir teatro. Recuerdo que los ensayos eran durísimos. Desde abril a octubre de 1968. Nunca durante los ensayos nos dimos cuenta de que estábamos fabricando un éxito. El espectáculo se convirtió en el acontecimiento teatral de la temporada y la consagración de Alberto Ure como director. El clima de la obra de Joe Orton había sido recreado en el escenario por los actores gracias a una puesta rigurosísima, de gran coraje. Recuerdo que Primera Plana nos sacó en la tapa, lo que marcó para nosotros un gran reconocimiento. Era como ser deportista y salir en la tapa de El Gráfico”. 

La fuerza política del teatro de Ure se hizo evidente con la prohibición de Telarañas por la dictadura en 1977. Pocos días después del estreno, el diario La Prensa comunicaba la censura en estos términos: “Por decreto municipal declaróse ‘de representación prohibida’ la obra teatral Telarañas, de Eduardo Pavlovsky, que se representa en el Teatro Payró. En los fundamentos de la medida se expresa que la mencionada pieza plantea una línea de pensamiento directamente encaminada a conmover los fundamentos de la institución familiar, tal como ésta resulta de la concepción espiritual, moral y social de nuestro medio. Si bien, agrégase, dicha postura se manifiesta, en su mayor parte, a través de un conjunto de actitudes simbólicas, éstas adquieren la transparencia necesaria para distorsionar de un modo ostensible la esencia y la imagen tradicional de aquella institución”. Por su legado, Ure seguirá vivo en la memoria que portan los acontecimientos teatrales argentinos del presente y el futuro.  

* Investigador teatral.