La puesta de Hombre Enterrado fue en agosto del año pasado, y su despliegue hacía prever que iba a ser difícil de volver a presenciar. Sin embargo, Paula Manaker y equipo se pusieron a la tarea junto a Espacio Cultural Micelio. La sala de calle Valparaíso 520 dará cobijo durante los sábados y domingos de abril, en el horario de las 21, a la obra que Manaker dirige y produce, con autoría de Carlos Masinger, en una experiencia que cruza lenguajes –danza, música, teatro, artes plásticas y audiovisuales– a partir de un esfuerzo escenográfico tan sustancial como complejo.

“A veces hacemos unos esfuerzos descomunales para que una obra tenga una corta vida. Una de las cosas que pensé fue cómo hacer vivir a Hombre Enterrado en otras vibraciones, en otros cuerpos. Desde ya, ninguna obra termina, siempre reverbera en espectadores y actores, pero hay algo más y tiene que ver con lo fuerte que es para nosotros cuando una obra, de golpe, se deja de hacer. Las cosas, los objetos, empiezan a morir, con la escenografía y los vestuarios. Pero el colectivo Micelio aceptó este desafío, sabiendo que no era fácil sino un riesgo, debido a la desproporción entre esfuerzo y trabajo y lo incierto de su reverberación. Pero ellos están dispuestos a enfrentarlo”, sintetiza Paula Manaker a Rosario/12.

La puesta original de Hombre Enterrado –donde un europeo, en tiempos coloniales, queda atrapado por el barro del monte sudamericano y preso de sus alucinaciones– contó con producción del Centro Cultural Parque de España y el Centro Cultural de España “Juan de Salazar” de Asunción. Tal como Manaker explica: “La obra está sostenida en la creación de un paisaje escenográfico, y para nosotros era muy importante trabajar con eso. La producción asistida que recibimos de las instituciones dependientes de España, tanto la paraguaya como la rosarina, nos permitió el lujo de poder trabajar con la materia, la escenografía, las luces, el sonido, con todos los recursos durante el proceso de creación. Eso le dio a la obra un montón de cosas que por lo general los artistas no tenemos. Contar con el recurso desde el principio fue para nosotros una experiencia inédita. Luego de las tres funciones en Paraguay y de las cinco que hicimos en Rosario, la obra logró una especie de madurez en el encuentro con la gente, pero se terminó; cuando para mí lo importante era que de alguna manera pudiese ser trasladable, que una obra de esta envergadura se pudiera montar en otros espacios. La ciudad de Rosario es muy compleja en eso, pero apareció la posibilidad de trabajar con el colectivo de Micelio, ya que una de las chicas había participado en las luces y el montaje de Hombre Enterrado en Parque de España. Necesitábamos un lugar que tuviera la amplitud necesaria y al mismo tiempo que pudiera ser manipulado. Imaginate, ¡hicimos un pozo en el mismo Micelio! (risas). Es una experiencia feliz, pero también la siento muy dura, artística y físicamente, porque hay pocos recursos del estado en general y todo implica dinero y mucho cuerpo. Pero ahí estamos, confiando en que también es otra gente la que podrá ver esta obra, y que se verá muy distinta”, continúa la directora.

Entre otras consideraciones, la nueva puesta de Hombre Enterrado trae novedades que amplían su universo escenográfico. En este sentido, el taller Variaciones sobre Monte Escenográfico –el 22 de abril, a las 21– ofrece una posibilidad que complementa y acentúa al proyecto: “Algo que me pasa mucho con el trabajo que hago es que me dan ganas de abrirlo, sobre todo con esta puesta en particular, donde la escenografía creada es un universo en sí mismo. Algo que queríamos era que sucedieran muchas actividades dentro de la temporada, que rodearan la obra, y elegimos una de las fechas en la que vamos a abandonar la escenografía para invitar a artistas con quienes compartimos cierta mirada estética, para de algún modo dialogar. Así que los invitamos a montar e improvisar, a usar el espacio como quisieran, a profanarlo. Vamos a mirar cómo se resignifica, cómo cambia de sentido, qué aporta la mirada de otros a algo que hicimos de determinada manera. Me parecía lindo abrirlo y ser espectadores. Para esta performance, que es Variaciones sobre Monte Escenográfico, invitamos en especial a Matías Martínez, con cuyo grupo compartimos una idea de hacer teatro que tiene que ver un poco con este desarrollo más estético y conceptual, a pensar la escenografía y desarrollar allí algunas escenas con su grupo. Será con entrada libre y gratuita. Al mismo tiempo, propusimos un taller, La Luz Escena, que dictará Diego López –los días 15, 22 y 29 de abril, de 15 a 18–, el iluminador de la obra, que hizo algo muy especial y era muy lindo que lo pudiera ampliar a otros técnicos y artistas afines”, explica.

La apuesta es importante y dinamiza al sector, no sin experimentar el nervio que significa la respuesta del público: “Más allá de algunos recursos mínimos que conseguimos, tenemos adelante a la boletería y estamos pendientes de esto, porque el dinero que entra es el que sirve para pagar la puesta. Pero confío en lo que me gusta, en transmitir pasión y en jugarnos un poco la vida en cada cosa que hacemos”, agrega Paula Manaker.

Hombre Enterrado cuenta con Dirección y Producción general de María Paula Manaker; protagónicos de Federico Tomé, Marcelo Díaz, Yanina Silva, María Cecilia Mastria, Mauro Lemaire; Arte, animación y escenografía de Ange Potier; Cerámica de Ediltrudis Noguera; Construcción escenográfica de Carlos Masinger; Vestuario de Ramiro Sorrequieta; Diseño lumínico de Diego López; y Autoría y Música original de Carlos Masinger.