Eva Morales, “Evita” para sus compañeros y vecinos, preside actualmente la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia del partido de San Martín, que se constituyó como querellante en la causa por los fusilamientos de los basurales de José León Suárez de 1956, cerca del río Reconquista.

Consultada por el compromiso de la Comisión en la causa, responde que se dio con mucha naturalidad. “Primero, porque nosotros tenemos desde siempre un objeto amplio, Acompañamos no sólo a las víctimas de la última dictadura en sus reclamos, sino a las de toda forma de vulneración de los derechos humanos, terrorismo de Estado o violencia institucional”, explica.

“Luego, porque la fundadora de nuestra organización fue Elena Carranza”. Elena, “La Negra”, era la hija mayor de Nicolás Carranza, el obrero ferroviario y militante sindical cesanteado por la dictadura, que estuvo prófugo desde el golpe. Carranza vivía con su numerosa familia en el bario ferroviario de Boulogne, en el partido de San Isidro, unas pocas estaciones más al norte que Florida Oeste, siempre en la línea del Belgrano Norte. Sus perseguidores llegaron a tener a Elena detenida, cuando apenas tenía once años, para forzar a su padre a entregarse.

Para Eva, los fusilamientos eran un tema cercano, tanto por su relación con Elena como por su pertenencia al territorio. Elena todavía vive en el barrio obrero Villa Concepción, del lado de San Martín, apenas a una cuadra de la avenida Constituyentes, límite entre ese partido y Vicente López. Son sólo seis cuadras de la casa de los Di Chiano, en cuyo fondo habían construido el departamento que alquilaban a Juan Carlos Torres, de donde los fusilados fueron secuestrados.

Villa Concepción fue el primer barrio de esas características inaugurado por Juan Perón, en 1944, cuando apenas llevaba un año como secretario de Trabajo y Previsión. Se trataba de un complejo de 500 chalets californianos, edificado en terrenos que habían pertenecido al Ejército. Algunos chalets todavía subsisten, otros dieron paso a otro tipo de construcciones, pero todos tienen el colorido como elemento común. Las casas están pintadas de colores intensos, vívidos. Todos se conocen y se encuentran en la plaza, que bulle de de vida social.

Era -es- un barrio profundamente peronista, que durante la resistencia dio cobijo a más de un perseguido. Por ese motivo, cuenta con orgullo Eva, el director de la película “Operación Masacre”, Jorge Cedrón, lo eligió para filmar algunas escenas: se sentía seguro en territorio amistoso. "Hay una anécdota con Ana María Picchio. Entre una escena y la otra salió a fumar y se lo chocó a Julio Troxler. Entró sorprendida y preguntó. Le respondieron que él también iba a actuar, sólo que de sí mismo".

Troxler también era vecino de la zona y militante peronista. Había nacido allí en Florida y había ingresado a la escuela de policía Juan Vucetich con 18 años. Sobrevivió a los fusilamientos  y, en 1973, durante el breve gobierno bonaerense de Oscar Bidegain, fue subjefe de la fuerza. Al año siguiente, 1974, fue asesinado por la Triple A.

Villa Concepción es también es uno de los barrios con más desaparecidos en proporción a la cantidad de total de habitantes durante la última dictadura: diecinueve. "Un 3 de agosto secuestraron a once personas, por eso desde la comisión militamos para que se declare esa fecha como el Día del Desaparecido de San Martín". Todos esos nombres fueron pintados dentro de un pañuelo, líneas negras sobre fondo blanco, en el frente de la sala de primeros auxilios del barrio, que lleva el nombre de Eva Perón y tiene la arquitectura y la estética propia de aquellos años.

“Hace algunos años”, relata Evita Morales, “plantamos unos árboles delante del edificio donde se hacen los juicios de lesa humanidad en nuestro distrito, uno por la memoria, uno por la verdad y uno por la justicia, e invitamos a los hijos de los fusilados, con los que siempre tuvimos relación". Recuerda que uno de ellos dijo mi viejo no tuvo nada de esto, "y ahí decidimos intentar hacer algo” Luego vieron que en Chaco comenzaba el juicio por la verdad de la masacre de Napalpí "y decidimos seguir ese camino, que ahora estamos transitando”.

En 1924, en el contexto de una huelga de obreros algodoneros contra el régimen de semiesclavitud al que eran sometidos, el gobernador radical de esa provincia, Fernando Centeno, organizó una fuerza de policías, gendarmes y mercenarios que asesinó a 500 indígenas qom y moqoit. Hasta contaron con apoyo de un avión que disparaba desde las alturas. 

En 2022, tras casi un siglo de impunidad, se inició un juicio de la verdad y se logró que se lo declarara crimen de lesa humanidad, es decir, imprescriptible. El juicio que se sustancia ahora en San Martín acerca de los hechos de 1956 es consecuencia de aquella decisión.

Eva sostiene que las huellas del trauma que dejó el crimen de Pedro Aramburu, Emilio Bonnecarrere y Desiderio Fernández Suárez en aquellos niños, son todavía visibles en estos hombres y mujeres de setenta y pico de años. “Perdieron a sus padres de manera inesperada, debieron ser criados por sus madres solas, con todo lo que eso implicaba. Y encima, a los demás chicos del barrio, por temor, las familias les decían que no se les acercaran, que no jugaran con ellos”, de manera que los efectos del crimen se fueron prolongando y naturalizando.

Para Eva, “cada uno de los hijos lo procesó e hizo con eso lo que pudo, como pudo, sin ningún acompañamiento institucional"

Daniel Mario Brión, hijo de Mario Brión, otro de los fusilados, por ejemplo, se convirtió en escritor. e historiador. Es autor del libro “El presidente duerme. Fusilados en junio de 1956. La generación de una causa”, publicado por el Instituto Superior Arturo Jauretche.

Muchos de ellos, la mayoría ya septuagenarios, habían perdido la esperanza de encontrar una instancia reparatoria como esta. “El reclamo de justicia viene de tantos años atrás, que todos estamos movilizados, emocionados, nerviosos. El otro día, hasta la secretaria que tomaba declaración se puso a llorar.”

Este viernes 9 de junio a las 11 horas, la Casa de la Memoria Jorge "Nono" Lizaso, que lleva el nombre de un desaparecido y hermano de Carlos Lizaso, otra de las víctimas de los fusilamientos, organiza un homenaje a los caídos en los basurales. La cita es en el cementerio de Olivos, comenzando por la tumba del general Juan José Valle. El mismo homenaje se realiza habitualmene, hace ya varios años, y es cita obligada de los descendientes de los caídos  y de los militantes, dirigentes y concejales del peronismo de la zona.