“Tenía la necesidad de incrementar mis ingresos y con la pandemia se potenció esa necesidad. Soy docente con pocas horas de trabajo y me puse a ver cuáles eran las herramientas que yo tenía a mano para salir adelante y surgió la posibilidad de trabajar con mi auto. Soy consciente de las violencias a las que las mujeres estamos expuestas y se que iba a ser un alivio para mis pasajeras que las lleve otra mujer. Así lancé el emprendimiento”.

Así cuenta Solange Barroso cómo nació Ubre, el servicio de remis exclusivo para mujeres que funciona en La Matanza. Barroso es profesora de teatro y vive en La Tablada. “Conozco las calles del conurbano profundo, fui nacida y criada acá”, relató.

Barroso se decidió a lanzar el servicio a través de un anuncio que comenzó a circular rápidamente en redes sociales y su emprendimiento ganó popularidad entre las mujeres del barrio y alrededores. Así, decidió registrar el nombre Ubre ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial” (INPI).

Semanas después, la inscripción de la marca fue detectada por Uber, que le envió una carta documento a nombre de “ Uber Technologies, Inc” en donde se le solicitaba “desistir de su solicitud de registro de la marca UBRE” y “cesar inmediatamente todo uso” de la misma.

“Dicen que les puede llegar a perjudicar y no se en qué punto, porque no es el mismo servicio y no quiero hacer lo mismo que hacen ellos, mi servicio es totalmente opuesto. Son una empresa multinacional, tienen otros asuntos legales que deberían estar atendiendo”, lanzó Barroso.

Sin embargo, y a pesar que la carta documento anunciaba que si no respondía en cinco días se iniciarían acciones legales para buscar "la recuperación de los correspondientes daños y perjuicios", la creadora de Ubre no se detuvo: “estoy recibiendo muchísima contención y apoyo, tenemos la fuerza de ser muchas y muches”, sostuvo.

“Con las pasajeras vamos charlando un montón, con conversaciones hermosas, he ganado muchas amigas, se dan otras situaciones de confianza”, celebró Barroso.