SALTA LA CHISPA

El Chispazo, de Angie Cornejo y Arianne Sodero Calvet (Colectivo LvsW)

Aunque Angie Cornejo nació “de casualidad” en San Salvador de Jujuy, es de la ciudad de Salta igual que Arianne Sodero Calvet. Ahora viven ambas en Buenos Aires y evocaron juntas su ciudad norteña en la historieta El Chispazo, ganadora de uno de los premios del concurso Somos 2. Y ellas son dos: Arianne hizo el guion y Angie, el dibujo de la primera historieta que hacen juntas porque antes venían desarrollando una serie animada y descubrieron que podían expandir esa experiencia de trabajo en equipo al papel.

“Ambas vivimos nuestra infancia y adolescencia en Salta y después nos fuimos a estudiar a Buenos Aires. Esa experiencia de conocer la ciudad desde adentro, en lo cotidiano y luego con la perspectiva que te da la distancia, fue clave cuando desarrollamos el bosquejo de nuestra historieta. La religión, los cerros, las calles y la arquitectura de Salta nos atravesaron y entendemos que también atraviesan a Ana, la protagonista de la historia. Ese paisaje vivido al principio y visitado (con frecuencia, porque lo extrañamos un montón) después, es parte del conflicto que se va a desarrollar a lo largo de los capítulos que tenemos en el horizonte de esta historieta”, dicen a dúo, y aunque es la primera colaboración, ya anuncian que no va a ser la última. El personaje de Ana siente un metejón con una publicidad de lencería en una revista dominical. El deseo que aparece a la vuelta de cualquier página.

“La historieta (y un poco también la animación) es, para mí, un lenguaje de posibilidades infinitas, como la poesía. Lo que encuentro en ella es un lirismo y una capacidad de abstracción que me conmueven y entusiasman: todo es posible. Son vastísimas las posibilidades de juego con los elementos y entre los elementos”, dice Angie, quien sabe que una historieta de solo dos páginas bien puede dar cuenta de cómo puede estremecer la irrupción del deseo en una ciudad opresiva.

Carla Mendieta

Las autoras, que forman el colectivo Lesbian vs wurst, también tienen la capacidad, como su protagonista, de encontrar en la cultura pop aquello que las encienda. “Por fuera de la historieta, una gran influencia para mí fue Willow Rosemberg, uno de los personajes de Buffy, la cazavampiros. Willow era lesbiana y vivía abiertamente su noviazgo con otra mujer. Estamos hablando de finales de los 90 ¡Una pareja de lesbianas en una serie para adolescentes, era un montón! Además la historia entre ellas estaba tan bien contada, sin tabúes ni censuras.

Por otra parte, más cerca en la línea de tiempo, desde hace algunos años encuentro referentes en la música local. Se armó una movida de cantantes lesbianas muy interesante y escuchar letras de canciones con las que me puedo identificar plenamente, me emociona”, sostiene Arianne, quien también menciona a la historietista Alison Bechdel como una lectura ineludible.

Y Angie enfatiza: “Mis dos referentes más fuertes son Alison Bechdel y Lucrecia Martel. Con ambas me pasó lo mismo, sentí que me atravesaban como si estuvieran contando mi historia, me narraron. Es una sensación difícil de explicar, como una voluptuosidad que hace que todo parezca posible: no soy la única. En parte, es esta sensación la que nos inspira para hacer esta historia de Ana, queremos escribir y dibujar lo que nos hubiera gustado leer además de Robinson Crusoe o la revista del diario del domingo.” Difícil de explicar es también lo que le pasa a Ana en la historieta cuando se prende fuego, ese deseo volcánico que hace erupcionar un poco la ciudad donde vive. Pero las autoras no se detienen a explicarlo, lo cuentan con una gracia gráfica donde no hay necesidad de gastar palabras. El resto es historieta.

Carla Mendieta


LA FERIA DE LAS FANTASÍAS

No soy quién pensás”, de Carladetal

“Mi formación fue un tanto desordenada ya que no habían muchos espacios dedicados específicamente a la historieta en las ciudades donde crecí”, dice Carladetal, quien nació Formosa pero creció en Paraguay, y de adolescente volvió a Formosa, donde conoció al profesor Miguel Ángel Fleitas, con quien tomó algunas clases. Poder desarrollarse como historietista en algunos lugares puede ser tan arduo como sobrevivir como una persona LGBTIQ+. “Luego aproveché cada viaje a Córdoba y CABA para tomar algún taller exprés o lo hacía de forma virtual, cuando ofrecían esa opción. Y así fui a talleres con Sole Otero, Powerpaola, Femimutancia, Gato Fernández, entre otres. Hace pocos años empecé a participar de festivales de historieta y a conocer a mis primeres referentes. De más pequeña me moví en ferias de fanzines, pero éramos pocxs les que hacíamos historieta y las novelas gráficas me resultaban inaccesibles. Femimutancia fue une de mis primeres referentes de la feria callejera del Encuentro Plurinacional. A partir de su obra y de festivales como el Vamos las Pibas, pude conocer a muchísimes más: Agus Casot, Inboccalupo estudio, Bbywacha, Sukermercado, Patricio Oliver, solo son algunes de les que se me vienen a la cabeza. Sus obras y temáticas me devolvieron las ganas de hacer y compartir mis historias.”

En su historieta “No soy quién pensás” hay una deriva iniciada por la opción de sobrevivir siendo invisible, o de ocultarse o develarse tras una careta, o de poder encontrar un lugar seguro para explorar la multiplicidad del deseo. No hay ningún nombre para ese deseo, tal vez no lo necesite. Sí hay fantasías personales y/o personajes de fantasía. Su historieta autobiográfica “está basada en historias personales, si bien a veces uso personajes diversos, desarrollan distintas partes de mi vida: conversaciones, secretos, recuerdos, fantasías y más.”

Carladetal logra eludir los caminos más transitados del realismo y la anécdota biográfica para representar desde sentimientos y experiencias que tienen la forma de una fábula extraña. No es solo calcar la foto de lo que somos sino crear imágenes que no se pueden fotografiar, mundos fuera del alcance de la selfie. Su objetivo es que al “desenredar el relato desde lo íntimo e intuitivo, por el ejercicio de toda una vida de hacerlo, a veces llego al núcleo de lo que quiero comunicar con el dibujo y la viñeta, antes de poder ponerlo en una conversación con otres.”

Negro sobre blanco, los trazos están para expresar un mundo interior y físico a la vez, romper las barreras de las palabras y agregar un espesor visual a eso que nos mantiene conectados cuando expandimos quienes somos más allá del territorio originario.

EL HILO DE LA RESISTENCIA

“El amor no sabe de cuerpos”, de Ariel Argüello

“Desde muy chico el arte fue para mí otro lenguaje con el que comunicarme. No hablaba mucho y era muy tímido, así que el dibujo pronto se convirtió en un lugar en el que estar. Y siempre estuvo, más cerca o más lejos, a veces con aciertos y arrojos, otras con aprensiones y distancias. Hoy pienso que dibujo, bordo o pinto no ya como un modo de ausentarme, sino por el contrario, para dar cuenta de quién soy en el presente, para dar cuerpo y sentido a los fragmentos que somos, que soy”, dice Ariel Argüello, joven porteño que, aunque usa el dibujo como su forma expresión y pensamiento sobre sexo, género, disidencia y corporalidad, sus influencias son más bien literarias.

“Mis referencias e influencias con respecto a las identidades de género y las disidencias provienen más de lecturas y de ideas que están circulando en ámbitos de discusión, espacios académicos y ciclos de lectura, que de otra cosa. Paul B. Preciado, Judith Butler, Jack Halberstam, Néstor Perlonguer, Marlene Wayar, Sara Ahmed, Nicolás Cuello, entre otres.”

Ariel cursó en la escuela secundaria Fernando Fader, donde se empezó a interesar por un tipo de dibujo más vinculado a la ilustración y lo gráfico, por la orientación en diseño y publicidad que tenía la institución. Al seguir la licenciatura y el profesorado en Artes Visuales en la UNA, exploró con otros lenguajes y con un tratamiento más experimental de la imagen y la materia.

Ariel Arguello

Sin embargo su obra “El amor no sabe de cuerpos” no utiliza las técnicas que más transitó en su educación formal sino una que adoptó recientemente: “Hace más de un año que vengo experimentando con soportes y técnicas textiles (patchwork, bordado, teñido, etc.) que estoy empezando a mixturar con dibujos y pinturas.” Sin embargo, su propia capacidad visual le permite realizar y explicar con claridad su propia estética: “Tenía la intención de representar maternidades y paternidades diversas poniendo en escena el afecto y las prácticas de cuidado y crianza. Para tal fin me inspiré en la obra de una fotógrafa norteamericana llamada Elinor Carucci que realizó una serie sobre hombres trans que dieron a luz. A partir de esa referencia se me ocurrió trazar un contorno circular (tondo) para encuadrar la escena y dar cuenta de un espacio íntimo al que uno debe acercarse lentamente para no violentar el silencio que lo envuelve. Asimismo opté por un lenguaje lineal desprovisto de formas llenas y efectos demasiado volumétricos porque lo importante para mí no es el realismo de la imagen, sino la idea que instala casi en forma de manifiesto: el amor no sabe de cuerpos.”

La textura textil y las formas del bordado le dan al mismo tiempo una calidez y una aspereza a la escena que tienen una fuerza particular en ese retrato compartido entre los cuerpos que se unen en una relación íntima. “Hace un tiempo, buscando otras posibilidades expresivas, descubrí el bordado y desde entonces es casi lo único que hago. Históricamente se empleó como un recurso tecnológico que apuntó a crear cuerpos sexuados y feminidades dóciles, y hace unos años viene siendo resignificado por los feminismos y las disidencias como una práctica artística de resistencia a las imposiciones heterocispatriarcales.”

Un paso más para encontrar en el bordado un camino de reencuentros en las resistencias, pero también para que ese camino dibuje horizontes de una intimidad compartida entre nuestros cuerpos.

La obras seleccionadas y las premiadas podrán verse en el marco de una exposición, que se puede visitar hasta el domingo 5 de febrero de 2023, de miércoles a domingos de 15 a 20, en la Casa del Bicentenario, Riobamba 985.