Los chicos quieren indie. Al caer la tarde, San Cristóbal le baja un cambio a la visceralidad del día. Quizá demasiado para ser lunes. A medida que el barrio se revela, en las entradas de varios supermercados chinos se observan cuentas pendientes con el afloje del fin de semana o ya un gran temperamento para arengar el venidero. Alrededor de esas tertulias improvisadas orbitan obreros de la construcción, antiafteristas de pubs irlandeses, bachilleres e incluso iconos del punk argentino: varias cuadras más arriba del cruce de las avenidas San Juan y Entre Ríos, Marcelo Pocavida, otrora frontman de la legendaria banda Los Baraja, comparte una birra de litro con unos compinches, mientras su inconfundible voz de trasnoche (inmortalizada tras retar a Charly García por aparecerse en un recital de los New York Dolls en Buenos Aires, en 2008) retumba por la calle.
A unas cuantas casas de ahí está el estudio Spector, donde alrededor de una docena de artistas del pop independiente patrio, afines al espíritu festivo que propone el barrio en pleno crepúsculo, esperan al NO para escuchar Ceremonia: disco tributo a Los Ratones Paranoicos que orquestó el sello Geiser –en coincidencia con la celebración de los 30 años de la aparición de su epónimo debut discográfico–, con la presencia de Juanse, líder hasta su separación en 2011.
Luego de que homenajeado y reivindicadores entran a la sala de grabación, a la que se llega por un pasillo angosto que cobija vitrinas colmadas de figuritas de Star Wars y He-Man, el cantante y guitarrista agradece a las bandas y solistas por asistir, aunque por ahora no conoce ninguno de los covers. Lo que da pie para que suenen cada uno de los temas, los cuales son recibidos con sorpresa y despedidos con aplausos. Ante cada track, Juanse mira hacia al vacío en señal de concentración. Sólo la pierde cuando le convidan un mate.
Van quedando atrás versiones por Viva Elástico, Diosque, Banda de Turistas, Ibiza Pareo, Indios, Un, Cállate Mark, Francisca y los Exploradores, y así hasta llegar a la conclusión del repertorio. La sala de grabación se vacía. Juanse es el único que permanece sentado –consecuente con su flamante devoción a Dios– de forma religiosa. Tras salir al control contiguo, y más tarde al baño, vuelve a su lugar secundado por algunos de los músicos que participan del compilado (la rareza es Chucky de Ipola, que pertenece a otra generación, y el gran ausente fue Gori, líder de Fantasmagoria, quien actualmente además se cuelga la viola en el grupo del cantante). Pero no sólo para seguir haciendo devoluciones de las revisitas a los clásicos del cuarteto, que brindan una lectura inesperada, fresca y novedosa de Los Ratones Paranoicos, sino para dialogar con un puñado de artistas a los que de otra forma no hubiera conocido. Mientras se acercan a cuentagotas, el NO abre el juego para la charla.
¿Qué opinás de que este tributo provenga de una escena diferente a la del rock barrial o a la rolinga?
Juanse: No pasa por el hecho de que sean de tal o cual estilo. Tampoco lo mentalizo. Vine a escuchar lo que me avisaron que se estaba haciendo, ahí es donde me parece que se da artesanalmente mi interés. La elección del repertorio y las bandas fue de Geiser, que es un sello que está apostando por una nueva modalidad de expresar los canales que antes estaban obstaculizados. El mundo solo se va adaptando a lo que ocurre. En nuestra época, cuando comenzamos, nos hacía falta algo así. Las bandas necesitan un ente que los conjugue y sepa controlar esa unión, porque hoy lo que cambió, a mi entender, fue el despojamiento total. Recién, mientras escuchaba, me emocionó que los Ratones pudieran generar esto de forma directa o indirecta. Hay una claridad y una pureza dentro de los artistas que participan, no hay una intencionalidad de vanidad excesiva.
Diosque: Cantar es un hecho de vanidad…
Juanse: No creas. David hizo los salmos y no tenemos lo más importante: la melodía. Se la tuvieron que dar con el tiempo. Si son hermosos leyéndolos, imaginate lo que hubiera sido escucharlo a él, siendo Rey, cantando eso. Esto apunta hacia una cuestión de extraños vericuetos, donde lo único que cuenta es el estudio de marketing y la enorme cantidad de plataformas que podés tener. Yo grabé La Biblia (NdR: se refiere a una versión renovada del clásico de Vox Dei) y salió en 67 países porque alguien apretó un botón. Nosotros nunca hubiéramos tenido el coeficiente mental para entender esa situación. No hay individualidad, y eso es lo bueno. Fijate que es raro lo que se logra: a través de un rótulo exponés a varios artistas, además distintos, con un mismo contenido. ¿Se acuerdan de los compilados de los ‘80? Te metían versiones de los grandes éxitos de los Beatles cantados por Piero o Helena Rubinstein, y ahí se perdía el valor porque se notaba…
Alejandro Schuster (Viva Elástico): Había una burguesía artística…
Juanse: No, no había limpieza en el corazón del tipo que lo hacía. El gran valor de lo que ustedes hicieron es que hay un gran contenido compositivo. Le cambiaron el inconsciente colectivo: mucha gente va escuchar esas canciones por primera vez, y algunas ya tienen 30 años.
La variedad es tan amplia que sólo faltó un rapero…
Juanse: Todos los estilos están bien representados. Frank Zappa institucionalizó el rap, pero como no era un gran vendedor de discos en su país, sino en Europa, se llevó al género con él. Aunque el que lo hace pegar allá es un amigo mío llamado Robert Brandon. Una vez que lo visité, salió, nos recibió y en su mansión en Londres abría las puertas y estaban los negros grabando. Yo no sabía qué era eso, pero vendía millón y medio de copias por mes. Me volví a Francia, me senté en un banco y pensé: “Me quedan tres días de vida”.
Alejandro Schuster: Una vez te escuché decir que sólo escuchabas a Sex Pistols. Así que te quería preguntar si te gusta el sonido de The Clash, The Damned o Bad Religion...
Juanse: No escucho más eso. Sólo oigo mi música o los cantos gregorianos. El único elemento de los Pistols que ahora no comparto son las letras. Tuve a Steve Jones viviendo 10 días en mi casa y tocando sin dormir cuatro. El estaba con la Les Paul en mi casa, en el living, y le hice tocar God Save the Queen. La hizo sin equipo, y sin nada, y con la afinación en 440. Cada vez que escucho a Elvis sigo sintiendo lo que estaba dentro de ese ser humano. Siempre vamos a encontrar cientos de obstáculos, se van a burlar de nosotros o a adularnos. Y nunca vamos a ser ninguna de esas cosas. Es un juego. Lamentablemente, cuando el mundo se impone sobre el alma, se lleva a tipos tan sensibles y talentosos por el simple hecho de una droga creada para no serla. Se mueren a partir de haber consumido un anestésico para la rodilla, y eso es demencial.
Diosque: No es talento, si no se desperdicia…
Juanse: El gran problema es la vanidad, porque es el enemigo número uno del artista. Es el germen de la autodestrucción. En el adolescente funciona porque es lógico, es un proceso. Pero si luego seguís así fue porque no resolviste lo que al principio del camino querías: que te dejen tranquilo. Yo todo lo que hice fue para eso. Obviamente, no lo logré...
Franco Saglietti (Francisca y los Exploradores): Te estamos mirando ahora, jajá.
Juanse: Fracasé. Primero te dan el jarabe, luego lo otro… Con respecto a la cuestión de los punks, para mí no hay estilos. Lo que hace este pequeño granito de edición en el mundo es que comprueba que la música es un lenguaje y que hay que utilizarlo para brindar alegría, y disfrutarlo.
Franco Saglietti: ¿Seguís componiendo?
Juanse: Hago lo que puedo. Tengo muchas canciones compuestas pero no están estructuradas. Cuando me baje la liquidación, las grabo. Uno necesita componer para comer: yo no tengo almacén ni pizzería.
Franco Saglietti: O sea que es vanidad y economía…
Juanse: La economía te salva bastante de la vanidad, porque lo necesitás. Cuando tenés una familia, ahí se acaba todo porque viene el día a día y aprendés a compartir. Eso, trasladado a una estructura de banda, soluciona todos los problemas.
¿Te sentís más cómodo en rol de solista o como parte de una banda?
Juanse: Hay que aceptar las condiciones. Mi apellido no es Kapelusz. Sólo te puedo hablar a partir de mi experiencia. Cada uno tiene que saber el puesto que ocupa en la banda. Si bien en los Ratones yo tuve el rol compositivo, los shows siempre se dividieron en cuatro.
Diosque: Estar lleno no está bueno, sino tener hambre.
Juanse: ¿Por qué Monzón murió invicto? Porque tuvo hambre. Pero no de gloria, sino hambre. Lo primero que hizo cuando comenzó a ganar fue ponerse un freezer en la habitación. Así es el rollo. El músico vive del aspecto, pero gracias a Dios jamás me importó lo que pensaran. Jamás le di un consejo a nadie ni lo acepté.
¿Ni siquiera para el primer disco de Ratones Paranoicos?
Juanse: La idea de la tapa fue del dueño del estudio, Nosferatu. Tenía una persiana americana en una pared y se le ocurrió usarla para taparnos. Le daba miedo que nos vieran. Lo nuestro fue tragicómico todo el tiempo. Nadie nos contrataba porque nos creían unos muertos o porque teníamos un nombre raro. Lamentablemente, los mecanismos de difusión y comercialización de todo, no sólo de la música, están orientados hacia el morbo. Siempre tiene que haber un deformante para que sea atractivo. Lo que gané, ya me lo gasté. Y se suponía que ésa era la gran zanahoria detrás de la que había que correr. Pero tenemos la posibilidad de construir algo nuevo. Gracias a esos temas que hice con otras tres personas, pude entrar en contacto con los artistas de este disco, a los que de otra forma no hubiera conocido. Seguramente esto generará más cosas y les puede dar la posibilidad a muchos de ustedes de abrirles una puerta gigante. Y lo digo objetivamente: escuché versiones que voy mañana y me las compro. Son canciones nuevas, no es lo que tenía en la cabeza cuando las hice. Ahí hay varios mensajes: la música es un lenguaje único, y el castellano nunca lo vas a modernizar.
Pero los Ratones siempre sonaron contemporáneos…
Juanse: Es que fuimos el resultado de Soda Stereo, estábamos podridos de escucharlos en la radio. Fue una historia insólita, igual a la de Kiss: aprendimos a tocar sobre la marcha.


Ceremonial y protocolo

Ceremonia: Geiser revisita a Ratones Paranoicos, amén de colarse entre los mejores discos de 2016, servirá para posicionar aún más al indie argentino dentro del mainstream local. El repertorio abre con Viva Elástico y una adaptación más arrebatada, e incluso libidinosa, de Mona Lisa. Le secunda Diosque, quien se sale del electropop para remojar en noise a Estrella. Indios apela al letargo y el barroquismo al hacer Isabel. UN cuelga en la electrónica lisérgica a La avispa. Olímpica pide pista de baile en Tomo y obligo. Francisca y los Exploradores, al lado de Julieta Venegas, llevan adelante una versión muy beatlera melancólica, al igual que brillante, de Para siempre. Girando se toma un piscinazo dance por cortesía de Ibiza Pareo. Pero Banda de Turistas se rescata del sol para conducir a La nave hacia el onirismo de la escuela MDMA de Spiritualized. Y si el genio cancionero de Juan Ingaramo se luce en Carol, Placer la rockea en Colocado voy, lo mismo que Cállate Mark en Enlace (con aura The Libertines). Fetzet fue respetuoso con Cowboy (será porque en ella les acompaña Juanse). Todo lo contrario Los Nuevos Monstruos, quienes llenaron a Lo que doy de pop de sintetizadores. Algo parecido a lo de Mauro Conforti y La Vida Marciana en Juana de Arco, aunque un nivel rock más arriba. El cierre le tocó a Chucky de Ipola, con El reflejo en una clave de pop con la que no sólo reinventa a Los Ratones Paranoicos, sino a sí mismo.