El problema de la exhibición de las películas argentinas lleva varios años, pero que exista desde tiempo atrás de la gestión de Ralph Haiek al frente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), no le quita responsabilidad a quienes hoy comandan el organismo cinematográfico. El problema mayor e histórico es que los tanques de Hollywood estrenan con centenares de copias y asfixian a la producción local, que se queda sin salas para estrenar o mantenerse en varios cines después de la primera semana. El caso de Alanís es un ejemplo concreto de los padecimientos que tuvo que soportar la directora Anahí Berneri, quien recibió la Concha de Plata a la Mejor Dirección en el último Festival de San Sebastián y, a pesar de eso, su película no tuvo acceso a una reprogramación que permitiera posicionarla nuevamente en la cartelera porteña. Incluso cuando la protagonista, Sofía Gala Castiglione, ganó además el premio a la Mejor Actriz en la muestra donostiarra. Distinto, pero con desenlace similar, es el caso de Una especie de familia, quinto film de Diego Lerman, que ganó en la categoría Mejor Guión en San Sebastián y que tampoco fue reprogramado. Si bien tuvo un lanzamiento más que aceptable –porque la productora local se asoció con una major–, lo que le costó a la película de Lerman fue poder mantenerse en el tiempo, otro problema que trasluce una ausencia de políticas de exhibición.  

Alanís se estrenó el 21 de septiembre con 16 copias en todo el país y específicamente en la Ciudad de Buenos Aires las salas fueron el Gaumont, Cinemark Palermo y Belgrano Multiplex. Hasta ahora logró una convocatoria que supera por poco los 19 mil espectadores. “Para empezar, en una de las cadenas que finalmente no estrenó en Capital me pidieron cambio de afiche. Dijeron que ese afiche no lo iban a poner, incluso antes de ver la película porque atentaba `contra la familia’”, cuenta Berneri a PáginaI12. A pesar de la publicidad en la calle y de la presencia de Sofía Gala en los medios, “se habló mucho de la película pero no conseguimos las salas que esperábamos”, cuenta la directora. Es que en el horario central no había función de Alanís en ninguna sala porteña. “De hecho, tuvimos en el Gaumont la sala chica, no la sala grande. En el horario central de las 20.30, cuando la gente va al cine, no teníamos función”, explica la cineasta, cuyo film todavía se mantiene en Cinemark Palermo porque logró cumplir con la media de continuidad, y allí se exhibe con la misma cantidad de funciones que desde su estreno, pero con una sola función en el Gaumont porque, a pesar que hasta el jueves pasado “era la película que más espectadores tenía, hay muchos estrenos argentinos y decidieron correrla: teníamos tres funciones y esta semana tenemos una”. 

A la hora de mencionar a qué lo atribuye, la cineasta es directa: “No hay ningún tipo de regulación en cuanto a la exhibición, más allá de la cuota de pantalla”, según plantea. “Antes lo que sucedía era que los estrenos internacionales nos quitaban espacio. Ahora lo que sucede es que hay estrenos nacionales de 200 y 300 copias. La película de Pampita se estrenó con más de 200 copias, la de Tita estuvo ahí también. Ni hablar de La cordillera. No tenemos tantas salas. Mi película no era para estrenar en 200 salas, pero asfixian y no dejan lugar. No es solamente una cuestión que se debe a las películas de Hollywood. Yo no sé exactamente cuáles son los números de salas en la Argentina, pero estaría bueno hacer el número y ver cuál es el porcentaje”, dice la directora. 

En cuanto a la responsabilidad del Incaa en el tema de la exhibición, Berneri denuncia: “Hay inacción y no tienen instrumentos”. Y plantea posibles soluciones: “Creo que la exhibición debería estar reglada por la cantidad de copias. Ninguna película debería excederse de una cierta cantidad de copias. Por otro lado, debería haber un cronograma de estrenos nacionales. En rigor existe, pero no se respeta para nada. Debería surgir desde el Incaa”. La cineasta cree que con la cuota de pantalla “no alcanza”. Y afirma al respecto: “La gente va a ver las películas y como hace eso, se mantienen en cartel. Como las películas comerciales salen con muchas copias, la cuota de pantalla para el cine argentino no alcanza. Está buenísimo que eso suceda, pero hay que idear otras herramientas”. Por otro lado, expresa: “No creo en un plan macabro del Incaa. Pienso que no han trabajado la exhibición no solo esta gestión sino ninguna gestión porque eso implica pelearse con las cadenas internacionales. Es meterse directamente en un conflicto con Estados Unidos”, subraya. 

Una especie de familia se estrenó una semana antes que Alanís, el 14 de septiembre, con la importante cifra de 57 copias en todo el país, de las cuales 17 fueron en Ciudad de Buenos Aires. Hasta ahora pasó los 22 mil espectadores y actualmente sólo está en el Premier de Capital y en seis Espacios Incaa del interior. “Históricamente, las películas que dirigí y produje tuvieron un gran problema para poder acceder a las salas y que se cumpliera la cuota de pantalla una vez que cada película estaba en sala. En Una especie de familia, frente a esta problemática, hicimos una estrategia diferente que fue asociarnos con una major: UIP. Es una codistribución entre Campo Cine (la productora que tengo junto a Nicolás Avruj) y UIP, que aseguraba la salida en salas, mientras que nosotros absorbíamos los gastos de la campaña”, cuenta Lerman. En ese marco, la película tuvo una salida en salas más que aceptable, con buenos cines y una destacada cantidad de funciones. “Lo que fue muy difícil para nosotros fue la permanencia después de la primera semana. Justo tuvimos la mala suerte de que fue el primer fin de semana soleado después de cinco fines de semana de lluvia. La concurrencia general al cine cayó un 50 por ciento respecto de los fines de semana anteriores. El lunes siguiente tuvimos que pelear la permanencia. Así de azaroso y frágil es un estreno. Y después, de las 57 quedó en treinta y pico, con menos vueltas, aunque con un muy buen boca a boca. Sin embargo, fue muy difícil de sostener”, explica el realizador. 

Lerman considera que, más allá de la suerte que cada productora tenga cuando está estrenando, “lo difícil es que no existe un circuito fuerte de exhibición de películas nacionales más autorales que industriales”. Al no existir ese circuito “es muy frágil la situación de estos estrenos porque se ve muy expuesto a qué otros estrenos hay, si te dan o no te dan las salas, el tipo de clima que hay el fin de semana que estrenás y la campaña que lográs. Después, está la realidad de si atrae o no atrae a la gente para ir al cine”, subraya el director. Como solución le parecería “muy saludable” generar un circuito de exhibición alternativo a los multicines. “Pero hablo de un circuito serio, con convocatoria, habría que construir incluso salas más pequeñas. O, en todo caso, fijarle a las multipantalla que algunas de sus salas sean exclusivas para cine argentino. Hay muchas variables”. También cree que hay que generar desde distintos ámbitos como el educativo y el cultural y con distintas políticas el estímulo para que el público argentino conecte con el cine nacional. “Creo que eso no es sólo responsabilidad del Incaa, pero el Incaa puede hacer mucho. También sería central la función de la Cinemateca y, en ese sentido, ponerla en funcionamiento sí es potestad del Incaa”, sostiene Lerman.