El presidente turco Recep Tayyip Erdoğan volvió a bombardear varias ciudades del Kurdistán en un ataque atroz dirigido selectivamente contra hospitales, escuelas, depósitos de granos y una planta de energía, entre otros espacios concurridos y claves para el desarrollo de la ciudadanía y la infraestructura del territorio.

Dilda Roj, delegada del Consejo Nacional de Kurdistán y representante en Latinoamérica del Movimiento de Mujeres de Kurdistán, explica: “Los ataques contra Rojava (Kurdistán sirio) son ataques destinados a eliminar la revolución de las mujeres. La revolución de Rojava es un triunfo de las mujeres contra la cara más fea y sucia de la mentalidad patriarcal del Isis. Hoy esta mentalidad liderada por el Estado turco está atacando con el apoyo de las potencias internacionales. En Rojava hay un sistema que promete una vida alternativa, poniendo a las mujeres en el centro y esos ataques apuntan al sistema de mujeres. Para expresar el nivel de impacto de los ataques a las mujeres hay que decir que no se puede hablar de una vida social donde hay guerra y conflicto, teniendo en cuenta que, las mujeres y las niñas están en el centro de la vida social. Este grupo se ve directamente afectado por el bombardeo sistemático de instituciones educativas, centros de salud y áreas productivas que son espacios vitales para nosotras.”

La nueva masacre que sucedió la noche del 19 y 20 de noviembre dejó como saldo 40 personas muertas, de las cuales 14 eran civiles, entre lxs que se encontraba el periodista de la agencia local Hawar News, Essam Abdullah. “El Estado turco además de atacar poblaciones indefensas, destruyó premeditadamente objetivos no militares relacionados con la prensa, la salud, la electricidad, la educación y los alimentos que abastecen a la región kurda”, señala un comunicado de acción internacional solidaria con el pueblo kurdo.

"El ataque está dirigido a cada lugar que un pueblo necesita para su futuro. La idea es hacer que la gente abandone la región. Se supone que se ven obligados a huir al ser privados de la posibilidad de sobrevivir aquí. A pesar del uso de miles de bombas contra la región, a pesar de tantos ataques de drones y aviones de combate, hay un gran silencio contra esto. En Ucrania, sólo una central eléctrica fue atacada y el mundo se levantó. Los estados tomaron medidas contra las personas que se quedaron sin electricidad, la incluyeron en sus agendas, e incluso llegaron a imponer sanciones. Pero todos guardan silencio sobre la situación aquí. Si el Estado turco ha intensificado tales ataques es debido a esta contradicción. Esta realidad debe ser reconocida. Estamos listos para cumplir con nuestra responsabilidad y aclarar las acusaciones hechas por el Estado turco, pero todos deben hacer un esfuerzo y estar atentos a los planes del Estado turco", aseguró Newroz Ehmed, Comandanta General de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en una entrevista con la agencia de noticias ANF.

Roj sostiene que estas formas de violencia son, en realidad, una política de deshumanización de Rojava, mediante la cual “se impone la inmigración a las y los ciudadanos de Rojava y con este ataque, el Estado turco preparó el ambiente para que Isis atacara nuevamente en la región. Isis es la cara más fea de la mentalidad patriarcal y el símbolo de este sistema horrible. En ese sentido el resurgimiento de Isis representa una gran amenaza, no solo para las mujeres de la región, sino también, para las mujeres del mundo.”

Unos días antes del ataque y sin ninguna prueba, el gobierno de Erdogan responsabilizó de un atentado realizado el 13 de noviembre en Estambul, al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), estas últimas operan como autodefensas en Rojava (Kurdistán sirio) e integran las Fuerzas Democráticas Siria (FDS). Las organizaciones acusadas no sólo negaron rotundamente su participación, sino que exigieron una investigación imparcial para revelar el orígen del ataque.

“Las autoridades turcas ordenaron decenas de detenciones que culminaron con el arresto, interrogatorio, y posterior ‘confesión’ de una mujer que, según las autoridades turcas, habría reconocido su participación en el atentado, supuestamente por encargo de las milicias kurdas. Esto ha levantado múltiples sospechas, no sólo por la falta de pruebas aportadas sino porque el ataque a objetivos civiles se trataría de un accionar inédito en la historia de estas organizaciones que solo realizan acciones contra objetivos militares”, explica el comunicado.

Además de estas operaciones criminales el gobierno de Turquía acumula gravísimas denuncias por el uso de armas químicas desde el 2018. Un hecho criminal que se pudo comprobar durante la invasión y ocupación de Afrîn (Rojava) por el uso de cloro gaseoso y la quema de fósforo blanco contra civiles y guerrillas en la región. Esto representa una violación flagrante de la Convención sobre Armas Químicas. Sin embargo, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas –de la cual es parte Argentina- sigue negándose a iniciar una investigación seria al respecto.

Ataques químicos contra el PKK

Lo que genera mayor preocupación es que durante los últimos seis meses, el gobierno turco profundizó este tipo de ataques químicos contra la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) llegando a más de 2700 ataques perpetrados por aire y por tierra. “Estas agresiones están generando también la destrucción y el daño a largo plazo de grandes áreas naturales, provocando pérdidas irreparables no sólo en vidas humanas sino en los ecosistemas que las habitan. La falta de acción por parte de la comunidad internacional es asumida por Turquía como un permiso tácito para continuar con sus políticas genocidas”, denuncia el comunicado.

Y agrega: “Sabemos que el Estado turco no actúa solo. Los bombardeos continuos de Turquía sobre una zona cuyo espacio aéreo se supone está controlado por Estados Unidos y Rusia, da cuenta de una complicidad innegable de estas potencias y de los países alineados con ellos. Como miembro de la OTAN, Turquía necesita la luz verde de la alianza atlántica para ejecutar estos ataques. Es necesario investigar toda la cadena de responsabilidades que permitan enjuiciar y castigar a los culpables.”

El pasado dos de diciembre, un grupo de mujeres en solidaridad con el pueblo kurdo entregaron una carta en la Cancillería argentina, dirigida al Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Santiago Cafiero, en la que reclaman que el Estado argentino condene los crímenes de lesa humanidad realizados por el gobierno de Turquía contra el pueblo kurdo e interponga todas las medidas necesarias para detener el uso de armas químicas en distintas regiones del Kurdistán.

En la entrega del petitorio estuvieron presentes las diputadas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), Mercedes Trimarchi y Mercedes De Mendieta. La carta entregada al canciller lleva las firmas de Nora Cortiñas y Marta Baravalle, integrantes de Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora); Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz; las periodistas Marta Dillon y Liliana Daunes; la escritora feminista Diana Maffia, y el politólogo y escritor Atilio Borón, entre otras destacadas personalidades defensoras de los derechos humanos.

Roj aseguró que las Fuerzas Democráticas Sirias tienen documentos que prueban que el Estado turco bombardeó sistemáticamente casas de civiles, instituciones de servicio, tierras agrícolas y los harán públicos. “Turquía llevó a cabo múltiples ataques aéreos como el que sucedió el pasado cinco de diciembre cuando bombardeó 51 áreas en dos días y el número de víctimas crece minuto a minuto porque los ataques continúan. El Estado turco está cometiendo crímenes de lesa humanidad contra el pueblo kurdo en las cuatro regiones del Kurdistán. Rojava es atacada constantemente y el silencio de las potencias internacionales demuestra su complicidad en estos crímenes”, concluyó la delegada del Consejo Nacional de Kurdistán.