Cualquier parecido con la realidad no es -de ninguna manera- una coincidencia, sino el resultado de largas horas trabajando minuciosamente para recrearla. O más bien, para recrear objetos de la realidad, omnipresentes en el día a día, sea una lata de sardinas, una botella, un atado de cigarrillos, diferentes golosinas, un par de tijeras, cereales, un tubo de pasta dentífrica, una banana, y así. Este tipo de cosas, de lo más habituales, son las que interesan a la artista textil Alicja Kozlowska, polaca nacida en Varsovia que, desde 2017, crea “esculturas de fieltro bordadas en 3D de elementos cotidianos, con el propósito de dar a las personas una oportunidad de repensar objetos que damos por sentado”.

Tal es la expresa meta de quien se interesase por las posibilidades experimentales de los textiles desde temprana edad, “aprendiendo y probando diferentes técnicas como crochet y patchwork” cuando apenas era niña. Ya mayor, sigue fascinada por la materia, en especial por el bordado que, junto al Pop Art, hacen las delicias de la autora de Embroidered Ordinariness, como ha bautizado a esta serie de esculturas blandas, inspiradas “en todo lo que me rodea”.

“En mis obras utilizo la aguja como si fuera un pincel, y combino varios materiales, desde etiquetas, periódicos, láminas, hasta fieltro y tela”, ofrece esta mujer, a la que le gustaría que de una buena vez “cambiara la percepción general que se tiene sobre el tejido, y se entendiera que puede convertirse en una pieza de arte”. Con esa meta como norte, trabaja arduamente en pos de popularizar el arte de la fibra y el bordado, a través de series que asimismo se detienen en tópicos clave como el consumismo y la producción en masa. “Cada una de mis obras requiere de compromiso y paciencia, es única, creada espontáneamente sin un patrón específico y en un arrebato de inspiración”, revela Alicja Kozlowska, que -picardía mediante- ocasionalmente deja sus esculturas “en lugares concurridos para observar las reacciones de la gente”.