YoNoFui es un organización transfeminista que tiene 21 años de trabajo sostenido con prácticas dentro y fuera de la cárcel: “Aún así decimos que las cárceles no deberían existir”, comienza Alejandra Rodriguez, integrante de la organización. La casona de YoNoFui está ubicada sobre la calle Gavilán a dos cuadras de las vías del tren Sarmiento. Una pequeña puerta negra es un portal a una cooperativa que trabaja con ex detenidxs o personas con prisión domiciliaria, hacen talleres de escritura, poesía, producen ropa, cuadernos, hacen serigrafía y sublimación. Este año inauguraron el espacio “Bell, toda belleza es política” una unidad productiva que ofrece servicios de uñas, masajes y reflexología, tienen planes de abrir una peluquería.
María Medrano, Ari Lutzker y Alejandra Rodriguez, me reciben con un mate que es el primero del día para todxs, aunque son las 17. “Tenemos mucho trabajo, estamos preparando la casa para recibir muchas personas”, comentan mientras debaten la capacidad máxima para los talleres, que a una semana ya están casi llenos.


Hacer públicas las preguntas sobre la cárcel


¿Cómo se hace para llevar la discusión sobre el sistema carcelario a un campo más amplio de personas? ¿Cómo hacer públicas las preguntas sobre la justicia, el castigo, el impacto que tienen sobre los cuerpos de quienes atraviesan procesos judiciales y de cárcel? ¿qué hay de toda esa construcción en la vida cotidiana? ¿cómo nos vinculamos con lxs otrxs? ¿damos lugar a lo comunitario?, son algunas preguntas que atraviesan el encuentro.

Según Alejandra la propuesta pretende abrir esas preguntas a otros mundos, a otras a otras luchas, a otras prácticas para expandir las imaginaciones sobre las justicias alternativas. Para lxs integrantes de YoNoFui, la existencia de la cárcel es responsabilidad de toda la sociedad y “es necesario pensar el sin sentido de este sistema, una discusión que debe ser abierta y comunitaria”.

Desde la organización ven una relación muy directa entre los punitivismos y el avance de los fascismos. Existe un pedido explícito de más pena, castigo y persecución. Sin embargo no hay una reflexión sobre el actual funcionamiento del sistema tal cual lo conocemos, que en la mayoría de los casos son centros de tortura, en los que las personas privadas de su libertad viven en condiciones de hacinamiento, sin el otorgamiento de derechos básicos como salud, higiene, educación, alimentacion, entre otrxs. YoNoFui, toma esa discusión y la profundiza, relacionando esas dimensiones políticas con la construcción social de sensibilidades afectivas, las que atraviesan nuestra vida y que nos constituyen socialmente por ejemplo: el individualismo, pilar en los discursos del partido La Libertad Avanza.

“El Servicio Penitenciario aplica la lógica de divide y triunfarás, nosotrxs buscamos romperla para poder sobrevivir dentro de la cárcel”, explica Ari Lutzker que trabaja en YoNoFui y participa de cada debate. Nacieron con un taller de poesía en Ezeiza. Hoy continúan en ese penal y en la Unidad 47 de José León Suarez. Incluso durante la pandemia editaron un libro llamado “Hacer vivir, hacer morir: pliegues de un encierro que se extiende”, relatos recopilados entre mayo y junio del 2020, resultado de un trabajo entre personas privadas de libertad y el colectivo editorial Tinta Revuelta. Esas voces dieron a conocer las complejidades de estar detenidxs durante la pandemia, la crudeza de esas vidas antes y durante la experiencia carcelaria, también la potencia del encuentro colectivo, del segundeo y de una nueva construcción de vínculos que permite sobrevivir al encierro.

El Colectivo Yo No Fui en pleno, en la casa donde funcionan las cooperativas de trabajo.



¿Justicia o justicias?

La Justicia en singular es la que conocemos en Occidente, un formato importado del mundo anglosajón, no fue creada en el territorio ni para este pueblo. Tiene principios universalizantes, que en muchos casos no sabemos a qué refieren por ejemplo la disposición de las penas. “Se trata de una justicia que borra la genealogía de todas las otras justicias que existen en el mundo, que es en definitiva los distintos modos de resolver conflictos”, cuenta Ari. Sobre este tema María agrega que llamarle justicias pone en valor un montón de prácticas que ya existen, con el objetivo de buscar soluciones o respuestas a diferentes conflictos. “Traemos una pregunta crítica, lo alternativo como una forma de no querer fijar una idea, sino más bien de sostener una incertidumbre y una experimentación necesaria para ver cuáles son esas formas de justicias, que ya estamos desarrollando y otras que tal vez vamos a seguir construyendo”, suma Alejandra mientras el mate va girando y la charla se intensifica.

Lxs integrantes de YoNoFui responden todas las preguntas con mucho conocimiento del tema, llevan años trabajando y construyendo colectivamente desde el territorio, dentro y fuera de los penales. También cuentan con un grupo de acompañamiento colectivo al que llaman segundeo: “La idea es hacernos la segunda, se median muchas situaciones de conflicto, es nuestro laboratorio también de prácticas de muchos temas”, dice María.

¿Por qué hablar de anti punitivismo?

El punitivismo se presenta como una manera de vivir y organizar ideas que cree en el castigo como método para resolver conflictos, una forma de composición social que genera desconfianza y marca a los demás como posibles amenazas. Es una de las pedagogías favoritas del neoliberalismo para gobernar. “No tenemos magnitud de cómo ese modelo impacta en el cotidiano, organiza nuestra subjetividad, nuestra sensibilidad, nos disciplina, nos normaliza. Es el temor a lo que nos podría llegar a pasar si nos corremos de la norma”, expresa María Medrano, una de las fundadoras de YoNoFui.



En contraste, el antipunitivismo, surge como una necesidad de arrebatarle al Estado y sus ejecutores el monopolio en el tratamiento de los conflictos. Propone

una aproximación diferente, buscando formas de convivir y resolver conflictos de manera comunitaria, sin recurrir al lenguaje judicial inentendible y a las recetas universales

. Justicias Alternativas se presenta como la oportunidad de encontrarse para tejer soluciones a partir de preocupaciones compartidas, movilizaciones y provocaciones, desafiando así las concepciones tradicionales de la justicia.

Producciones serigráficas del Colectivo Yo No Fui

“La cárcel tiene un lugar muy central en la sociedad más allá de que se insiste en expulsarla. Es como si las personas se fueran del planeta y después hay que reincorporarlos, reinsertarlos, reincluirlos y la gente no se va a ningún lado: está encerrada en la cuadra siguiente de tu casa. Entendemos que es una discusión incómoda, pero alguien tiene que darla”, agrega Alejandra que insiste en sostener esa contradicción y seguir construyendo desde las cárceles para hacer más porosos los muros: “Entrar a dar talleres, construir lazos y a su vez decir las cárceles no sirven para nada”. En ese sentido, también consideran fundamentales los avances en relación a los fallos con perspectiva de género, con perspectiva racial. “No negamos todo eso que ya existe y por lo que se luchó. Nuestra mirada va más allá y busca construir comunitaria y colectivamente otro futuro”, aclaran lxs integrantes de YoNoFui.

El primer Encuentro Internacional de Justicias Alternativas: Antipunitivista y Abolicionista Penal, pretende tener diálogos políticos con otras organizaciones, sin certezas de cómo resolver estas preguntas pero convencidxs de que urge empezar a dialogar e intercambiar con otrxs para imaginar, tramar otras posibles respuestas. Hoy en la cárcel desembocan todos los problemas: el consumo, la violencia de género, heterosexualidad obligatoria, falta de salud, la toma de la tierras “se trata de un espacio de interseccionalidad viva muy fuerte”, dice Alejandra y contrarresta esta heterogeneidad con la conocida Justicia que propone una misma receta para todos los conflictos.

El evento Justicias Alternativas es parte de los Mobile Labs del Prince Claus Fund, un proyecto que tiene como objetivo crear espacios alternativos de pensamiento conjunto donde agentes de cambio cultural puedan reunirse e intercambiar ideas. Los laboratorios son eventos independientes y nómades que viajan por todo el mundo, generando oportunidades para que florezcan nuevas perspectivas. 

¿Qué es el abolicionismo penal?

Las cárceles fueron creadas en Europa como un intento humanista y progresista de “enderezar conductas” o “rehabilitar personas”. Una manera de humanizar el castigo frente a las ejecuciones públicas. Así,

se institucionalizó un modo de disciplinamiento social que afecta de manera desmedida a racalizadxs, empobrecidxs, locxs, putxs y desviados. El maltrato y la tortura se volvió de esta manera, tolerable

para todxs lxs ciudadanxs. Sin embargo, está comprobado que las cárceles no reducen los delito. Desde YoNoFui ven la abolición de la pena como la base sobre la cual imaginar nuevos modos de vincularse. Están convencidxs de ello, aunque se trate de un proceso histórico a largo plazo “es por eso que nos convocamos a discutirlo y expandirlo a otros sectores”.



Si nos acercamos a los informes anuales de la Procuración Penitenciaria de la Nación, el Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena, del CELS, entre otros, podemos observar que las cárceles estan funcionando como centros de tortura y muerte legalizados. Uno de los informes mas actuales de la Comisión Provincial por la Memoria afirma que el sistema carcelario de Argentina constituye el principal ámbito de aplicación de tormentos y violación sistemática de derechos humanos en nuestro país.

Con una población carcelaria total cercana a las 100.000 personas, Argentina se ubica por encima del promedio mundial en cuanto a la cantidad de personas privadas de libertad.

Además aseguran que durante dos décadas se sostuvo una política de seguridad y de persecución penal basada en el encarcelamiento selectivo: la captación de los sectores pobres que forman parte de las cadenas más débiles del delito.

Desde el trabajo dentro de las cárceles hasta la militancia transfeminista, buscando desplegar sentidos anti punitivistas.

“El abolicionismo penal como una alternativa al desmantelamiento no solo de las cárceles, sino de la idea de que la cárcel va a resolver algún tipo de conflicto, de que el castigo en términos de tortura y aislamiento va a resolver algo”, expresa An Millet, trabajador de la salud mental y activista de la disidencia sexual, que estará presente el sábado en uno de los talleres junto a val flores. El activista propone trasladar esta discusión a nuestra vida cotidiana “¿cómo desromantizamos el afecto en nuestros vínculos amicales, de pareja, familiares, y reconocemos que quererse y querer construir juntos también es con daño también es con conflicto. Encontrar otras opciones de afrontar ese conflicto: identificar ese daño, reconocerlo, repararlo y ponerlo sobre la mesa en lugar de las estrategias punitivistas del castigo y el silencio”. Como acciones alternativas proponen: abandonar la estrategia automatizada de la cancelación, filtrada en espacios de militancia, abandonar la idea de que solo existen dos posiciones la de víctima y la de victimarie, entender la reducción de riesgos y daños como una estrategia para pensar el consumo problemático, abandonar el prohibicionismo y el abstencionismo, pensar en otro sistema de producción y uso de los recursos naturales, otra forma de vincularnos como sociedad con el planeta y con los animales no humanos, entre otras.

Expandir hacia nuevos horizontes

“Para desbordar el nicho carcelario, nos proponemos involucrar a otros actores y actrices”, dice Ari, uno de lxs curadores de los talleres que habrá durante el fin de semana. Todxs coinciden en que la composición heterogénea de voces ayuda a darle otros matices al material de trabajo y lenguaje del colectivo que siempre busca la fusión de de disciplinas.



El encuentro comienza el viernes 24 con el festival “Sentimientos Antipunitivistas” desde las 19 hs en la Casa Yo No Fui (Gavilán 252). Se presentará una biblioteca Anticarcelaria, habrá un Juicio a la Justicia “Alegato Performático” y tocarán: Luanda, Kumbia Queers y xRYOx. El sábado habrá talleres y un conversatorio público, desde las 9.30 am en El Maquinal (Anchorena 364). El primer taller estará a cargo de la activista lesbiana y docente val flores y An Millet. La jornada se titula Afectos abolicionistas y según An “

vivir en comunidad es afrontar el conflicto, es vivir con conflicto, es generar daño y entonces tal vez otras salidas, pueden identificar ese conflicto, reconocerlo, repararlo

y vivir con él también”. En ese sentido resalta que nuestra crianza y pedagogía, las formas que nos llegan de la sociedad son punitivistas, es por eso que inventar nuevas maneras no es una tarea fácil, aunque lo considera un compromiso para quiénes están en ciertos lugares de privilegio.

La misma casa donde funcionan las cooperativas editoriales y de serigrafía será sede del primer día del Encuentro.

 
El segundo taller del día lo dirige el director artístico singapurense, residente en Berlín, Keng Sen Ong y el último será coordinado por el artista y activista del colectivo de personas con discapacidad, Elian Chali, el trabajador cultural queer y director escénico Silvio Lang y la escritora y profesora lesbiana Marie Bardet. También habrá un espacio para adolescencias e infancias que será llevado adelante por Aula Vereda y que culminará con un recital del dúo Pulso Pulpo.

Más tarde habrá un conversatorio en el que participaran el Colectivo YoNoFui, junto a la abogada feminista Ileana Arduino, la trabajadora sexual y sindicalista Georgina Orellano y la activista y actriz mapuche Soraya Maicoño. Modera la socióloga, escritora y docente María Pía López. “La justicia, para nosotras, es buscar otras salidas, queremos que nuestras voces valgan, que se respeten los testimonios de las trabajadoras sexuales, sin infantilizar nuestras experiencias”, manifesta Georgina Orellano, secretaria General de Ammar.

En la misma línea Ileana Arduino, coordinadora del Grupo de trabajo Feminismos y Justicia Penal de INECIP, reflexiona sobre el persistente discurso punitivista en la sociedad y la política. Para ejemplificar recurre a una anécdota de una joven de 17 años en un taller que coordinó, quien expresó que "el punitivismo es una forma de organizar el pensamiento" Para ella esa preferencia por respuestas punitivas al gestionar conflictos en la sociedad, tiene una fuerte presencia en contextos que, paradójicamente, promueven la diversidad y el reconocimiento de ideas emancipadoras. Resalta la necesidad urgente desde los feminismos, de explorar otras formas de mediación y gestión de conflictos ya que la propuesta de castigo desvía la atención de demandas más profundas relacionadas con la responsabilidad y la generación de soluciones.

Por último el Domingo 26 se realizará el “II Parlamento de ladrones y desviadxs de 14:00hs a 19:30hs en la Manzana de las Luces (Perú 272). Se trata de una recreación de la primera acción de los movimientos Abolicionistas Penales que tuvo lugar en 1966 en Suecia, donde personas privadas de su libertad junto con jueces, abogados, fiscales y miembros de las fuerzas de seguridad se reunieron en un mismo espacio para problematizar las prisiones. El II Parlamento retomará esa acción histórica desde una perspectiva crítica latinoamericana y contará con la participación de más de 30 activistas, abogadxs, defensores, jueces, docentes, artistas, educadores, que realizarán exposiciones y harán preguntas políticas en torno al castigo, los punitivismos y las justicias alternativas.