PáginaI12 En Brasil

Desde Brasilia

La Conexión Curitiba, explica el diputado Paulo Pimenta, es un submundo de fiscales y abogados oculto detrás de la Operación Lava Jato en el que se montan sentencias contra “los adversarios del juez Sergio Moro” o se archivan expedientes si los imputados gozan de su indulgencia.

“Moro consagró la ilegalidad como norma: profiere condenas carentes de pruebas y basadas en delaciones, como lo hizo contra el presidente Lula, y  premia a los delatores aunque sean probadamente corruptos”.

“Ya sabíamos que Moro se mueve con lógica política pero ahora descubrimos que a su alrededor se armó un esquema donde se negociarían decisiones judiciales”.

Paulo Pimenta realizó un seguimiento cuidadoso de las sentencias del magistrado y cuenta con informaciones explosivas sobre presuntas irregularidades.

“Habría una industria de delaciones donde participaría gente próxima al magistrado, hay una acusación contra su amigo Carlos Zucolotto que salpica a su esposa, Rosángela de Moro”, asegura en esta entrevista el legislador del PT sobre cuyo escritorio se apilan documentos.

“A partir de todo este material se puede plantear que estamos ante un sistema casi mafioso. Moro y su gente se comportan como si fueran abogados de comisaría. ¿Sabe qué es eso?. Antiguamente en las comisarías de pueblo había un abogado de guardia y cuando llegaba un preso se presentaba ofreciéndole sacarlo enseguida porque estaba confabulado con el comisario y el juez. ¿Cómo se mueve en Curitiba?. El acusado es encarcelado y le dicen que si no colabora se va a pudrir preso, mientras tanto le recomiendan que contrate a un abogado confiable. A uno de los que están en la misma red de los fiscales y el grupo de Moro. Una vez que el preso acepta, este abogado  redactará una confesión junto con los fiscales diciendo lo que interesa políticamente a Moro. Después, si el procesado fue dócil recibirá una pena suave. 

Y cuidado con aquel abogado que quiera meterse en ese negocio sin ser del grupo porque puede pasarla mal. Hay un caso que nunca se esclareció sobre la abogada Catta Preta que estuvo al frente de varias delaciones hasta que un día se presentó en público anunciando que dejaba los procesos relacionados con Lava Jato y se iba del país porque estaba amenazada. Nunca se supo bien quién la amenazó, lo concreto es que tuvo que irse.

–¿Esto sería mala praxis profesional o mercado de confesiones?

– Esto es la punta del iceberg de la Conexión Curitiba de la que todavía no sabemos todo. En esos acuerdos se pactaría hasta el pago de dinero tanto para la reducción de penas como para la reducción de multas por corrupción y lavado de dinero. No hablo de un caso aislado, nuestras sospechas se refieren a decenas de expedientes. Esta mecánica posiblemente se aplicó a los ejecutivos corruptos de Petrobras que después de pasar unos meses presos al final firman las “delaciones pactadas” y quedan libres.

O sea se premió a los verdaderos responsables del esquema de corrupción en Petrobras, los que recibieron sobornos por amañar contratos, gente con cuentas millonarias en el exterior.  

Esto mismo pasó con los delatores de Odebrecht, más de setenta ejecutivos  están libres después de firmar la delación, el único que sigue preso es Marcelo Odebrecht, el ex presidente de la firma.

Algo parecido está sucediendo con el ex ministro Antonio Palocci (funcionario de los gobiernos de Lula y Dilma) que al ser encarcelado tenía un abogado defensor pero después lo cambió por otro que aparentemente se amolda al esquema de Curitiba. Este nuevo abogado hizo “entrar en razones” a Palocci, que cambió su declaración inicial y empezó a atacar a Lula de palabra, porque no mostró pruebas.

–¿Trató estos temas con Lula?

–Sí, nos reunimos regularmente aquí (oficina parlamentaria) o en San Pablo. También hablé del tema con sus abogados que llevaron una denuncia contra Moro a la ONU por violación del derecho de defensa y atropellos de sus garantías. Lava Jato fue instrumentado para acabar con Lula contra quien no encontraron ninguna prueba, ninguna cuenta en el exterior. 

Es una batalla política perdida por Moro dado que no podrá impedir que Lula sea candidato en 2018. Si uno pone la lupa sobre las delaciones muchas están diseñadas para cargas las tintas sobre Lula.

–Pero la “delación premiada” está en el Código Penal.

–La delación premiada fue concebida para que el confesor hable por voluntad propia, acá se le hace decir lo que no quiere. Hay una utilización ilegal de esa herramienta. Y después de arrancar confesiones falsas Moro las toma como fundamento de sus sentencias contra sus enemigos políticos porque este un proceso típico de un Estado de excepción. La propia ley de la delación indica que ésta no puede ser el sostén de una condena, la delación es válida para abrir la investigación.

Todo el proceso está viciado, no sólo las confesiones.

Vea lo que pasa con la prisión preventiva que sólo se justifica contra un imputado que estando en libertad amenace al proceso, acá se la usa para quebrar a los sospechosos. Acá la presunción de inocencia fue dejada de lado, el fiscal Deltan Dallagnol, que es el pitbull de Moro, dice que tiene “convicciones” contra Lula y lo acusa sin pruebas, y después Moro le pide a Lula que aporte las pruebas de su inocencia.

El fiscal Dallagnol, con estudios en Estados Unidos a donde Moro viaja muy a menudo, dice que la justicia norteamericana tiene otras concepciones, y esas concepciones él las plantea al formular sus denuncias en tribunales brasileños. O sea aplica unas categorías que no están en la justicia brasileña.

–¿Qué hay de cierto sobre la relación de Moro con Estados Unidos?

–Es evidente que Moro tiene una aproximación especial con Estados Unidos, que los norteamericanos tienen su influencia en Lava Jato. Uno de los arrepentidos, el ex senador Delcidio de Amaral, declaró que en una de sus comparecencias estaba presente alguien del gobierno norteamericano. Otro arrepentido, el ex director de Petrobras Paulo Roberto Costa, dijo algo parecido en una audiencia y Moro lo mandó a callar.

El arrepentido

El abogado hispano-brasileño Rodrigo Tacla Durán trabajó para Odebrecht y fue imputado en la causa Lava Jato pero a diferencia de otros empleados de la constructora rechazó acogerse a los beneficios de la delación premiada. Refugiado en España, Tacla Durán recibió a los diputados Paulo Pimenta y Wadih Damous, ambos del PT, a los que les entregó documentación y respondió preguntas que serán presentadas ante una Comisión Investigadora del Congreso brasileño. Esa misma comisión anunció que lo indagará por teleconferencia.

– ¿Tacla Durán tiene información consistente?

– Es alguien que tiene pruebas de lo que denuncia. Nosotros, con el diputado Wadih, le hicimos una larga entrevista grabada en la que nos contó cómo la gente de Lava Jato le propuso, más bien lo presionó, para hacer una delación pactada, y nos mostró el intercambio de comunicaciones que hubo con miembros del Ministerio Público.

Pero más allá de que todo lo que diga sea cierto o no,lo llamativo es que Moro no le mande una requisitoria para que sea indagado en España. Moro dice que no le interesa saber lo que dice un reo, pero fue el mismo Moro el que organizó todo Lava Jato a partir de confesiones de los reos.

Tacla Durán dio entrevistas a los diarios Folha de San Pablo y El País de España, con afirmaciones serias que no despertaron el interés de Moro, y ante esa omisión nosotros nos fuimos a Madrid y lo entrevistamos.

–¿Después de tratarlo como definiría Tacla Durán?

–Diría que Tacla Durán es un auténtico hombre bomba que puede hacer volar Lava Jato. El demostró estar decidido a contar todo si la Justicia brasileña se lo requiere. El no sólo dio entrevistas a medios importantes sino que ya acordó colaborar con la Justicia de España después de estar dos meses preso en la cárcel Soto del Real. También acordó hablar con la justicia estadounidense. En la entrevista con nosotros habló de la “olla de abogados de Curitiba” donde se cocinaría todo, nos habló de la propuesta que recibió para arreglar su caso. Dijo que le pidieron unos 5 millones dólares para resolver su proceso. Nos dijo que esa propuesta vino del abogado Carlos Zucolotto, que es hombre de confianza de Moro. Zucolotto fue  padrino del casamiento de Moro. Los dos viajan de vacaciones juntos con sus esposas. Y la historia va más allá, porque ¿sabe quién trabajaba en el estudio del doctor Zucolotto?, la mujer del juez, Rosángela Moro.

Lula da Silva junto a Paulo Pimenta en su despacho.