En una conferencia de prensa, los abogados Alfredo Guevara y Horacio Baez explicaron los alcances de la denuncia penal que presentaron esta mañana por la persecución contra militantes de la Tupac Amaru en Mendoza, que comenzó a principios de abril con la detención de Nélida Rojas, responsable de la agrupación en la provincia,  junto a su esposo Ramón y dos de sus hijas: Leonela y Carla.

“Se trata a personas simplemente denunciadas como si estuvieran condenadas, tal como lo ha señalado el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre detenciones arbitrarias y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el caso de Milagro Sala”, afirmó Guevara en referencia a la líder de la Tupac, que está detenida irregularmente desde enero de 2016.

En la denuncia presentada hoy se acusa a la fiscal Gabriela Chaves y a otros funcionarios de apremios ilegales, privación ilegal de la libertad, violación de deberes de funcionarios públicos, utilización innecesaria y desproporcionada de la fuerza pública, vejaciones e incomunicación indebida, entre otros delitos. Los abogados adelantaron que la denuncia también será presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que está sesionando en el país.

Los abogados, acompañados de familiares de los militantes detenidos, legisladores y referentes de derechos humanos, enumeraron los hechos que propiciaron la presentación penal:

En la conferencia de prensa, Guevara aseguró que todos estos hechos se producen en el contexto de una causa irregular porque la fiscal Chaves avanzó en una investigación sobre la que no tiene competencia. “Pese a que no ha imputado a Nélida Rojas ni a los demás perseguidos ningún delito que tenga que ver con la utilización de fondos nacionales destinados a construcción de viviendas, ha orquestado una insólita causa por asociación ilícita, en base a informes de la AFIP sobre bienes de algunos de sus hijos”, explicó.

Añadió que la investigación contra Rojas se sustenta solo en denuncias hechas por ex afiliados de la Tupac, difundidas por medios de comunicación, en las que afirman haber sido forzados a concurrir a manifestaciones, realizar trabajos comunitarios y pagar una cuota social bajo amenaza de perder su vivienda. Al respecto, el letrado sostuvo que los hechos fueron calificados como extorsión “sin que exista en los registros de jurisprudencia nacional o internacional semejante precedente”. “Ninguna de las personas fue reclutada o afiliada forzosamente a la organización y todas tenían la libertad de desafiliarse en cualquier momento”, precisó.