Este miércoles comienza una nueva edición del Queer Tango Festival, que se extenderá hasta el 26 de febrero en distintas sedes del circuito porteño de milongas. La velada inaugural será con La Marshall en el Salón Marabú (Maipú 365) y la cosa seguirá luego en Juernes Milonga, Pipí Cucú, Turbia y La Viruta. El festival sigue el modelo de encuentros europeos, con fuerte presencia de clases especiales por figuras del sector (como Dana Jazmín Frígoli, Javier Rodríguez, Juampy Ramírez, Virginia Pandolfi, Anahí Carballo, Fer Carrasco y otros), y una milonga para el cierre de cada jornada, sumado a alguna orquesta o grupo de corte tradicional (en este caso, Tango Bardo y Los Herederos del compás, el jueves y sábado respectivamente).

“Estamos buscando llevar el tango queer a milongas tradicionales de Buenos Aires, que es algo que no se ve mucho”, explica a Página/12 la organizadora del Festival, Liliana Chenlo. Ella suma su encuentro a otro ya existente, que se celebra tradicionalmente en noviembre. “Decidimos reforzar ese trabajo y poder unificar el tango tradicional y lo queer”, agrega la bailarina.

Para Chenlo, todo el ambiente queer del tango se encuentra apartado del circuito habitual y propone “unifircarlos”. “Por eso invitamos a profesionales que no son del ambiente queer para poder juntarlos”, señala. Así todo, la organizadora reconoce que en los últimos años hubo cierta apertura “gracias a diversas milongas y lugares que empezaron a abrirse”, y al trabajo de varies en ese sentido.

En los últimos tiempos aparecieron algunas milongas de la misma corriente, como Deltita milonga o la Tancuir, pero que con distintos perfiles se mantienen al margen del micromundo tradicional queer, más allá de la apertura de otros espacios, sobre todo del circuito más joven del género, donde ya no es raro ver bailar en la pista a parejas del mismo género o con cambio de roles. Señales de que las opciones se diversifican para todes.

“También fue un empujón bastante importante desde el momento que me presente al Mundial de Tango en el 2016 junto a mi compañera de ese momento”, recuerda. “Justamente lo hicimos queriendo que hubiera una apertura mental y mostrando que el tango queer puede estar presente en todos lados”, plantea. Esa primera experiencia, recuerda, fue hermosa pero efímera, ya que no superaron la etapa eliminatoria inicial. “Pero ganamos mucho apoyo y nos llenaron de entrevistas, ¡era toda una novedad que dos mujeres estuvieran en el mundial de tango!”, rememora. En 2022, con su compañera, llegaron a la semifinal. Con todo, en espacios tan institucionalizados aún queda mucho por cambiar, advierte. “No a todos los jurados les gustaba la idea de ver a dos mujeres bailando juntas”.

De cara al crecimiento del sector y al Festival de estos días, Chenlo prefiere no prestar atención a los eternos objetores del cambio. “Los obstáculos siempre estuvieron y lo estarán, ¡el tango es muy machista! Yo en lo personal no me enfoco ni les doy mi atención ya que hay tango para todos, y nadie puede decirte cómo bailarlo ni con quien”.