La escritora y dramaturga Griselda Gambaro escribió su obra "Decir sí" unos años antes y luego la estrenó en 1981 en el marco del ciclo de obras cortas "Teatro Abierto", que más que un estreno colectivo de piezas escénicas fue un movimiento político-cultural de resistencia que se opuso a la censura de la dictadura y abrió las puertas de los teatros, sin temor de decirle "no" a los genocidas que asaltaron el poder en la Argentina de aquellos años. 

Gambaro concibió "Decir sí" como una pieza que bien podría encajar en el llamado “Teatro del Absurdo”: un cliente entra a una peluquería para cortarse el pelo pero, sin razones claras, es inmediatamente dominado por el peluquero, quien sin permiso ni advertencia invierte los roles de la relación cliente-profesional y lo somete a hacer lo que él desea sin que el cliente pueda siquiera negarse, creando así una dialéctica escénica del autoritarismo que irremediablemente lleva al despojo y el perecimiento de todo lo humano. Leyendo entre líneas, sabemos que la peluquería es más una sala de tortura que un salón de belleza, y que el peluquero no es un estilista profesional sino un torturador experimentado, cuyo cliente pronto se convertirá en un desaparecido más. El absurdo fue una herramienta efectiva en aquellos años para decir cosas muy profundas evadiendo la literalidad tan militar, habilitando la posibilidad de hablar sobre lo prohibido burlando a la censura.

Hoy, a más de cuarenta años de su estreno inicial, el director Santiago Lasarte pone en juego sobre las tablas una versión que conserva en esencia el texto de Gambaro pero lo conduce mucho más al extremo, haciendo volar por los aires la versión clásica mediante un arrebato de originalidad y exuberancia: bajo un clima denso y con una atmósfera fuertemente almodovariana, en una peluquería que desborda de elementos bizarros con una escenografía y vestuarios de lo más camp, clienta y peluquera se enfrentan a sí mismas dragueadas para crear una reversión trans de la historia ya conocida.

 Protagonizada por el actor y performer-ícono queer del under Emiliano Figueredo y el actor, performer y bailarín Francisco Barral, quienes realmente lo dejan todo y más sobre el escenario, la puesta de Lasarte lleva hasta el paroxismo el absurdo, cruzado ahora con el musical, el horror psicológico, el teatro experimental y algunas pinceladas eróticas, creando una comedia trágica sobre la obediencia y la monstruosidad, sobre la necesidad de romper con la sumisión y de negarse a decir y hacer lo que la población normada determina desde su panóptico cotidiano. 

Pelos sucios, mechas postizas, maquinarias retro fuera de estado, galletitas arenosas, muebles roídos, tijeras desafiladas y vestimentas irreconocibles participan en este ping pong teatral que recorre con altas dosis de sarcasmo las aristas del poder en toda su obscenidad, la obediencia debida en toda su miseria, el nerviosismo propio del miedo como respuesta errada a todo, lo siniestro del avasallamiento personal y lo monstruoso de la pasividad que habita, todo junto y al mismo tiempo, en nuestro interior. 

A diferencia de la obra original, cuyo espacio escénico es una peluquería y, por lo tanto, un ambiente familiar a pesar del uso particular con el que se lo utiliza, el espacio creado por Santiago Lasarte -que además de director teatral es activista y diseñador- no es en nada cercano a nuestra cotidianidad: allí reinan la suciedad más exótica, elementos extraños de aspecto quirúrgico, carencia de iluminación natural, falta de conexión con el mundo exterior y un aire fétido e insoportable que lo domina todo, con dos personajes fundidos en un vestuario retro-futurista, diseñado por Jo Vera. Además, trascender la masculinidad de los personajes de la obra original también habilita que los límites planteados por el texto de Gambaro estallen ahora en direcciones inesperadas.

Con “Decir sí”, en esta puesta sacada y dragueada sin concesiones, se pone nuevamente sobre las tablas un puñado de fundamentales interrogantes existenciales, pero en un contexto y bajo una mirada completamente distinta: ¿Cuál es el límite que las personas podemos soportar en el abuso de poder cotidiano perpetrado por la normatividad siniestra y criminal? ¿Hasta dónde llega nuestra paciencia y aguante en un mundo-negocio que nos invita a atravesar sus puertas sólo para disfrutar con su propia violencia?

"Decir sí" se puede ver los viernes de marzo y abril a las 22:30 en el Teatro El Grito, Costa Rica 5459. Entradas en alternativateatral.com