“Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina. Esto es, habrá luz al final del camino”, aseguró el presidente Javier Milei en su discurso de asunción. De este modo, buscó dejar en claro que el inédito ajuste fiscal que propone es condición necesaria para la posterior recuperación que pondría fin a un supuesto período de decadencia y declive que ya lleva más de un siglo.

La metáfora de la luz al final del camino no es original y fue utilizada hace pocos años por la entonces vicepresidenta Gabriela Michetti quien, en junio de 2016, cuando el gobierno de Mauricio Macri cumplía seis meses en medio de las políticas de ajuste, trató de generar esperanza en la población. "Resulta que vamos en el túnel y vemos todo oscuro y algunos se empiezan a preguntar si iremos bien. El segundo semestre es el momento en el cual aparece la luz en el túnel allá lejos, pero seguís en el túnel", aseguró. 

En defensa de Michetti, debe decirse que en ese momento ella no dijo que veía la luz al final del túnel, sino que todos los argentinos la iban a empezar a ver, incluída ella, en el segundo semestre que estaba por comenzar. Lo mismo repite Milei ahora al decir que habrá luz al final del camino, una luz que por ahora tampoco puede verse y que según el flamante presidente tardará como mínimo seis meses en aparecer.

En el gobierno de Mauricio Macri esa luz finalmente nunca llegó, al menos no de la manera que esperaba Michetti. Lo que vino después fue el fin del financiamiento privado, el endeudamiento millonario con el Fondo Monetario para evitar el default, la aceleración de la inflación, el aumento del desempleo y la pobreza y la vuelta del cepo cambiario cuando la derrota electoral se consumó. Habrá que esperar ahora para saber si efectivamente hay una salida al final del túnel por donde invita a transitar Milei o lo que viene es otro tren de frente capaz de poner fin a las ilusiones argentinas.