Desde Roma

Este viernes, cuando el tercer grupo internacional de investigadores que ha estado estudiado científicamente la muerte de Pablo Neruda, entregue sus conclusiones a la justicia chilena después de años de trabajo y a casi 50 años del fallecimiento del poeta chileno, tal vez se tenga una versión definitiva sobre los motivos de esa defunción, que oficialmente fue atribuida al cáncer de próstata que padecía mientras otros aseguran que fue envenenado.

Con una larga investigación que lo llevó a hablar con familiares y conocidos y a consultar documentación de distintos países, entre ellos documentos liberados del secreto por el gobierno de Estados Unidos, el escritor y periodista italiano Roberto Ippolito publicó un libro ya en 2020 (Delitto Neruda editorial Chiarelettere) que sintetiza todos los hechos relacionados con la dudosa muerte del poeta. Neruda murió en una clínica de Santiago de Chile el 23 de setiembre de 1973, 12 días después del sangriento golpe de estado de Augusto Pinochet, y el día antes que tenía programado irse a vivir a México.

De hecho Neruda, como el presidente Allende -que también fue encontrado muerto en el palacio presidencial de La Moneda y se dijo que se había suicidado- , y el cantante y músico Víctor Jara - muy famoso en la época por sus canciones pero también por su apoyo ferviente a Allende, secuestrado y torturado hasta romperle las manos y luego asesinado-, eran tres personajes “de gran popularidad, capaces de contrastar al régimen de Pinochet”, según uno de los abogados de la causa Neruda, Eduardo Contreras, y contado en el libro de Ippolito. Y por eso posiblemente fueron asesinados.

Delito Neruda

El primero que puso en duda la versión oficial de la muerte de Neruda por cáncer de próstata, fue su chofer Manuel Araya, contó Ippolito en una entrevista con PáginaI12. Araya piensa que Neruda fue envenenado, tal vez con una inyección que le dieron al abdomen. Fue chofer de Neruda desde que él regresó en 1972 de Francia donde había sido embajador de Chile. Hacía menos de un año que había recibido el premio Nobel de Literatura.

Militante de izquierda, Araya estuvo con el poeta todos los días que pasó internado en la clínica Santa María de Santiago, un centro médico muy cotizado, donde llegó con su esposa Matilde Urrutia, el 19 de setiembre de 1973 - relató Ippolito en su libro-. Desde la clínica mandaron a Araya a comprar una medicina, que dijeron el poeta necesitaba, y que sólo se encontraba en una farmacia lejana. Pero en el trayecto que recorrió en el auto de Neruda, Araya fue arrestado y luego enviado al campo de concentración en el que se había transformado el Estadio Nacional donde fue torturado.

“Los negacionistas” sobre la dudosa muerte de Neruda dicen que “Araya es un mitómano”, que miente, contó Ippolito. “Pero cuanto fue escrito por la esposa Matilde Urrutia en sus memorias, coincide en muchos puntos con lo que dice Araya” -precisó-. “La investigación judicial así como mi libro, no son una pesquisa sobre las palabras de Araya. Pero fue él quien estimuló el comienzo de la investigación judicial sobre el caso Neruda”, añadió el escritor italiano.

Ippolito confirmó asimismo que con el gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018) algunas cosas mejoraron y la investigación tomó otro ritmo. El escritor italiano estuvo varias veces en Chile pero trabajando en secreto. “No quería dejar evidencias, quería curiosear, estudiar archivos, documentos liberados del secreto, artículos de diarios, hablar con la gente -contó-. Casi nadie sabía que yo estaba trabajado sobre este libro. Menos rastros dejaba de mí mismo, mucho mejor. Es así como he hecho también los otros libros de investigación que he publicado sobre grandes problemas sociales como “Evasores”, sobre los evasores fiscales en Italia. O “Abusivos” sobre las actividades que se llevan a cabo sin las correspondientes autorizaciones y competencias, por ejemplo: trabajar como dentista cuando en realidad nunca se estudió para ser dentista. Y también “Ignorantes”, el libro que revela todos los problemas de la educación en Italia.

¿Y qué se espera del grupo de 16 investigadores de 6 países (Canadá, Chile, Dinamarca, Francia, España y Estados Unidos) que darán a conocer sus conclusiones a la justicia chilena este viernes? “Del informe del panel esperamos, desde un punto de vista científico, la respuesta final. Y desde el punto de vista judicial, las conclusiones y una sentencia”, dijo Ippolito.

Las dudosas etapas de la investigación

En su libro Ippolito resumió los hechos que ponen en duda el modo en que murió Neruda. Entre ellos: la muerte repentina no obstante las buenas condiciones en que estaba pese al cáncer y la intensa actividad de escritura; el certificado de muerte falso firmado por un médico que no lo visitó en el momento, ni de vivo ni de muerto; la desaparición de la historia clínica del paciente y de otros documentos sanitarios; la misteriosa inyección en el abdomen; la presencia de un “médico fantasma” de nombre Pride, que el médico de turno dijo que era quien había quedado a cargo cuando él terminó su turno por la tarde (el tal médico fantasma no existe en ningún documento de la clínica ni del colegio de médicos, verificó Ippolito); el arresto de Araya por ser el chofer del poeta; el incendio de sus libros por las calles; la muerte del poeta el 23 de setiembre, el día antes que tenía programado partir hacia México; los documentos secretos de la CIA hechos públicos que dicen que se prestaba particular atención a Neruda; la peligrosa bacteria Clostridium botulinum -considerada un arma biológica que provoca el botulismo- encontrada en una muela sacada de los restos del poeta.

La pesquisa sobre la muerte de Neruda comenzó en 2011, cuando el Partido Comunista de Chile presentó una querella ante la Corte de Apelaciones para que se verificaran las causas de la muerte. Y después de una entrevista de Araya con la revista mexicana “Proceso”. Las investigaciones judiciales fueron encargadas al juez Mario Carroza, que todavía está a cargo, y fue necesario exhumar el cuerpo en 2013. Quedó en el Servicio Médico Legal hasta 2016.

Ya en 2013 habían comenzado a trabajar juntos varios expertos y científicos de distintos países. Siete meses después de exhumar el cuerpo, el médico legal Patricio Bustos dijo que la muerte de Neruda se debió al cáncer porque los análisis demostraron la presencia solo de restos de medicinas que se usaban para ese tratamiento. Pero según Ippolito, los estudios realizados eran químicos y no biológicos y faltaban los exámenes bacteriológicos. Los abogados del caso Neruda, pese a todo, no se detuvieron y pidieron nuevas pruebas.

Los investigadores fueron adelante y en el informe de octubre de 2017 dijeron haber descubierto la bacteria Clostridium botulinum en una muestra de dientes y huesos del poeta. Era necesario verificar si esa bacteria había sido ingerida por Neruda o si había llegado al cuerpo a través de la tumba. Al parecer varios de los investigadores pensaban que era de origen endógeno. Pero para estar seguros se pidieron muestras de tierra de la zona donde estaba enterrado. Las muestras fueron preparadas cuidadosamente para ser enviadas a los investigadores. Pero increíblemente, a un cierto punto se perdieron. Nadie sabe donde fueron a parar. Y tuvieron que ser elaboradas de nuevo. Llegaron al laboratorio de Canadá en setiembre de 2019.

La interpretación definitiva de todos estos hechos se conocerán este viernes, aunque no se sabe si la justicia dará a conocer su decisión y los informes inmediatamente.

Los herederos de Neruda, guiados por su sobrino el abogado Rodolfo Reyes, esperan tener una respuesta. “El mundo debe saber la verdad sobre la muerte de mi tío Pablo aunque hay siempre personas interesadas en no conocerla e impedirla”, dijo Reyes en una frase que citó Ippolito al final del libro. Al concluir su historia el escritor italiano también recordó el viaje del papa Francisco a Chile, en 2018, y los mensajes en los que recordó a Neruda.