El imaginario peronista, el cruce entre arte y política y las mitologías clásicas vibran en los once cuadernos de Daniel Santoro reunidos en Libros de apuntes 2015-2023, una edición imperdible de 336 páginas publicada por la editorial Octubre, que se presentó en el Museo Nacional de Bellas Artes, el mismo espacio donde se puede visitar la muestra del artista “Panorama. El teatro de la memoria” hasta el sábado 18 de noviembre. 

Notas, bocetos y dibujos del libro invitan a observar qué hay en la cabeza del más lacaniano (y también borgeano) de los artistas peronistas. Hay resonancias de las lecturas que agitaron su avispero intelectual, como los poemas de Dante Alighieri, Vladimir Mayakovski, Ezra Pound y Jacques Lacan, entre otros. “No es un autor realista, sino que hay un componente onírico muy importante que también atraviesa ese imaginario peronista”, aclaró el librero, crítico de arte y curador Roberto Papateodosio, uno de los presentadores del libro junto a Andrés Duprat, el director del Museo.

Papateodosio mencionó el término “carnavalización” para reflexionar sobre la obra del artista y sumó también la importancia de la risa y la bufonería. “Acá, inevitablemente, tenemos que pensar en Leónidas Lamborghini, uno de los grandes poetas del siglo XX argentino, que también fue cruzado por la política y por la experiencia de ese hecho maldito, como lo llamó John William Cooke al peronismo, un gesto político que todavía a muchos les cuesta descifrar”, aseguró el librero, crítico de arte y curador. “La escenificación de la obra de Santoro serían esos grandes lienzos donde están Jorge Luis Borges, Eva Perón, el niño proletario hasta Roberto Arlt; todo confluye en una gran obra carnavalesca”.

Libros de apuntes 2015-2023 reproduce en forma facsimilar una selección de las páginas de once cuadernos de apuntes realizados entre esos años en distintos bares de Buenos Aires. La editorial Octubre publicó hace casi una década Libros de apuntes 1990-2014, en el que se condensó 37 cuadernos con bocetos, dibujos, tintas, ilustraciones, pinturas, textos y apuntes que sintetizaban casi un cuarto de siglo de la obra de uno de los artistas plásticos más importantes del país. “Es como un ejercicio, una meditación sobre temas que surgen de conversaciones, de haber visto algo, de lecturas de textos muy complejos, como los seminarios de Lacan, que tienen mucha poesía. Es como un diario personal gráfico que después se convierte en libros en sí mismos, como el Manual del Niño Peronista”, explicó Santoro. “Los dibujos tienen la emergencia de ser hechos siempre en bares. Entonces cuando tienen color o alguna otra cuestión técnica más compleja la resuelvo con el agua del café; por eso tienen también un tono que va por ese lado”, reveló el artista, y confesó que en el libro hay varias frases del escritor y psicoanalista Germán García (1944-2018), con quien solía encontrarse en el bar La Paz.

Entre los once libros está el dedicado a Los siete locos y Los lanzallamas, de Roberto Art que Santoro ilustró para los fascículos coleccionables que se publicaron en Página/12, con prólogo de Guillermo Saccomanno. Mientras el artista proyectaba una selección de las ilustraciones --en las que se podía apreciar la desesperación de Remo Erdosain ante la falta de dinero-- destacó que para situar los dibujos de las novelas de Arlt apeló a su infancia en el barrio de Constitución: las casas con techos de cinco metros de altura, los tranvías y las calles empedradas. En los dibujos de Santoro aparece el mercado Ben (que ya no existe más), la mercería y la carnicería. “Arlt tiene un pasaje donde hace una serie de invectivas en contra de ‘la bestial felicidad de los tenderos mientras sus desventuradas mujeres se dejaban ver desde las trastiendas’. Y era así, tenía ese clima; había un carnicero fachero que siempre mostraba su musculatura para tratar de seducir a las clientas”, recordó el artista.

Un frase de Sigmund Freud dispara escenas que Santoro esboza en sus cuadernos. Como lo hizo en el segundo tomo del Manuel del Niño Edípico con “el ombligo del sueño”, enunciada por el padre del psicoanálisis. “El sueño es como un cordón umbilical y no hay que tocarlo porque se perturba todo; es muy linda esa idea de que el sueño está agarrado a un lugar inefable que no podemos saber”, planteó el artista. También toma el concepto de “estrago materno” de Lacan en el que se refiere al deseo de la madre como la boca abierta de un cocodrilo. “El estrago materno se produce cuando el cocodrilo cierra la boca”, expresó el artista. Sobre el segundo tomo del Manual del Niño Neoliberal, Santoro reconoció que le gusta dibujar aparatos y máquinas y se refirió al “medidor de codicia”. “Hay medidores para la alcoholemia, pero no hay para la codicia; la codicia es mucho más dañina -comparó-. Un codicioso puede arrasar pueblos y países enteros, pero la codicia no se mide porque parece ser un valor social”.

Papateodosio enfatizó el modo en que la codicia se materializa a través de la creación de museos privados. Santoro recogió el guante. “El codicioso, lejos de querer quedar ante la sociedad como un simple codicioso acumulador, quiere ser un héroe social. Toda acumulación de capital termina en la voluntad de abrir un museo de arte contemporáneo”, analizó el artista. “Lo más valioso que produce el capitalismo es una pintura. No hay nada más valioso que una pintura. Ni la joya más valiosa, ni la Ferrari más valiosa, se vendió en 39 millones de dólares, como se vendió un cuadro de Frida Kahlo”.

Un gran logro de los dibujos de Santoro se despliega en “Instrucciones para reír como un CEO” y todo el universo de consideraciones que se desprende de esta figura. “El CEO es el sujeto histórico del neoliberalismo -afirmó el artista-; tiene la capacidad de ser una figura mediadora, que antes no existía. En el viejo capitalismo, la relación era directamente entre el obrero y el dueño, y ahí se daba la lucha de clases. En cambio el CEO está para optimizar ganancias y la dificultad que tiene es que no sabe cuánto se necesita de ganancias, algo que sabría solamente el dueño, que es el único que puede decir que está satisfecho, que ya es suficiente. Si el CEO deja de acumular ganancias, desaparece como CEO y lo reemplazan por otro”.

En una de las páginas del libro está “la mejor traducción” del poema “Canto LXXXI”, de Ezra Pound, que hizo el escritor y curador Raúl Santana (1940-2021). Santoro leyó una parte de la versión de ese poema (“Sométete a ti mismo, entonces otros se te plegarán/ Depón tu vanidad/ Eres un perro abatido por el granizo, una urraca hinchada bajo el sol cambiante”) que trata sobre la condición del artista. “Si te creés un gran artista que hiciste cosas y que te debés a ciertos prestigios acumulables, entonces ya no hay más nada. Siempre uno tiene que ser un perro abatido en el granizo, una urraca hinchada bajo sol para poder jugártela y no ser vanidoso”, postuló el artista y precisó que “depón tu vanidad” es un hallazgo de la traducción del “Negro Santana” porque todas las traducciones dicen “arría tu vanidad” y ese verso “no suena bien”.

El libro cierra con Apuntes para un manual de curaduría, un cuaderno en el que se puede encontrar el texto curatorial como un cadáver exquisito con tarjetas que incluyen frases que no cierran el sentido de Walter Benjamin, Maurice Merlau-Ponty, Borges, Lacan, Donna Haraway, Nancy Fraser y Boris Groys, entre otros autores que se suelen citar. "Uno pone en la bolsa las frases y saca dos palabras que son de Nancy Fraser, las va acoplando y es maravilloso. Yo lo hice y acumulan un sentido. Si uno pone la fe en eso, va a hablar de la muestra que uno está mostrando”, prometió Santoro en el momento más “cómico” de la presentación.