Más allá de lo políticamente correcto, en relación a cómo nombrar al otro, para el movimiento afro cómo nos nombran lxs otrxs se ha transformado en un campo de lucha contra el racismo y la estigmatización. Comzo resaltamos en la nota anterior, existen varios adjetivos que se han construido alrededor de nuestra identidad afrodiaspórica: morochx, morenx, negrx, blacky son algunos de los adjetivos más comunes que ponen en juego una arista de nuestra identidad personal y colectiva.

Por ello pretendemos en esta nota dialogar sobre la política de la identidad en nombre propio, en ese sentido ser afrodescendiente refiere a una persona de ascendencia africana pero no nacida en el continente africano. Afrodescendientes somos lxs descendientes de africanxs cuyxs antepasadxs llegaron al continente americano producto del comercio transatlántico de esclavizadxs. El término se utiliza por consenso desde el 2001, post Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación, la Xenofobia y las formas conexas de Intolerancia, realizada en Durban, Sudáfrica. Allí dicen que “entramos negrxs y salimos afrodescendientes”. Por eso la lucha colectiva ha sido el vector fundamental en la lucha por la identidad y la no invisibilización.

En ese sentido, en Argentina durante el último censo nacional de población realizado por el Indec en el 2010, después de más de 130 años de no relevar a nuestra comunidad, se utilizó la siguiente definición para denominar a la personas afrodescendientes: “refiere a aquellas personas que declararon ser afrodescendientes o tener antepasados de origen afrodescendiente, africano, negr@  (padre, madre, abuelos/as, bisabuelos/as)”. Más allá de las definiciones formales, hablemos de nuestros cuerpos y cómo el nombre y/o el mote se ha constituido en un mecanismo de opresión en relación a nuestra identidad y cómo hoy nuestros niños, adolescentes y jóvenes sufren el racismo y la discriminación por tener una ancestralidad diferente, que muchas veces los lleva a la violencia y el suicidio. 

Afroargentinxs

Lxs afroargentinxs son personas de ascendencia africana o afrodescendiente nacidas en el territorio argentino. Su presencia es el resultado del comercio de esclavizados durante los siglos de dominación española del Virreinato del Río de la Plata y también  producto de las mezclas, mixturas de los movimientos migratorios con toda esa argentinidad blanca e indígena. En relación a eso sabemos que hay más del 5% de la población argentina que tiene ascendencia afro pero “claro” obviamente no lo reconoce porque ser negrx es estar vinculado con la pobreza, la marginalidad y la exclusión según la impronta que el racismo ha permeado en nuestras sociedades. Y es allí  donde radica para nosotrxs el principal eje del combate al racismo, el esclavista nos puso “negrxs” como una estrategia que eliminara todo vestigio de identidad cultural y étnica, éramos una cosa, no teníamos ni alma, muchos menos derechos. Pero mucho de esa impronta sigue circulando al día de hoy. Sobre todo en Argentina, donde todo lo negro está vinculado a la negatividad. Pero un elemento más para incorporar en relación a la negritud es el proceso de blanqueamiento de las afroargentinxs. Ya que como sostiene el relato hegemónico muchos de los africanos que estaban en estas tierras fueron usados como carne de cañón primero en las luchas independentistas y luego en la guerra contra el Paraguay, la llamada “guerra de la Tripe Alianza” y para rematar a lxs que quedaban se supone que la fiebre amarilla los aniquilo. Pues, ¿qué hacer con tantas mentiras?

Si bien hubo un descenso real de la población, es mentira que todxs desaparecieron, las mujeres y los niñxs siguieron reproduciendo nuestra cultura y mezclándose con otrxs, lo que dio lugar al proceso de mestizaje y blanqueamiento de lxs afroargentinxs. Por eso es más que una cuestión de melanina. Muchos de ustedes aunque fenotípicamente no se vean negrxs pueden tener o tienen una ascendencia afro, por eso hablamos de sacar a la abuela afro del “closet”.

Más allá de los conceptos y definiciones, el racismo sigue impactando en nuestros cuerpos y esta semana nuevamente la violencia racial tuvo su epicentro en EEUU. Esta vez en la ciudad de  Charlottesville, en Virginia un grupo de extrema derecha,  junto a neonazis e integrantes del Ku Klux Klan (KKK) convocaron a una marcha para impedir el traslado de una estatua en homenaje a Robert E. Lee, quien lideró las fuerzas sureñas durante la guerra civil estadounidense. La marcha fue convocada bajo la consigna “Unir a la derecha” y fue catalogada como el mayor encuentro de odio de su clase en décadas en Estados Unidos. Violencia, atropellos y muertes fue el resultado.

El norte vuelve a mostrar su lado más crudo a solo 300 kilómetros de Washington y el presidente Trump sin más remedio salió dos días más tarde a condenar lo sucedido. Ahora volviendo a la Argentina, donde cotidianamente vivenciamos situaciones de racismo, violencia y discriminación, en las últimas elecciones parlamentarias el partido neonazi Bandera Vecinal de Alejandro Biondini sacó más de 28000 votos en la provincia de Buenos Aires. Todas nuestras alarmas deben estar encendidas porque los racismos no solo van contra lxs negrxs, sino contra todo aquello que no sea cis y blanco.