Sensible                   7 puntos

Petite nature, Francia, 2021

Dirección: Samuel Theis

Guion: S. Theys y Gaëlle Macé

Duración: 93 minutos

Intérpretes: Aliocha Reinert, Antoine Reinartz, Melissa Olexa, Izia Higelin

Estreno en Mubi.

“¿Qué quieren hacer cuando tengan 30 años?”, pregunta el nuevo maestro, como modo de empezar a conocer a sus alumnos de 10 u 11. Todos responden algo, más o menos realizable o fantasioso, salvo Johnny, que se queda sin respuesta. Tal vez sea por la reciente separación bastante violenta entre sus padres, quizás porque él tiene áreas sin desarrollar. Johnny es un chico rubio y de pelo largo, con padres de clase media baja, natural de Alsacia, cerca de la frontera con Alemania. Es responsable, ingenioso e inteligente, y dibuja muy bien. Aunque eso no lo sabe ni él mismo. Solo su maestro. A la madre, de escasa formación y algunos excesos alcohólicos, le cuesta acompañar el crecimiento de su hijo.  Johnny (Aliocha Reinert), además, tiene deseos que no sabe cómo canalizar. Y que cuanto lo haga no será del modo (ni la persona) más adecuados.

Programada en la Semana de la Crítica en Cannes, la segunda película del realizador y guionista francés Samuel Theis (con la primera, Party Girl, había ganado en 2014 la Cámara de Oro, también en Cannes) se caracteriza por su abordaje oblicuo y sensible, nada formulaico, de temas cliché. Empezando por la sexualidad precoz y aún no del todo definida (aunque una coda muda parece anunciar hacia dónde se desplazará el deseo de Johnny) y siguiendo por la violencia familiar, la incomprensión paterna (o materna, en este caso), el conflicto entre la pertenencia de clase y las potencialidades infantiles, el bullying ocasional. En todos los casos, Theis va en contra de la obviedad. Johnny no es un chico homosexual reprimido por la cultura y sus padres, la violencia familiar es esporádica y no llega a ser traumática, su madre tiende a la agresividad y el alcoholismo, pero no vive tirada en un sillón o castigando a su hijo. Tiene un empleo, de hecho, aunque sea tan mínimo como atender un kiosco.

La diferencia estriba en que Theis no tiene “temas” a desarrollar (como tantas películas contemporáneas, que hablan más de “temas” que de personas), ni un “caso” testigo, ni otra agenda previa que no consista en la exposición de una fase en la vida de un niño al que, como al maestro, le interesa entender. Parecería, incluso, que como le sucede a Johnny, que dibuja espectacularmente bien pero no lo sabe, Theis no es del todo consciente de lo que le sucede a su personaje. Otro cliché derrumbado: por más problemas que tenga, Johnny no es un niño-problema. Por más que en una escena unos chicos más grandes se burlen de él, Johnny no es una víctima. Es un niño perfectamente feliz, que sonríe con frecuencia y no protesta cuando su madre le pide que se ocupe de la hermana menor. Hasta que estalla, sí, con la violencia con que estallan las personas amables. “¿Qué quieren que sea, chofer de ómnibus o empleado de McDonalds?”

Hay en Sensible una sugerencia de que ciertas instancias sociales (la escuela, concretamente) pueden ayudar a niños de clase baja a aspirar a más de lo que la vida le ofreció. Pero en el caso de Johnny, un deseo largamente escondido lo lleva a frustrar esa posibilidad. Otra vez lo personal, lo inefable, lo que se escapa de la norma (cinematográfica), saliéndole al paso a toda generalización, ya que no hay muchos Johnnys sino uno solo, y ese Johnny es el que a Samuel Theis le ha interesado investigar. Sin certezas.