Eduardo Ambrosio Giachino volvía el 5 de julio de 1975 de su trabajo en la Secretaría de Inteligencia del Estado cuando un grupo de efectivos de la Comisaría 21 de la Policía Federal lo detuvo. Lo acusaban de haber estado involucrado en el robo de un Fiat 128 colorado que él había dejado para reparar en un taller mecánico. Giachino, como toda defensa, dijo que se lo había dado un confidente y terminó a la larga condenado por encubrir el robo. La detención de un agente causó conmoción en la SIDE, que le abrió un sumario administrativo del que Giachino salió bastante bien parado. Aunque Giachino ya falleció, ese sumario –hallado por la actual intervención de la Agencia Federal de Inteligencia tras un trabajo coordinado con organizaciones de derechos humanos-- puede abrirle al juez federal Daniel Rafecas una nueva puerta para entender cómo operó la SIDE no solo en Automotores Orletti, sino también en el recientemente descubierto centro clandestino de la calle Bacacay.
El sumario de Giachino duró dos años. Él se defendió en varias oportunidades. Contó que se había encontrado con un buchón al que conocía como Fidel Muñoz o Fidelio en un café de Córdoba y Anchorena. Para él, era común juntarse con gente que le daba información. Fidelio le había pedido plata para arreglar el auto, que se le había quedado a unas cuadras de la confitería. Giachino quedó –supuestamente– comprometido a preguntarles a sus jefes si podían darle el dinero. Pero Fidelio volvió a llamar y le pidió que acarreara el auto. Para eso, Giachino les pidió ayuda a dos compinches de la SIDE, Juan Rodríguez y Joaquín Pomponi.
Juan Rodríguez es un nombre relativamente conocido. Para entonces, llevaba casi 20 años en la SIDE y en junio de 1976 fue uno de los agentes que estamparon su firma en el contrato con el que la banda de Aníbal Gordon alquiló el local de Venancio Flores donde funcionó Automotores Orletti, el centro clandestino que regenteó la propia SIDE y que funcionó como una base del Plan Cóndor.
La novedad es que, en uno de sus descargos, Giachino confirmó que él fue el jefe de inteligencia de la OT 18 –la estructura de la SIDE donde funcionaba Orletti–. Hasta ahora su nombre no había aparecido en el radar.
La estructura
Giachino entró a la SIDE en agosto de 1961. Era un agente con buena reputación en la central de espías. Tal es así que, en 1974, lo designaron instructor en un par de materias: Procedimientos de Búsqueda, Técnicas Especiales y Actividad Clandestina. Para entonces, era, además, el encargado del Departamento de Operaciones Informativas. Dentro de esa estructura, estaba Operaciones Tácticas (OT) –que funcionaba en la base que la SIDE tenía en la calle Billinghurst–. En 1976 se incorporó la OT 18. Hasta ahora se creía que la OT 18 funcionó a partir de mayo del ‘76, con la puesta en funcionamiento de Orletti. Sin embargo, el descargo de Giachino dice otra cosa:
* En marzo de 1976, su nombre figuraba en una lista de “pases” para integrar un grupo de acción clandestina “recientemente creado, denominado OT 18”. Él solicitó quedarse en el departamento y lo dejaron.
* En junio de 1976 –cuando Orletti ya estaba en pleno funcionamiento– lo designaron coordinador informativo entre el Departamento de Operaciones Informativas y la OT 18.
* Después lo nombran jefe de inteligencia de la OT 18 “con la misión de procesar la información recibida y obtener inteligencia primaria operativa”. Es posible leer que esa inteligencia primaria operativa son los datos que se obtienen en la tortura.
* Hay otro indicio que podría marcar que Giachino estaba en esos menesteres, porque declara que en agosto del ‘76 tiene un desequilibrio emocional, que obliga a que lo lleven al Servicio Médico Central de la SIDE. Lo trasladan de urgencia al Servicio de Psiquiatría del Hospital Militar. Le dan licencia durante casi un mes, pero él va “esporádicamente” a realizar trabajos a la base.
* El 5 de noviembre de 1976, recibe una felicitación por su participación en el “Operativo ORO”. Otros represores que actuaron en Orletti también la recibieron y, para el tribunal oral que juzgó los crímenes en ese campo de concentración, fue un reconocimiento a la búsqueda de botines a la cual estuvo dedicada la banda de Gordon pero que también recibía la SIDE. Distintas investigaciones periodísticas dicen que, gracias a los secuestros de militantes uruguayos, la SIDE consiguió el dinero necesario para comprar la base que funcionaba en la avenida Coronel Díaz.
* En el sumario de Giachino, declaró Néstor Horacio Guillamondegui –que estaba a cargo del área de Operaciones Tácticas– y explicó que no suspendió al agente después del escándalo del Fiat 128 porque el trabajo que hacía era fundamental. “En la ejecución de los operativos, el agente Giachino jugaba un rol importante especialmente como nexo con los confidentes, razón por la cual no se lo inactivó de acuerdo a la prescripción reglamentaria por estimar que estaba plenamente justificado que siguiera operando en un momento difícil de la lucha contra las bandas de delincuentes subversivos. Esto es decir en circunstancias en que era imprescindible sumar personal de entera confianza y no restárselo a los efectivos empeñados en la lucha contra la guerrilla”.
Por lo que declaró su jefe, Giachino tuvo un rol relevante a la hora de juntar información en un centro clandestino que estuvo enfocado en la persecución de militantes de la región. Cuando la dictadura estaba terminando, Giachino fue enviado a México –donde había una importante colonia de argentinos–. Hasta el momento, el juzgado de Rafecas no cuenta con el legajo del agente y es probable que sea una de las próximas medidas que ordene.
Una mina de oro
Los investigadores judiciales evaluaban como muy relevante el hallazgo, que se produjo después de que organizaciones de derechos humanos como el CELS, Abuelas de Plaza de Mayo y Memoria Abierta iniciaran un trabajo conjunto con la intervención de la AFI para el análisis de los documentos que están en poder todavía de la central de inteligencia.
La interventora Cristina Caamaño contó, tras anunciar la digitalización de los archivos de la SIDE, que Rafecas le dijo que el sumario era una mina de oro. ¿Por qué? Porque le permite demostrar que la OT 18 –el grupo operativo de la SIDE– empezó a operar en simultáneo con el golpe de Estado. Para entonces, Orletti no funcionaba, pero sí estaba activo el centro clandestino de la calle Bacacay –que Rafecas identificó en 2020 gracias a un aporte del exPrograma Verdad y Justicia de la Secretaría de Derechos Humanos–.
Orletti se desactivó en noviembre de 1976 tras la fuga de una pareja. Según distintas declaraciones de represores que actuaron en Orletti –algunas se dieron en el marco de un sumario similar al que acaba de ser hallado–, después hubo otra base de la SIDE, ubicada en Chiclana y Pomar. Por el momento, no se logró identificar exactamente su ubicación.
El otro nombre
El otro nombre en el que repararon los investigadores es el de Joaquín Pomponi, uno de los compinches de Giachino que lo ayudó a remolcar el Fiat 128 hasta el taller mecánico. Pomponi ya había sido mencionado por el periodista Fabián Kovacic en sus investigaciones, pero no había demasiados elementos en el expediente. Al igual que Giachino, Pomponi está muerto.
Pomponi entró en la SIDE en 1948 y no tuvo una gran trayectoria. Muchas sanciones por inasistencias, un tiro que se le escapó e hirió a un compañero y únicamente una felicitación de María Estela Martínez de Perón. Un archivo desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense lo menciona como “Pampano” y lo ubica dentro de la banda de Gordon.
Esa información hizo que un hombre que lo conoció en los años ‘70 se contactara con Rafecas y le pidiera declarar. La declaración se concretó el 28 de marzo pasado desde Costa Rica, donde vive desde 1977 porque –según explicó a este diario– se fue del país después del desagrado que le generó cohabitar con los agentes de la SIDE, del Batallón 601 y de Coordinación Federal.
Para 1976, este hombre –cuyo nombre se mantiene en reserva para no entorpecer la investigación judicial– era el segundo jefe de seguridad de Obras Sanitarias. Allí solía llegar Pomponi para intercambiar información. También era frecuente que pidiera llevarse uniformes para usar de cobertura y que se jactara de las torturas que practicaba. Un día, según relató el testigo, llegó a Obras Sanitarias después de torturar y sufrió un infarto, que obligó a que lo hospitalizaran en el sanatorio Güemes. Pomponi, además, ofrecía casas para vacacionar en Uruguay. Eran las viviendas de sus víctimas, resaltó el testigo.
Según el declarante, Pomponi lideraba un grupo de tareas que también integraban su hijo y su yerno. En general, los escuchaba hablar de Flores y él lo asoció con el centro clandestino de la calle Bacacay.
De la SIDE a la ESMA
El 21 de agosto de 1977 secuestraron a Joaquín Pomponi junto con su hijo Jorge y su yerno, Marcelo Dubiau. Los tres integraban, para entonces, la SIDE. Primero estuvieron en una comisaría, después fueron llevados a un lugar que identificaron como la prisión de encausados de Campo de Mayo y, por último, a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde entre los detenidos-desaparecidos se comentaba que pertenecían a la Triple A. La travesía se completó con el penal de Ezeiza.
En Campo de Mayo, los interrogaron sobre “algo referente a diez millones de dólares”, declaró Jorge Pomponi ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). En su indagatoria, otro de los represores de Orletti, Miguel Furci, habló de una disputa por ese botín, que podría explicar los secuestros de los Pomponi.
Mientras estaban presos, la SIDE les dio de baja. En los ‘90, Pomponi hijo tuvo su salto a la fama después de liderar la banda que hizo un boquete para robar las cajas de ahorro del Banco de Crédito Argentino. El que firmó el contrato del local lindero desde donde se hizo el boquete fue Dubiau bajo el seudónimo de Luis Espejo. Dubiau se suicidó antes de que condenaran a su cuñado.
Pomponi (hijo) declaró en los juicios orales por crímenes en la ESMA. No recordaba muchos detalles y, cada vez que pudo, deslizó que la memoria era una “zanja” entre los argentinos.