Para quienes conozcan el prontuario en cuestiones de tierras públicas del macrismo en funciones, es un asombro que una mayoría de votantes no parezca percibir su profunda complicidad con la especulación inmobiliaria. Esta relación es orgánica, profesional, estrictamente macrista en el sentido de que el actual presidente y ex Jefe de gobierno encabezó la empresa dedicada a la construcción y la especulación inmobiliaria del grupo familiar. Además de ser lo único parecido a trabajar que hizo en su vida, esta experiencia profesional fue también formativa, creadora de una manera de ver la ciudad, sus espacios y sus usos. La marca indeleble es que lo que no rinde económicamente está subutilizado o simplemente desperdiciado.

Es en este contexto que hay que entender el anuncio del lunes pasado del Ministerio porteño de Ambiente y Espacio Público de que se “crearon” 18,9 hectáreas más de espacios verdes, “lo que equivale a casi 4 Plazas San Martín”. Como la afirmación resulta casi inverosímil viniendo de la administración que insiste en cederle los terrenos ferroviarios de Caballito al grupo IRSA en lugar de hacer un parque, se cita una autoridad. El párrafo afirma que “los datos fueron relevados según el último censo publicado en el Anuario Estadístico 2016 de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires”. Esta dirección general es de las pocas que todavía mantiene alguna credibilidad y se recuerda que el año pasado se permitió avisar que los espacios verdes habían disminuido.

Si uno se cree el anuncio de Espacio Público, se ve un aumento minúsculo del verde urbano, que en 2015 llegaba a 1807,2 hectáreas y en 2016 cerró en 1826,1. Como se ve, sería un modesto crecimiento del uno por ciento, a lo que hay que descontar la baja de seis hectáreas que la misma dirección general hoy citada descubrió para 2015. Pero ni eso es cierto, pese a que el mismo ministro Eduardo Macchiavelli se felicita por el logro.

Resulta que para la Ciudad son espacios verdes sólo los ámbitos que son más o menos verdes, y que son de su propiedad. La lista incluye unas tipologías precisas y todas municipales: parques, plazas, plazoletas, canteros, jardines y otros tipos de espacios como patios, patios recreativos, y polideportivos, estos tres últimos de dudoso verdor. Por lo tanto, las 1826,1 hectáreas de verde urbano son “oficiales” y se reparten en 1002 en parques, incluyendo la reserva ecológica, 376,9 en plazas, 77,8 en plazoletas, 119,2 en canteros, 222,8 en jardines, incluyendo los bordes de la General Paz, oficialmente llamados jardines, y 27,4 en los otros tipos de espacios verdes.

Lo hueco del anuncio se empieza a ver en los detalles, en los que se anuncia como nueva plaza la “interna del Cementerio de la Chacarita”, en la Comuna 15. Lo único que cambió en ese espacio es que se lo denomina “plaza”, porque el espacio verde y abierto ya existía, porque no cambió nada, porque objetivamente no se agregó un metro de verde a la ciudad. Sólo burocráticamente es un nuevo espacio verde. Exactamente lo mismo sucede con el cercano Parque Elcano, que es un recorte del cementerio que probablemente esté menos verde que antes por la cantidad de canchas y superficies de cemento que se construyeron. Por supuesto, la Ciudad anuncia el “nuevo” verde como si hasta las veredas fueran de césped.

El Parque de la Ciencia es un anuncio más ambiguo porque era un terreno ferroviario, ya vacío y tomado por ese verde llamado yuyo, pero fue equipado con juegos y otros abalorios, preservando un lindo puente ferroviario de hierros. Como tiene 9800 metros cuadrados, menos de una hectárea, llamarlo “Parque” es pomposo, pero vale... concebiblemente es un nuevo espacio verde en el sentido que se habilitó al público. 

Curiosamente, la plaza Las Toscaneras, en Villa Real, es más grande que el Parque de la Ciencia, pero se quedó en plaza. Este sí es un espacio verde nuevo que reutiliza la enorme sede de una empresa difunta en Moliere, Coronel Lista, Virgilio y Varela. La plaza cumple, además, con una regla de hierro del macrismo, la de nunca gastar un centavo en comprar tierra para hacer plazas. La firma Agrocom feneció en los noventa y el terreno es propiedad del Instituto de Viviendas de la Ciudad desde 1996. Como ya lo tenían y como no tienen el menor interés en construir viviendas, lo traspasaron en comodato a la Comuna 10 en 2014 y se hizo la plaza. 

Fusilamientos

El mismo ministro Macchiavelli guardó un prolijo silencio sobre la tan combatida y cuestionada obra de “puesta en valor” del Parque Las Heras, este sí un parque de verdad. Después de abandonar el proyecto de cargarse hasta el subsuelo para hacer un megaestacionamiento, el macrismo aceptó conformarse con talar tantos árboles, acusados de no ser “aptos” y, peor, de haber sido plantados por los vecinos. Las obras que ya se ven parecen seguir el estilo aburrido, cementudo y berreta en lo conceptual de esta gestión, apenas mejor en este sentido que la dictadura constructora de plazas-bunker. Pero el legislador porteño Gabriel Fuks pidió informes sobre un elemento crítico de este parque, el memorial en la esquina de Salguero y Las Heras que marca el lugar donde fusilaron en 1956 al general Juan José Valle. Según Fuks, el modesto lugar, rodeado de una reja, está completamente abandonado y al parece no está incluido en las obras, presupuestadas en 57 millones de pesos. 

Sobre subtes

Este jueves, la Legislatura porteña aprobó el despacho de mayoría 586/17(2), que autoriza a Ejecutivo al ofrecer en concesión por quince años los subtes de la ciudad. En un comunicado fuerte y fundado, el Observatorio del Derecho a la Ciudad denunció la votación como “una grave ilegalidad e inconstitucionalidad” porque los procedimientos no se ciñen a lo que dice la constitución de la Ciudad en cuanto a procedimientos y mayorías necesarias. 

Esta semana, el proyecto oficialista fue votado por 32 legisladores del PRO, Confianza Pública y Coalición Cívica. Hubo una abstención y 23 votos en contra, lo que da un total de legisladores presentes de 56 sobre 60. Pero el artículo 82 de la constitución porteña exige que voten por el sí 40 legisladores o al menos dos tercios de los presentes para cualquier ley que “aprueba toda concesión, permiso de uso o constitución de cualquier derecho sobre inmuebles del dominio público de la Ciudad, por más de cinco años”. Para más, el procedimiento ordenado constitucionalmente es de doble lectura, con lo que hay que juntar esa mayoría dos veces.

Más allá de la dudosa sarasa de que Sbase es semipública o algo así, queda claro que los subterráneos porteños son propiedad pública, que son un servicio público y que son un medio de transporte público. Y esa palabra la que molesta, porque el procedimiento de doble lectura implica llamar a una audiencia pública entre una votación y otra. Esos son espacios de crítica que el macrismo detesta y que en el caso de un negocio tan grande deben ser evitados con cuidado. 

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